lunes, 1 de octubre de 2012

Conclusiones del texto de Kimmel del grupo de Tertulia de la Universidad de La Habana


Conclusiones del grupo de Tertulia de la Universidad de La Habana sobre el texto de Michael S. Kimmel (1997): "Homofobia, temor, vergüenza y silencio en la identidad masculina"
en Masculinidad/es. Poder y crisis,
Eds.: Teresa Valdés y José Olavarría, Isis Internacional, Santiago de Chile, (pp. 49-62).

Dolor y vergüenza en la masculinidad: ¿es posible el cambio?

Por Wilfredo Pomares Ángel, estudiante de 5to año de Filosofía, Universidad de la Habana (U.H.) y Dayron Oliva Hernández

Foro Masculinidades en Cuba.

La Habana. La mañana del martes 14 de agosto de 2012, el Foro Masculinidades en Cuba, de la Red Iberoamericana y Africana de Masculinidades (RIAM), reabrió la tertulia dialógica que semanalmente ocupa en la Editorial de la Mujer, con voces que ya van definiendo claros puntos de vista y una breve experiencia adquirida de las reflexiones teóricas y subjetivas originadas en convocatorias anteriores. El texto que nos convida: "Homofobia, temor, vergüenza y silencio en la identidad masculina"
1 del sociólogo norteamericano Michael S. Kimmel.

1
Véase Michael S. Kimmel (1997): "Homofobia, temor, vergüenza y silencio en la identidad masculina", en Masculinidad/es. Poder y crisis, Eds.: Teresa Valdés y José Olavarría, Isis Internacional, Santiago de Chile, (pp. 49-62).

Como costumbre, el Msc. Dayron Oliva Hernández nos dio los prolegómenos y acto seguido nos indujo al debate a través de fragmentos que reproduzco tal cual si escuchara su voz y que resumen parte del criterio del autor escogido acerca de la construcción social de la masculinidad y sus significados a nivel histórico-cultural y cotidiano:

"En este trabajo considero a la masculinidad como un conjunto de significados siempre cambiantes, que construimos a través de nuestras relaciones con nosotros mismos, con los otros, y con nuestro mundo. La virilidad no es ni estática ni atemporal; es histórica; no es la manifestación de una esencia interior; es construida socialmente; no sube a la conciencia desde nuestros componentes biológicos; es creada en la cultura. La virilidad significa cosas diferentes en diferentes épocas para diferentes personas. Hemos llegado a conocer lo que significa ser un hombre en nuestra cultura al ubicar nuestras definiciones en oposición a

un conjunto de

otros, minorías raciales, minorías sexuales, y, por sobre todo, las mujeres" (Kimmel, 1997: 49).

David LLanes Labout (4to año de Historia, U.H.) fue el primero en reparar, a partir del texto citado, que "ser hombre" en el sentido de cómo se construye la masculinidad a nivel social significa una contraposición no solo entre la exigencia de la sociedad con la individualidad de los propios varones, sino además con una gama de estructuras sociales basadas en el sexo, el color de la piel y la orientación sexual, entre otros. "A veces puede parecer una carrera en la que no quieres que nadie te saque ventaja", apuntó.

Wilfredo Pomares Ángel (5to año de Filosofía, U.H.) estableció un paralelo, sobre la base de la definición expuesta por Kimmel y lo planteado por LLanes Labout, con el artículo leído de Connell

2 en el que se explicaba, entre otros temas, la relación de la masculinidad con el capital y el mercado, por ser un concepto de implicación moderna; en parte, según refirió, porque ha tenido un vínculo estrecho con la competencia, como práctica pública legitimada y que ha caracterizado las relaciones socioeconómicas dentro de la modernidad. Asimismo, puso de relieve las grietas que suponen las definiciones populares rígidas de la masculinidad, en voz de Kimmel, la virilidad, a partir de la influencia en el significado de "ser hombre" de lo competitivo y de la búsqueda de la aprobación social.

2
Véase R. W. Connell (1997): "La Organización Social de la Masculinidad", en Masculinidad/es. Poder y crisis, Eds.: Teresa Valdés y José Olavarría, Isis Internacional, Santiago de Chile, (pp. 31-48.).

Jesús Gómez Más (5to año de Historia, U.H.) manifestó dudas por el término virilidad, sobre todo por la manera en que Kimmel lo utiliza ampliamente durante el texto, juntos releímos los primeros párrafos y resolvimos que se trata de un término que refiere al imaginario social, algo así como el equivalente a la masculinidad hegemónica, como una forma idealizada pero predominante de la masculinidad, con una estrecha impronta a nivel cotidiano y popular. El Dr. Julio César González Pagés, coordinador general de la RIAM, precisaba el contexto, los años noventa del siglo pasado, en el que se encontraban los estudios de masculinidades para cuando se publicó el artículo; de ahí, que nos ayuda a comprender el por qué se preocupa –Kimmel- por emplear con mayor asiduidad la expresión de virilidad, así como su interés marcado por evidenciar lo traumático que resulta la construcción sociocultural de la identidad masculina en los

varones bajo los signos patriarcales, como factor que genera homofobia, sexismo, heterosexismo y racismo.

Por otro lado, Osmel Cardoso (5to año de Historia, U.H.) apuntó que el "siempre cambiante" lo precede un contexto histórico cultural que fija, de lo contrario fuera indefinible. Que existan estructuras relativamente inmodificables desde hace siglos nos hace preguntarnos por qué han perdurado y nos ofrece un campo de estudio; pero no niega la posibilidad de cambio de esas estructuras. En este sentido, retomó un punto de vista de Kimmel en relación a que nuestras definiciones de "ser hombres" están constantemente cambiando, siendo desplegadas en el terreno político y social, dónde operan las relaciones entre mujeres y hombres. (Kimmel, 1997:50)

La masculinidad hegemónica aunque pareciera rígida en realidad no lo es, decía Manuel Ampudia (5to año de Historia, U.H.), debido a que muchas veces se derrumba resultado del mismo proceso que le da origen y por el no cumplimiento de los parámetros que la caracterizan. Es por ello, que señaló la posibilidad de que exista una grieta que permita la transformación de valores y prácticas hegemónicas estereotípicas de ese patrón. La idea de que la "virilidad" está construida socialmente, que varía producto de la historia, no debe ser entendida como una pérdida para los hombres, esto ofrece para Kimmel la probabilidad de que los hombres pueden cambiar, tanto individual como colectivamente, aquellos elementos negativos de la masculinidad basada en

esencialismos ahistóricos y atemporales (Kimmel, 1997:50). Asumir la posibilidad del cambio, como parte de nuestra metodología investigativa, resulta un paso importante para los estudios que, desde la perspectiva de la masculinidad y el género, estamos realizando sobre la Historia de Cuba, señaló Ampudia.

Otro fragmento que suscitó el debate, pues pone de relieve no solo el tema de las relaciones de poder, sino la interacción "conflictiva" con disímiles aspectos y estructuras definidos desde la cultura y la organización social, que entran en juego dentro de las relaciones de género y masculinidades; fue: "No todas las masculinidades son creadas iguales; o más bien, todos somos creados iguales, pero cualquier igualdad hipotética se evapora rápidamente, porque nuestras definiciones de masculinidad no se valoran del mismo modo en nuestra sociedad" (Kimmel, 1997:50).

En la primera acotación al fragmento, el Lic. Yonnier Angulo Rodríguez de la RIAM, expresó que éste se refería contextualmente a la sociedad y cultura norteamericanas, y

prosiguió comentando que la masculinidad hegemónica muchas veces actúa a través de la legitimación, en parte, por la negación o subvaloración de otras masculinidades que pueden ser hegemónicas en escenarios diferentes; por ejemplo, la masculinidad hegemónica norteamericana en oposición a la de Europa occidental, a la irlandesa, a la china, a la hispanoamericana o a la negra. De este modo, Angulo Rodríguez revelaba que comprender la forma en que opera las relaciones de poder de la cultura dominante en una sociedad determinada, mediante el género, la clase social, la raza, etc., permite captar cómo las masculinidades "subvaloradas" pueden ser estereotipadas en el imaginario popular y en la producción cultural mediante películas, libros, etc.

No obstante, para Kimmel "la definición hegemónica de la virilidad es un hombre

en el poder, un hombre con poder, y un hombre de poder" (Kimmel, 1997:51). Como consecuencia, coincidimos con Kimmel que al igualar la masculinidad con ser fuerte, exitoso, capaz, y ostentando el control, las definiciones de "ser hombre" que hemos desarrollado en la cultura patriarcal, perpetúan el poder que unos hombres tienen sobre otros, y que los hombres tienen sobre las mujeres. (Kimmel, 1997:51)

De acuerdo con Yasiel Barbán Forte (5to año de Historia, U.H) aunque los efectos -que Kimmel alude- resumen varias historias al unísono, se circunscriben a las reglas por las que se miden virtualmente a los varones norteamericanos, en opinión de Barbán Forte, se delinea una forma de concebir la masculinidad o de actuar cada hombre: "Se trata de la búsqueda del hombre individual para acumular aquellos símbolos culturales que denotan virilidad, señales de que él lo ha logrado (ser hombre)", releyó. (Kimmel, 1997:51)

Por su parte, Jesús E. Muñoz Machín (5to año de Periodismo, U.H.) concordó con Kimmel en que este tipo de definición cultural sobre la masculinidad sirve para mantener a toda costa el machismo y los privilegios de poder que tienen un grupo de hombres sobre las mujeres y sobre otros varones. Además, subrayó como efecto la inmerecida dificultad de que las mujeres no se legitimen en la vida pública y sigan siendo desvalorizadas como "objetos" intrínsecos de la esfera privada. (Kimmel, 1997:51)

Como expresión de otra secuela que afecta lo que Connell llama "la justicia social de género", Oliva Hernández retomó las palabras de Kimmel, ubicando la problemática en cómo un grupo de hombres –no todos- acceden y ejercen el poder desigualmente, de

que "se trata del acceso diferenciado que distintos tipos de hombres tienen a esos recursos culturales que confieren la virilidad y de cómo cada uno de estos grupos desarrolla entonces sus propias modificaciones para preservar y reclamar su virilidad." (Kimmel, 1997:51)

Sobre la definición de virilidad resumida por el sociólogo norteamericano en cuatro frases del psicólogo Robert Brannon, pero que enmarcan simbólicamente los elementos constitutivos por los que se miden los varones estadounidenses: "¡Nada con asuntos de mujeres!/¡Sea el timón principal!/¡Sea fuerte como un roble!/¡Mándelos al infierno!", González Pagés, coordinador general de la RIAM, hizo hincapié en lo que representaban para la masculinidad de los hombres a nivel cotidiano, como parte de lo dispuesto por el discurso patriarcal, e insistió cómo la definición de la masculinidad en tanto huida de lo femenino –que en palabras de Kimmel da origen al sexismo-, implicaba no solo una devaluación de lo que por estereotipo se le atribuye propiamente a las mujeres (mundo doméstico e intimidad), sino la supresión de valores que son positivos como la modestia, los sentimientos, la amabilidad, la comprensión, entre otros. En palabras del Kimmel: "Admitir debilidad, flaqueza o fragilidad, es ser visto como un enclenque, afeminado, no como un verdadero hombre" (1997:54).

Enmanuel George López (5to año de Historia, U.H.) recordaba que muchas veces nuestras acciones, de comportarnos como "hombres de verdad", están sesgadas por la necesidad de la validación ante los ojos de otros varones. "Situaciones y presiones que, externas a tu persona, te obligan a actuar de una forma restringida", comentó. De este modo, introdujo el debate sobre la masculinidad como validación homosocial, mediante la cual están los varones bajo la supervisión constante de otros y demostrando siempre la "hombría" para la aprobación social. En síntesis, Kimmel reconocía: "La masculinidad es una aprobación „homosocial‟. Nos probamos, ejecutamos actos heroicos, tomamos riesgos enormes, todo porque queremos que otros hombres admitan nuestra virilidad." (Kimmel, 1997:54)

Como bien distinguía este autor, la masculinidad como legitimación homosocial está llena de peligros, con riesgos de fracaso y caracterizada por una competencia intensa e implacable. En este sentido, Jesús Machín recalcó que la masculinidad, en tanto validación homosocial y relación de poder, es una fuente constante de confusión y dolor en los hombres, los que se ven obligados a cumplir con los roles y las exigencias de ser

masculinos constantemente. No en vano, Kimmel afirmaba que el fracaso en encarnar estas reglas para llegar a ser "hombres", radicaba en que era irrealizable para cualquier persona; y sin embargo, "seguimos intentando alcanzarlo, valiente y vanamente" (1997:51).

En los epígrafes dedicados al sensible e importante tema de la masculinidad ya sea como homofobia y de esta como causa del sexismo, el heterosexismo y el racismo, se debatieron aspectos delicados que describen la incidencia generalizada de relaciones sociales inequitativas y excluyentes, basadas en la violencia y las discriminaciones en contra de las mujeres, los homosexuales, los inmigrantes, los grupos étnicos, entre otros. Mirar, como nos propone Kimmel, desde la arista de la subjetividad de los hombres cuando sienten miedo, temor y callan, cuando "estamos asustados de otros hombres", nos indica otro elemento de análisis de cómo subvertir el modelo hegemónico de la masculinidad, pues en respuesta a cómo han sido educados, bajo los signos patriarcales, los hombres pueden reaccionar con violencia porque sienten miedo a la humillación y vergüenza de estar asustados; siendo uno de los orígenes, asimismo, de las inequidades y desigualdades en las relaciones sociales de género: la homofobia, el sexismo y el racismo.

1 comentario:

  1. Ha sido interesante. Gracias a quien se diera el trabajo de hacer las actas y pasarlas aquí :)

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