"La Organización Social de la Masculinidad"
en Masculinidad/es. Poder y crisis, Eds.: Teresa Valdés y José Olavarría, Isis Internacional, Santiago de Chile, (pp. 31-48.).
Presenta Luciano Fabbri.
En este primer párrafo, lo que va a plantear Connel es
que “no podemos ver a la masculinidad como objeto aislado, sino como un
aspecto de una estructura mayor”, por lo que va a proponer como tarea de
este artículo el “establecer un marco basado en el análisis contemporáneo de
las relaciones de género”. Va hablar de la masculinidad como un concepto
relacional, en el marco de una cultura moderna europeo americana dónde “la
masculinidad existe sólo en contraste con la feminidad” (p2, 1er párrafo). O
sea, situar el concepto de masculinidad en el marco de determinada cultura y
determinado período histórico.
Va a mencionar 4 enfoques, revisando cuáles
fueron las estrategias que se usaron para analizar el tipo de persona que se
considera masculina; enfoques frente a los cuales va a asumir una posición
crítica, de discusión.
Estos enfoques son: 1) esencialista -donde muy
esquemáticamente puse entre paréntesis alguna idea al respecto- (un rasgo
define el núcleo de lo masculino); 2) positivista (lo que los hombres
realmente son); 3) normativo (la masculinidad es lo que los
hombres debieran ser) y 4) semiótico (definen la masculinidad
mediante un sistema de diferencia simbólica en que se contrastan los lugares
masculino y femenino) (pp. 2
a 5)
Esto vendría ser, más o
menos, la introducción al artículo.
“En lugar de intentar definir la masculinidad como un
objeto (un carácter de tipo natural, una conducta promedio, una norma),
necesitamos centrarnos en los procesos y relaciones por medio de los cuales los
hombres y mujeres llevan vidas imbuidas en el género. La masculinidad,
si se puede definir brevemente, es al mismo tiempo la posición en las
relaciones de género, las prácticas por las cuales los hombres y mujeres
se comprometen con esa posición de género, y los efectos de estas
prácticas en la experiencia corporal, en la personalidad y en la cultura”
(p.6)
Éste es otro de los apartados del texto, que se llama El
género como una estructura de práctica social (pp. de 6 a 11).
En un principio, va a distinguir 3 planos de la
configuración genérica de la práctica social: 1) individual; 2) el discurso, la
ideología y la cultura; 3) instituciones como el Estado, el trabajo, la escuela
(p. 7).
Acá, una de las cuestiones que me pareció más
importante, -pero justamente la idea no es desarrollarla yo sino poder
intercambiarnos después- es el modelo de estructura de género, que va a
analizar en tres dimensiones que diferencien relaciones de poder, producción y cathexis
(vínculo emocional que después va a comentar comos sexualidad) (pp. 8 y 9).
También va a plantear la posibilidad de no pensar el género solamente en sí
mismo, sino que en intersección con la raza y la clase social (p. 10). Esto es
algo que después vamos a ver muy extendido en los últimos años en los estudios
sobre género.
Connel plantea aquí la idea de intersección, que es
una idea que después se desarrolló mucho más de forma contemporánea, en los
estudios de feminismo postcolonial, pero podemos ver como ya en el 1995 ella
estaba haciendo este planteo.
En otro de los apartados se generan algunas
discusiones que después van a tener mucho efecto sobre los estudios de la
masculinidad posteriores. Tiene que ver con pensar las relaciones entre masculinidades,
y acá aparecen cuatro categorías: hegemonía, subordinación, complicidad y
marginación (pp. 11
a 16). Este concepto de masculinidad hegemónica que
aparece todo el tiempo en los estudios de masculinidades y que acuñó Connel: “La
masculinidad hegemónica no es un tipo de carácter fijo, el
mismo siempre y en todas partes. Es, más bien, la masculinidad que ocupa la
posición hegemónica en un modelo dado de relaciones de género, una posición
siempre disputable” (3er párrafo p. 11).
Acá va a diferenciar cuatro patrones de masculinidad
imperantes actualmente en Occidente:
•
Hegemonía: “La
masculinidad hegemónica se puede definir como la configuración de práctica
genérica que encarna la respuesta corrientemente aceptada al problema de la
legitimidad del patriarcado, la que garantiza (o se toma para garantizar) la
posición dominante de los hombres y la subordinación de las mujeres” (p12, 1er
párrafo).
Después va a hacer referencia, y sería interesante
retomarlo, de cómo recupera el concepto de hegemonía de Gramsci, que muchas
veces vamos a ver en otros estudios que se habla de masculinidad hegemónica,
pero sin recuperar el carácter dinámico de la hegemonía que Gramsci originariamente
construyó y que Connel intenta retomar.
•
Subordinación:
“Dentro de ese contexto general hay relaciones de género específicas de
dominación y subordinación entre grupos de hombres.” (p 13, 1er párrafo).
Va a ejemplificarlo a través del caso de los “hombres
homosexuales”, pero no únicamente, también va a hacer referencia a las
pertenencias de raza y clase; pero en la parte donde desarrolla subordinación
va a hacer énfasis en las relaciones de subordinación entre hombres
heterosexuales y hombres homosexuales.
•
Complicidad:
“relación de complicidad con el proyecto hegemónico. Las masculinidades
construidas en formas que permiten realizar el dividendo patriarcal, sin las
tensiones o riesgos de ser la primera línea del patriarcado, son cómplices en
este sentido”. (p14, 3er párrafo).
O sea, no son las
masculinidades hegemónicas, pero aún así reciben parte de eso dividendo
patriarcal. Lo que ella va a plantear es que son muy pocos los hombres de carne
y hueso que cumplen con ese modelo de masculinidad hegemónica. La mayoría se
van a encontrar en la situación de sacar un provecho del ser hombres respecto a
las mujeres u otras identidades subordinadas, pero sin necesariamente poder
cumplir con el modelo hegemónico.
•
Marginación:
“Aunque el término "marginación" no es el ideal, no puedo utilizar
uno mejor para referirme a las relaciones entre las masculinidades en las
clases dominante y subordinada o en los grupos étnicos. La marginación es
siempre relativa a una autorización de la masculinidad hegemónica del
grupo dominante” (p.15, 4to párrafo).
En modo de síntesis de estos cuatro esquemas
principales, propone dos tipos de relación: “-hegemonía,
dominación/subordinación y complicidad por un lado, y marginación/autorización,
por otro lado- entregan un marco en el cual podemos analizar masculinidades
específicas (…) la "masculinidad hegemónica" y "las
masculinidades marginadas", denominan no tipos de carácter fijos sino configuraciones
de práctica generadas en situaciones particulares, en una estructura cambiante
de relaciones” (p. 16, 2do párrafo).
El último apartado del texto se llama Dinámicas
históricas, Violencia y Tendencia a
la crisis. Cuando hace referencia a las Dinámicas históricas, plantea el “Género como un producto de la
historia y también como un productor de la historia (...) Las estructuras de
relaciones de género se forman y transforman en el tiempo”. (p16)
Si bien esto nos puede parecer bastante obvio, después
a la hora de la caracterización de la masculinidad hegemónica, gran parte de su
crítica a quienes retoman su planteo, tiene que ver con plantear la
masculinidad hegemónica como un concepto ahistórico y descontextualizado, por
lo cual va a hacer mucho énfasis en la necesidad de situarlo espacial y
temporalmente.
Después plantea el tema de la violencia: “El
género dominante es, abrumadoramente, el que sostiene y usa los medios de
violencia (p17). Habla de dos patrones de violencia:
•
1) “muchos miembros del grupo privilegiado usan la
violencia para sostener su dominación” (sobre las mujeres, en este patrón
nos está hablando de la violencia intergénero) (p.18).
•
2) “la violencia llega a ser importante en la política
de género entre los hombres” (p.18). O sea, intergénero e intragénero.
•
3) “La violencia forma parte de un sistema de
dominación, pero es al mismo tiempo una medida de su imperfección (…) La escala
de violencia contemporánea apunta a las tendencias de crisis en el orden de
género moderno” (pp.18 y 19). Mientras más necesidad haya de recurrir a la
violencia, más en crisis está ese orden de género lo cual está en sintonía con
su concepto de hegemonía, en el cual, desde el concepto gramsciano, hay una
articulación entre coerción y consenso, y justamente Connel nos está hablando
de que la aparición de la violencia da cuenta de la crisis en términos de
consenso.
En las tendencias de
crisis en el orden de género, va a plantear cómo se
manifiestan en las 3 estructuras de relaciones de género; relaciones de poder,
relaciones de producción y relaciones de cathexis.
Esto es básicamente lo que podríamos retomar como
ideas centrales del texto, veamos un poco cómo nos parece que podemos ir
abordando entre todos y todas algunas de estas discusiones que plantea Connel
en este artículo.
Debate
*El primer punto, que
vendría a ser el objetivo del artículo y que hace parte en el marco de los
debates sobre género, tiene que ver con esta afirmación de no poder ver la
masculinidad como objeto aislado. Esto va a estar relacionado con lo que va a
plantear posteriormente, que es pensar la masculinidad en términos
relacionales. Esto puede resultarnos una obviedad, en términos de que siempre
pensamos las relaciones de género en este marco de una estructura mayor, en la
cual están inscriptas, pero si uno después empieza a ver un poco más en fino
cuáles son los debates hacia adentro de los estudios de masculinidades, no
necesariamente siempre se va a dar de esa manera. Muchas veces aparece la
masculinidad como un objeto descontextualizado de las estructuras de poder y no
pensado en términos relacionales, sino situado básicamente en las temáticas
específicas de los varones, lo cual implica una posición metodológica y también
una posición política de cómo abordar estas problemáticas.
*O sea que antes de que
ella haga esta propuesta había otros planteos teóricos que identificaban tipos
de masculinidades, que hacían categorizaciones como ella, ¿pero por qué ésta es
la que se empieza a tomar a partir de ese momento?
*Porque ella empieza a
criticar los cuatro modelos preexistentes, que son los que considera que no nos
pueden conducir a un estudio de la masculinidad.
Un estudio de la
masculinidad presupone una definición de la masculinidad, y entonces ella se
pregunta: ¿podemos definir para hacer un análisis sociológico, psicológico o de
la índole que fuere, médico… podemos definir qué es la masculinidad? De ahí
viene primero una evaluación de los cuatro enfoques que va a desechar, para entrar
en este enfoque relacional.
Hace una sistematización
en cuatro líneas de los distintos estudios que había, y son estos cuatro que
veíamos antes.
*Después obviamente hay
otras formas de clasificar los antecedentes y las corrientes; las vamos a ver
en otros textos posteriores. Creo que es Kimmel quien trabaja algo de eso,
porque no siempre los estudios enfocados en masculinidades se han hecho desde
una perspectiva de género. Hay casos donde vamos a ver que no están situados en
el marco de la categoría de género, que no están situados en un marco de relaciones
patriarcales, que no tienen una perspectiva feminista. Incluso vamos a
encontrar algunos textos como el de Robert Bly, que siempre se toma como
referencia, de quienes afirman la superioridad de los varones desde una
perspectiva que se denomina mítico-poética. Tiene que ver con un marco en la
línea de la espiritualidad donde se recupera la idea de una mística masculina,
sí situándola en un marco de relaciones de género, por lo cual lo que va a ser
una afirmación de la necesidad de superioridad de los varones.
Hay una gran diversidad en
un principio en las corrientes ideológicas, y entonces es parte situarse y
criticar algunas de estas tendencias, no todas, pero fundamentalmente las que
quieren hacer el estudio de la masculinidad con algunas pretensiones de
modificación, pero que sin embargo epistemológicamente ella considera que no lo
logran.
*A mí eso ya me desarma,
porque tenía la idea de que los estudios de masculinidades se habían empezado a
gestar dentro del feminismo, o sea, de la idea de género. A mí, esto me abre
otro panorama.
*Lo que me parece muy
interesante del texto es que ella toma una posición política dentro del texto,
y cuando habla de justicia social, de cómo el estudio de las masculinidades
tiene que estar sí o sí ligado a estas estructuras mayores, la vinculación de
género y justicia social… Yo había leído un montón de textos de EE.UU. -o
Australia en este caso, anglosajón podríamos decir- y muchas veces no existe
esta conciencia, esta necesidad de vincularlo a lo social, sino que se queda un
poco en la cultura. Me pareció súper interesante que directamente lo trae a
realidades más tangibles.
Yo intentaría llevar lo que toma acá, estos cuatro enfoques a nivel de la vida cotidiana, cómo se lo podría plantear una persona común ¿qué es ser hombre? Me parece que cuando acá se refiere al ser esencialista, hay algo que es permanente, que está dado desde siempre y para ser lo que es, se va a tener siempre. Cuando habla de lo positivista, tiendo a vincularlo más con lo biológico, con lo que es el varón después de su desarrollo físico, biológico…
*No, no es lo que dice el
texto. El positivismo es una posición epistemológica que lo que hace es
supuestamente basarse en datos observables. El esencialismo va a dar un cierto
rasgo que se considera que es definitorio de lo masculino por oposición a lo
femenino, y también pensar lo femenino como la falta de aquello que define lo
masculino. Pero el positivismo en realidad es la posición según la cual qué
cosas son masculinas, lo vamos a observar socialmente. Lo vamos a registrar
mirando conductas, no mirando la biología solamente, sino también mirando de
qué manera se conducen las personas masculinas y femeninas. La crítica que ella
va a hacer es: si yo quiero observar la conducta de varones y mujeres, tengo
que tener previamente una noción de a quiénes estoy observando y dónde voy a
registrar estas conductas. Si las voy a atribuir a hombres o mujeres, tengo una
idea previa, que es una crítica muy usual al positivismo. No opera como una
tabla rasa simplemente acumulando datos, sino con una hipótesis previa voy a
interpretar los hechos, y en todo caso, lo que estoy haciendo es poner a prueba
mi hipótesis. Hay una previa noción de masculinidad y feminidad, que me permite
decir que ése que está pateando la pelota está haciendo algo masculino, y ésa
que está cosiendo botones, o no sé, esto de coser botones… que está peinando la Barbie está haciendo algo
femenino. Así que no es solamente la cuestión biológica.
*La normativa… Lo que sí
no asocio para nada con una ética del cuidado… Si hay algo característico de
nuestra educación es que no ha cumplido con eso. Lo asocio más al
disciplinamiento, esta manera de ser para todos iguales, independientemente de
dónde estamos.
Lo otro me parece que está
vinculados a las cosas que lo hacen distinto al varón de la mujer desde cómo lo
muestra, cómo lo danza esto de la masculinidad. ¿Se entiende? No sé si esta
persona va a andar por ahí.
*Sí, lo que hace de todas
maneras es asumir posturas críticas en torno a estas formas de
conceptualización de la masculinidad.
*Quería agregar una cosa a
lo que decía Diana sobre el positivismo, que creo que es un problema que atañe mucho
a nuestras investigaciones, o investigaciones existentes respecto de qué es ir
a estudiar masculinidades. Generalmente uno, para estudiar masculinidades, va a
trabajar con un grupo que entiende que son varones, y cuando trabaja
feminidades, con un grupo que se define como mujeres. Para mí es genial cuando
en la página 3 dice que uno de los problemas es confeccionar una lista de lo
que hacen los hombres y lo que hacen las mujeres, porque requiere que esa gente
ya esté ordenada por categorías de hombres y mujeres. Entonces, cómo romper esa
categoría previa que indefectiblemente, todas y todos tenemos a la hora de
hacer una investigación. Cómo estudiar las masculinidades sin ir a buscar
hombres que consideramos empíricamente varones. Estoy muy acostumbrada a leer
estudios sobre masculinidades con varones y estudios sobre feminidades con
mujeres, incluso en mi propia investigación, y siempre es como un núcleo del
que no he podido salir. Yo encontré un grupo de mujeres y encontré feminidades,
había un grupo de varones y me los guardé para el estudio de masculinidades.
Tengo esa categoría previa de lo que entiendo como hombres y como mujeres, y no
puedo salir de ahí.
*Del bio- varón y de la
bio- mujer.
*Exacto. No sé si es una
experiencia que comparten y una crítica que tal vez se le podría hacer a otros
estudios.
*Sí, por ahí una cuestión
que aparece problematizada en las reflexiones epistemológicas más
contemporáneas en el estudio de masculinidades, tiene que ver precisamente con
decir cuál es el objeto de estudio de las masculinidades. Si pensamos que, ante
la pregunta de cuál es ese objeto de estudio, la respuesta clásica es: estudiar
las masculinidades es estudiar a los varones, estamos haciendo una asociación
mecánica entre un cuerpo sexuado y generizado y los atributos que culturalmente
se le asignan, naturalizando que sexo y género vendrían a ser básicamente lo
mismo desde este enfoque.
*Partimos de una postura
que critica eso, porque los trabajos empiezan diciendo que entendemos el género
como una construcción cultural etc., pero sin embargo vamos y estudiamos un
cuerpo que definimos como varón o que definimos como mujer.
*A mí me surge una
pregunta a partir de lo que dice Carolina. Suponete que vos decís, voy a
estudiar lo masculino en mujeres y varones, y lo femenino en mujeres y varones,
como característica de masculinidad, pero cuando vas a investigarlo, cómo
definís… o sea, qué es lo que vos interpretás como característica femenina
dentro de una mujer o un varón. También estás partiendo de una categoría
previa, más allá de que no asocies el sexo con el género, tenés igual una
concepción ya previa. Me parece que es igual, te metés en el mismo lío, no sé
cómo se sale de eso…
*Yo creo que no es que
sólo que el cuerpo está sexuado, sino que la mente del investigador está
sexuada. Entonces, creo que una forma de salir de eso es visibilizar este
conflicto que tenés como investigadora y… no sé, otra cosa no se me ocurre.
*No partir desde una
concepción naturalizada de lo que es lo femenino y lo masculino, sino dar
cuenta dónde te estás situando. Un poco el problema de estas concepciones, no
sólo de la positivista, también lo vamos a ver en la esencialista o en la
normativa, es que siempre van a tomar un núcleo que consideran lo
característico de la masculinidad, y que muchas veces ni siquiera se molestan
en explicarlo, explicitarlo, porque suponen que es “lo natural”, y que está
sobreentendido. Entonces, en esta definición de ir hacia los varones o hacia
las mujeres, hacia lo femenino o hacia lo masculino, sin la necesidad de dar
cuenta cuál es la construcción que vos estás haciendo de lo femenino y
masculino o de lo que son las mujeres y lo que son los varones, justamente lo
que estás haciendo es naturalizándolo y reproduciendo ese circuito. En última
instancia, lo que vas a buscar en un varón y que vos ya tenés una noción de lo
masculino que nunca explicitás, vas a encontrar en ese varón lo que estabas
yendo a buscar, sin la necesidad de haber hecho la investigación.
*O vas a ver como
masculino cualquiera de sus prácticas, porque parten de un supuesto masculino
ya previo.
*A mí me parece muy
interesante esta parte del texto porque en el párrafo siguiente al que vos
señalaste habla justamente de eso. La idea es no considerar quienes realizan
las actitudes masculinas, prácticas masculinas, y en ese sentido a mí también
me surgió eso cuando Diana habló de esta mirada positivista, porque es eso.
Sino sería una cuestión descriptiva, todo lo que hacen los varones va a ser
masculinidad, y lo siguiente que dice Connel es que si esto fuese así, no tiene
sentido un concepto como masculinidad, o como lo masculino y lo femenino.
Hablaríamos de hombres y mujeres, y no serían estudios de masculinidades, sino
estudios de varones y estudios de mujeres.
*Porque también puntualiza
que hay mujeres que se denomina que tiene actitudes masculinas, y varones a los
que se dice que son afeminados. Es decir, ni siquiera es solamente que lo que
hacen los varones es masculino, porque justamente tenemos ese preconcepto.
*También, en la tercera
posición que ella critica, la normativa, ella dice que se pone una norma,
muchas veces muy estricta, un estereotipo de lo que es un varón y un
estereotipo de lo que es una mujer. Tampoco se espera, porque es una norma, que
todos los varones caigan bajo esa norma, o todas las mujeres bajo aquella otra,
porque es una norma exagerada. Son tipologías masculinas que implican roles
apropiadores, violentos, sojuzgantes, y todo lo que significa esa norma de la
masculinidad. Entonces se plantea la polémica entre la norma y el conjunto de
los sujetos. La mayoría de los varones no se sujetan a la norma, y la mayoría
de las mujeres tampoco se sujetan a la norma de feminidad. Quedaría el
contrasentido de pensar que entonces, la mayoría de los varones son no
masculinos, de acuerdo a la norma, y la mayoría de las mujeres son no femeninas
de acuerdo a la norma, porque la norma es absolutamente exagerada.
*Una de las cosas que me
gustaron –por ahí me estoy adelantando- pero una de las cosas que me gustaron
de esta autora es que a partir de su lectura no me quedo pensando en la
masculinidad, sino en masculinidades. Me gustó que trabaja las jerarquías
dentro del mundo de los masculinos, trabaja los subordinados a esa hegemonía, y
me preguntaba si no se puede cumplir un doble rol. Es decir, ser subordinado
dentro del mundo de los varones, y ser hegemónico frente a las mujeres.
*Ser hegemónico no sería
una categoría absoluta, sino relacional. Alguien puede tener una masculinidad
subalterna, porque por ejemplo es un hombre negro y en términos raciales es una
masculinidad subalterna, pero en términos de las mujeres ser hegemónico por su
condición de género.
*Me interesó mucho el
concepto de complicidad, porque puede ser hasta una herramienta que tenemos, o
una estrategia para hacernos valer más frente a otros grupos.
*Ella siempre insiste en
la movilidad, el carácter histórico y los cambios que producen, y me parece que
también hay movilidad de categorías, que no estamos todos metidos en una, sino
que podemos jugar de acuerdo a los contextos y grupos en los que nos movemos.
La complicidad me pareció uno de los aportes más interesantes del texto.
*Respecto de lo que
planteaba Diana de esto de la norma, también me parece interesante que la
norma, lo que sí establece son premios y castigos. No se llega del todo a la
norma, pero quien no llega o no quiere o busca otra cosa, tiene de alguna
manera un castigo de marginación, o de posición diferencial. Nunca se va a
llegar a la norma, pero la norma actúa para que se atienda a esa norma.
*Claro, eso es lo más
eficaz, pero lo que Connel se va a preguntar es, si es la forma más adecuada de
definir la masculinidad para los estudios. En este sentido, su eficacia no
garantiza que sea una definición apropiada, precisamente porque no alcanza a
describir la totalidad de los varones con un rasgo que permita hablar de ellos
sin usar el propio concepto de masculinidad.
*Y tampoco referido a las
violencias, porque si fuera tan eficaz, no sería necesaria la aparición de la
violencia, más explícita.
*Por ahí vengo escuchando
las intervenciones y formándome una idea general de lo que van hablando. Por
ahí, en la idea escindir la práctica política de práctica científica, me parece
que ahí hay un legado importante que tiene que ver con lo que hablábamos antes,
el positivismo, el iluminismo, el pensamiento occidental de pulir, de limar las
diferencias en el afán de dominar. Entonces, me parece importante que podamos
identificar que este tipo de investigaciones suponen el desafío de que hombres
y mujeres nos veamos interpelados en nuestras prácticas a partir de lo que
investigamos, y de esa manera empezar a configurar formas alternativas de
pensar el pensamiento científico, pero al mismo tiempo, de la mano de la
práctica política. Me parece que es algo importante, porque de ahí, ya lo que
es la práctica masculina y la práctica científica, al menos en mi caso, lo que
busco es que puedan encausarse en una práctica conjunta. Algo que no me cerró
–no lo leí y vos recién hiciste mención- es la idea de imperfección a la hora
de pensar la violencia, y relacionándolo con el concepto gramsciano, también.
La coerción, la idea de hegemonía no da cuenta de una idea de imperfección,
sino da cuenta, en una última instancia, de una parte necesaria para mantener
la lógica de dominación. Entonces, pensarlo como imperfección supondría pensar
un perfecto en el cual se podría dominar sin que haya crisis, y me parece que
justamente ése es el desafío: no pensar que en este sistema masculino
hegemónico y con las prácticas de subordinación puede haber perfección, porque
la violencia es necesaria.
*En relación a esto
último, a mí me parece que ahí hay algo que no necesariamente hace explícito,
pero que tiene que ver con una concepción foucaultiana, y tiene que ver con la
sutileza del poder y la no revelación de esa intención. Mientras más explícita
sea la voluntad de dominación por parte del poder, más en evidencia queda. En
ese sentido me parece que plantea imperfección de la violencia, para dejar al
descubierto la necesidad de la dominación que con todos estos otros mecanismos
más sutiles, justamente se da otras garantías de reproducción del sistema de
dominación. Obviamente, desde otra concepción materialista dialéctica, vamos a constatar
que la violencia es constitutiva de esta forma de dominación.
Pero ahí, lo que digo es
que hay una idea que explicita en términos de hegemonía de Gramsci, pero
también podemos ver otras formas de pensar la sutileza y los mecanismos de
dominación. En este sentido va a plantear –y eso lo vamos a ver también en
otras autoras feministas contemporáneas como Rosa Cobos y otras- una reacción
patriarcal como un mecanismo de agudización de la violencia ante la
democratización de las relaciones de género. Por ejemplo una discusión podría
ser –y en todo caso después la podemos pensar- si lo que tenemos hoy es una
mayor visibilidad de la violencia y de los feminicidios, o también, más allá de
la visibilidad, una forma más cruda de ejercicio de la violencia de género en
el marco de una democratización o cierta flexibilización de las relaciones de
género. En ese sentido digo cómo pensar el recrudecimiento de la violencia como
una forma de reacción ante la tendencia de crisis del orden de género, del cual
está hablando Connel en ese momento. Justamente, está planteando violencia
atada a la idea de tendencia de crisis, o sea, violencia como reacción a la
crisis. Esa crisis es democratización de las relaciones de género, porque las
va a ejemplificar cuando hable de las relaciones de producción y de las
relaciones de cathexis hacia el final del texto; va a ejemplificar cómo esas estructuras
de relaciones de género se van modificando desde los últimos años con la
participación masiva de las mujeres en el empleo, en función de la mayor
legitimación de las prácticas sexuales no heteronormativas. Ahí va dando de
cuenta de algunas modificaciones, y me parece que en ese marco de
modificaciones hay que contextualizar la violencia como un mecanismo de
perpetuación del statu quo que no sería necesario, a lo mejor, si no existieran
estas formas de democratización. En ese sentido manifiestan un recurso que ella
considera imperfecto.
A mí me parece que es
interesante ver cómo, implícitamente, algunas de las cuestiones que ella
plantea tienen que ver con retomar las teorías feministas, y en este sentido
poder recuperar algunas cuestiones que no quedan explícitas pero que, al menos
desde mi punto de vista, dan cuenta de cómo se sitúa desde un bagaje que tiene
que ver con los estudios feministas.
Una de las cuestiones
tiene que ver con esto último, que yo asocio al concepto de Cecilia Amorós de
metaestabilidad del patriarcado; cómo el sistema patriarcal, al igual que el
capitalismo, busca reproducirse y mantenerse, y a partir de ahí tiene que
generar determinados cambios, determinadas transformaciones para poder mantener
su posición de hegemonía.
En ese sentido, es
interesante ver cómo muchos cambios que ella plantea, –y de hecho lo menciona
explícitamente- a pesar de estas modificaciones en las relaciones de producción
y las relaciones de cathexis, seguimos hablando de un sistema patriarcal. Pone
entre paréntesis algunos de estos cambios, donde habla de algunas de estas
relaciones que se van a democratizar. Si quieren buscamos la referencia
concreta en el texto: “Las relaciones de cathexis han
cambiado visiblemente con la estabilización de la sexualidad de lesbianas y
gays (…)” (Connell, p. 20)
Esto es uno de los
ejemplos, lo plantea en términos de relaciones de poder, relaciones de producción
y relaciones de cathexis.
Cuando ejemplifica las
relaciones de poder, dice: “Las relaciones de poder muestran
las evidencias más visibles de las tendencias de crisis: un histórico colapso
de la legitimidad del poder patriarcal, y un movimiento global por la
emancipación de las mujeres. Esto es alimentado por una contradicción
subyacente entre la desigualdad de mujeres y hombres, por un lado, y por las
lógicas universalizantes de las estructuras del Estado moderno y de las
relaciones del merca-do, por otro.” (Connel, p. 19)
Cuando ella habla de relaciones de
poder, habla de patriarcado. Esto lo hace cuando lo conceptualiza, más allá de
los cambios, que es lo que hace acá al final, va a estar planteando justamente
las relaciones de poder como el sistema patriarcal y el lugar de dominación en
general de los varones, y el lugar de subordinación en general de las mujeres,
como uno de los ejes principales. Quizás quedan otros temas por fuera que
tienen que ver con la heteronormatividad obligatoria y demás, que al menos no
son explicitados en este texto.
Pero poder pensar lo que planteaba
Lucía en relación a cómo se dan determinados cambios, y si realmente estos
cambios ponen en jaque el sistema hegemónico o no, o cómo también podemos
pensar en los cambios dentro de la misma hegemonía. Connel va a dar cuenta de
algunas de estas modificaciones que democratizan las relaciones de género, pero
en el marco de un mismo orden de género y estructura de poder.
Otra cuestión que me parece que aparece
ahí implícitamente, tiene que ver con el pacto interclasista masculino a la
hora de poder practicar esa dominación. Por eso deja de haber, por un lado, la
hegemonía y la dominación, pero aún, ese hombre en lugar de subordinación o de
complicidad, aún no llega a cumplir esos atributos del modelo hegemónico, va a
estar en una posición de poder respecto de las mujeres. Ella lo muestra con un
ejemplo que se suele usar mucho a la hora de poder dar cuenta del carácter
interclasista de las relaciones de género, que es el salario familiar. Lo vamos
a ver en Carol Pateman y otras autoras que van a dar como ejemplo los obreros
luchando por el salario familiar, garantizando que la mujer siga satisfaciendo
los lugares de reproducción social, lo cual era lo que necesitaba el capital
para que estas mujeres se mantengan en esta posición. Privatizar los costos de
la reproducción social del que el capital no quería hacerse cargo. Entonces
poder pensar –obviamente esto en el marco de otras limitaciones- que muchas
mujeres han denunciado, en este contexto, que el salario familiar implicaba que
el plus que les daban a los varones sirviera para que las sigan teniendo a
ellas como empleadas domésticas. Este es uno de los ejemplos y amerita
complejizarlo mucho más de lo que lo estoy enunciando. Es uno de los ejemplos
que da cuenta de esa complicidad interclasista por parte de los varones para
mantener a las mujeres en una posición de subordinación.
*Eso del micromachismo es
un buen ejemplo de la perfección y de la imperfección. Se ha quedado con la sutileza
que se ven en las prácticas micromachistas, e implican un nivel de perfección mayor, en el sentido de que no
evidencian esa voluntad de dominio y de
poder que sí aparece en la violencia explícita. Por eso yo decía también
la referencia a Foucault. Esta sutileza es la que permite reproducir con más
facilidad la posición de hegemonía, sin dejar en evidencia que está buscando
ejercer una posición de hegemonía.
*A mí me hacía acordar eso
a la idea de movilidad de la masculinidad, esa idea de tener que reafirmarse
todo el tiempo, de que nunca está completa. No es que se llega a una
masculinidad hegemónica, y por ahí la violencia es una de estas formas.
*A mí me llamó la atención
cuando hablaba de cómo no puede haber crisis en la masculinidad o
masculinidades, porque eso sería pensarla como una unidad, y no como todo este
sistema complejo y relacional que está tratando de proponer la autora. Que no
se trata de una crisis de la masculinidad solamente, sino crisis en todo el
sistema de género, es lo que plantea el texto.
Yo pensaba que –no podría
mencionar ningún autor-, pero sentí que hay autores que plantean que en
realidad las masculinidades siempre están en crisis con ellas mismas por el
tema de tener que estar en la norma. Siempre se quiere alcanzar la norma y
entonces siempre hay cierta ansiedad. Algunas personas que se caracterizan
masculinas, de los hombres, aunque también hay mujeres masculinas. Siempre está
esa ansiedad de ser masculino, de ser más masculino si uno realmente quiere ser
un hombre.
*Sí, pero me parece que
eso habla más de que nunca es completa, sin dar cuenta si existe o no crisis.
Creo que cuando habla de crisis está hablando de otra cosa, no que no se llega
a ser del todo masculino. Yo por ahí volvería atrás, al principio del texto
donde, -si bien lo va a criticar después por lo limitado de esta mirada más
semiótica, el enfoque relacional- explica por qué no es crisis de masculinidad.
La masculinidad es este modo de ser que pasa casi desadvertido, y ahí está
donde se pone en crisis todas las relaciones, porque es lo que fija un límite
en algún punto, la masculinidad. Como es lo no femenino, no se pone en crisis
la masculinidad, sino que un sistema de diferencias, o un sistema de relaciones
donde está lo uno y lo otro, lo que está dentro y lo que está afuera. Me parece
súper interesante que lo rescata, si bien después lo va a criticar por lo
limitado del enfoque semiótico, que apunte a eso o explicite eso. Lo dice
explícitamente, la masculinidad definida en este enfoque semiótico como no
feminidad. En la oposición semiótica, en diferencia a la normativa, donde había
dos identidades claras, la masculina y la femenina, como dos identidades que si
bien son normativas no dejan de ser un poco descriptivas, separándolas como dos
entes abstractos. En este caso van a ser bien relacionales masculinidad y
feminidad, y la masculinidad en términos inadvertidos, el lugar de autoridad es
simbólica. Cuando se pone en crisis algo, se pone en crisis el sistema de
relaciones me parece, y de diferencias, lo que está dentro y lo que está fuera,
lo que es lo no femenino. En los ejemplos después respeto de la homosexualidad,
o en realidad es la feminidad dentro de los mismos varones, o los bio- varones,
los nacidos con pito. Es eso lo que va a cuestionar todo el tiempo esa
masculinidad, lo no femenino, lo que está en este sistema de relaciones y de
vínculos.
*Me parece que en esta idea, que en realidad ella la va a presentar de manera crítica, este ideal semiótico, este enfoque semiótico, hay un aspecto que efectivamente tiene relación, que es la idea de pensarlo como relacional, como conexión. No hay manera de definir lo masculino como aislado, sino que siempre va a estar en conexión, y en particular en este antagonismo, en esta oposición con lo femenino. La diferencia es que, pensado de manera semiótica, no hay ninguna base material para eso, y eso es lo que ella va a criticar, porque en realidad sí va a poner el acento en relaciones materiales. Por ejemplo las relaciones de producción, o las relaciones de reproducción, que son relaciones materiales que van a permitir ver las relaciones de género como una estructura compleja. Me parece interesante como algunas cosas que van a poner en crisis ese sistema de género, no son cosas que tienen que ver con las luchas que podemos hacer políticas, sino que tiene que ver con el mercado. Al mercado le conviene una uniformidad de consumo, y no consumos diferenciales, porque sencillamente hay más ganancia cuando más uniforme es el consumo. Hay una crisis que tiene que ver con las diferencias de género, alentada por el disciplinamiento del mercado.
*Quería invitar a hacer
referencia, sobre todo para los que no pudieron leer el texto, al párrafo que
hacía alusión Ayelén en relación a la tendencia de crisis. Estamos hablando de
la página 19, el primer párrafo extenso: “El concepto de tendencias de crisis
requiere ser distinguido del sentido coloquial en que las personas hablan de
una crisis de la masculinidad. Por el hecho de ser un término teórico crisis
presupone un sistema coherente de algún tipo, el cual se destruye o se
restaura como resultado de la crisis. La masculinidad, como la discusión hasta
ahora lo ha mostrado, no es un sistema en ese sentido. Es, más bien, una
configuración de práctica dentro de un sistema de relaciones de género.
No podemos hablar lógicamente de la crisis de una configuración; más bien
podemos hablar de su ruptura o de su transformación. Podemos, sin embargo,
hablar de la crisis de un orden de género como un todo, y de su tendencia hacia
la crisis. Tales tendencias de crisis siempre implicarán masculinidades, aunque
no necesariamente su ruptura. Las tendencias de crisis pueden, por ejemplo,
provocar intentos de restaurar una masculinidad dominante.”
Entonces, si vamos a
plantear la masculinidad como una configuración dentro de una práctica social,
y, en todo caso, al patriarcado como orden de género, va a ser el patriarcado
el que se manifiesta en crisis, y no la masculinidad en sí misma. Me parece que
ahí está un poco la diferenciación entre el concepto, que probablemente en este
concepto aparecía como algo coloquial, pero después se han desarrollado teorías
en relación a la crisis de masculinidad, aunque obviamente no están desde el
marco teórico- político en el que se está situando Connel.
*Se han situado ahí en la crisis de masculinidad no
sólo estudios de investigación, sino que la industria cultural ha tomado el
concepto de crisis de masculinidad, y de hecho lo ha desarrollado bastante.
*Justamente ahí radica, si lo pensamos en términos
relacionales, la potencialidad de ver –lo que decía Luciano recién-, la puesta
en crisis del patriarcado y sus formas; y ahí empieza el debate de la relación
del patriarcado con el capitalismo. A mí me parece que es un punto de partida
interesante pensar cómo llevar a cabo investigaciones acerca de la
masculinidad, con ese horizonte. En ese sentido pienso que todos los intentos,
dentro de las estructuras patriarcales, de democratizar, incorporar, mantienen
intacto ese punto en el que el patriarcado se sostiene, y por tanto, la
violencia y la subordinación se mantienen también. Adoctrinan en el sentido de
que hoy hay distintas formas de… ya no se trata, hablábamos la otra vez, tal
vez de una masculinidad relacionada con aquellos valores antiguos del macho,
muchas veces eso ha ido mutando, pero sin embargo se mantiene una lógica
similar, las formas disidentes de ser varón, hasta las distintas formas de
relacionarnos se mantienen en una estructura que supone la subordinación de la
mujer por el hombre.
*Ahí está esa idea de la metaestabilidad. Unas de las
cuestiones que aparecen muy ligadas al concepto de crisis de la masculinidad es
la idea de “nuevas masculinidades”. Esto a lo mejor no lo vamos a ver
específicamente en el texto, pero es algo que ha trabajado Connel. Connel ha
retrabajado bastante sobre su concepto de modelo de masculinidad hegemónica,
sobre todo por cómo lo han recuperado los connelistas, más que por Connel
misma. Se han aferrado bastante a este concepto y lo han tergiversado bastante.
Una de las cuestiones que charlábamos –yo el año pasado estuve en el Congreso
Iberoamericano de Masculinidad en Barcelona, donde abrió Connel la conferencia-
y una de las cosas que charlábamos bastante porque tal vez en América Latina y
el Caribe, algunos grupos nos situamos más críticamente respecto del concepto
de “nuevas masculinidades”, que tiene otra legitimidad en Europa. Tiene que ver
básicamente con esto, pensar que el carácter novedoso no hace al carácter
disruptivo o contrahegemónico, sino que justamente da cuenta de las
modificaciones que se van dando en ese orden de relaciones de género. Situando,
por ejemplo, el caso de los varones metrosexuales, se podría entender que es
una forma de nueva masculinidad, porque se distancia de la forma tradicional
dónde no aparece ni el cuidado del cuerpo ni la estética como valores
masculinos, y es legitimado posteriormente. Entonces uno diría que es una nueva
forma de masculinidad. Sin embargo, hay que pensar hasta dónde altera eso la
hegemonía de las relaciones del orden de género. En este sentido, es ver
incluso cómo se hace una articulación patriarcado – capitalismo, donde quizás,
la figura del varón metrosexual sea una forma más de diversificar la tasa de
ganancia del capitalismo, sin alterar las relaciones de género del patriarcado.
Hace poquito me convocaron a dar un taller que se
llamaba “nuevas masculinidades”. Entonces dije, pónganle ¿”nuevas
masculinidades”?, entre comillas y entre preguntas, y debatamos sobre qué
significan las nuevas masculinidades. Buscando en youtube me encontré con un
video que tal vez podamos ver la próxima vez, que se llama: “la nueva
masculinidad” (http://www.youtube.com/watch?v=Ry2GlQQgXxA), y es la página web
de unos españoles que venden talleres para los hombres que son… ¡de cómo
depilarse!
*¡Claro! De hacer actividad en la comunicación, de
cómo cuidarse estéticamente…
*¡El hombre nuevo!
*¿El hombre nuevo? (risas) El hombre new age, digamos.
Entonces, se trata de la idea de situar lo novedoso,
hacer una exaltación de lo novedoso, en referencia a algo tradicional, sin
poder ver cuáles fueron las modificaciones del patriarcado. Es algo totalmente
legitimado y no altera las relaciones de poder. Habría que ver también si
situándolo históricamente y espacialmente qué es lo que sucede. No es lo mismo
el metrosexual en una ciudad urbana con hegemonía de clase media que lo que
sería un metrosexual en el campo de Santiago del Estero, que seguramente no
tendrá la misma legitimidad. Pero poder pensar, en el marco del orden de
género, que lo novedoso no hace a lo contrahegemónico. Entonces, si nosotros
estamos planteando la nueva masculinidad en el marco de estas discusiones, sí
es necesario situarla respecto a la hegemonía. Ahí Connel va a desarrollar un
concepto que no aparece en este texto, que es posterior y se puede ver en la
conferencia que después les mandamos por mail, que es el de masculinidades
emergentes o masculinidades orientadas hacia la igualdad. Ahí ya saca el eje de
la idea de la novedad para dar cuenta del carácter disruptivo respecto del
orden de género tradicional.
*Yo les recomiendo, Marxismo y Literatura, de Raymond
William. Me parece que ahí, William analiza cómo se pone en juego el concepto
de hegemonía de Gramsci, que acá está muy bien explicado, para ver la dinámica
de la cultura. Ahí está muy clara la pregunta por lo nuevo. Lo nuevo muchas
veces aparece como contrahegemónico, y no… En el planteo y la dinámica que se
da, lo nuevo, lo residual, lo contrahegemónico cómo va jugando acá. Porque
justamente, si estás pensando una idea de masculinidad hegemónica, en seguida
lo nuevo se te aparece como lo que rompe con la masculinidad tradicional. Yo me
situé en ese problema en la tesis, se llama “Nuevas masculinidades” de hecho,
pero no es lo que hablábamos antes…
Me enfrenté a un montón de notas o videos, trabajé con
ellos como material, en la tesis, y hay mucho la idea de que lo nuevo está
vinculado a lo que libera, por ser diferente a lo tradicional. A mí me parece
que tiene que ver con esto, y Connel lo viene diciendo hace mucho parece, de no
ver la masculinidad como algo estático. La masculinidad hegemónica confundirla
con la tradicional, y no darle el valor que tiene la palabra hegemónica atrás
de masculinidad.
*Ahí me parece que ella hace un aporte interesante cuando
dice dónde están las limitaciones de estos cambios. Siempre hay limitaciones,
como es una estructura material compleja, hay limitaciones de estos cambios.
Vos podés querer una nueva paternidad en los varones y con eso impactar en la
estructura de masculinidad, pero resulta que la licencia por paternidad son dos
días, o sea que el desarrollo de este rol implicaría que los varones
abandonaran parte de su vida laboral para poder desempeñar este rol, o parte de
su tiempo aplicado a otro tipo de actividades, cosa que nos pasa a las mujeres
cuando queremos asumir el rol de maternidad. Entonces, creo que si bien son
papeles desafiantes, está esta cuestión de los límites que estos cambios puedan
tener, tener conciencia de estos límites, porque estamos proponiendo un cambio
en una estructura material compleja que tiene muchas determinaciones. Hay algo
muy interesante cuando ella habla de la crisis, que es que no podemos prever
las consecuencias que puede tener esto. Es decir, la consecuencia puede ser por
ejemplo, una irrupción mayor de violencia, porque es restaurar el sentido
hegemónico de masculinidades. Puede haber un avance muy prometedor, y el
resultado ser que hay una reacción colectiva de rechazo y de endurecimiento de
las condiciones de disciplinamiento, también para los varones que no son
hegemónicos, que también van a ser sujetos de ese disciplinamiento.
*Una pregunta: ¿no puede ser que en el tiempo, por
ejemplo, empiecen algunos cambios más al interior de los padres, que asumen
roles en la paternidad, que después, capaz que de acá a cinco, diez años,
llegue la licencia ampliada?
*Yo intenté durante cuatro años la licencia ampliada
como diputada, no creo que haya que esperar los próximos cinco años. Creo que
es algo que hay que hacerlo, y no es que lo obturaron los varones; lo obturaron
varones y mujeres sindicalistas, o sea que vino por el lado de cómo los
sindicatos están subordinados a la patronal y no a la representación de los
intereses de los trabajadores, tiene que ver con otras complejidades. Por eso
me parece que pensarlo en esta estructura de subordinaciones de clase, de
etnia, no solamente de género te ayuda, a no desalentarte. Yo era hippie, creo
que hasta uno puede hacer la diferencia, pero creo que ese uno tiene que tener
en cuenta, si lo vamos a considerar como algo beneficioso para romper los roles
tradicionales, que la ruptura de esos roles no depende sólo de las cuestiones
de género.
*¡Compiten a ver quién está mejor depilado!
*Se trata de seguir reproduciendo el capitalismo, el
consumo, el mercado, y sigue desviando. Esto es lo que me surgió de la primera
pregunta de cómo analizar. Ya de entrada está re dividido, es muy difícil
llegar a esa igualdad que uno quiere que prime.
*Voy a compartir algo de lo que decía Carolina. Parece
que ahí nos pasan dos cosas, que tienen que ver con concepciones
epistemológicas y metodológicas a la hora de investigar, y también tiene que
ver con posturas políticas, y cómo nos pesa, cómo se esbozan muchas veces
determinados planteos en términos políticos, sobredimensionando estos cambios,
y caemos en esto de decir: esto no es contrahegemónico, indignados porque se le
diga “nueva masculinidad” a uno que se compró una crema Avon, y que de repente
parece que se acabó el problema. Se sobredimensiona completamente lo que
significa esta alteración o la flexibilización de los estereotipos de género,
pero me parece que tiene que ver con pensar las relaciones de poder y no
focalizar en los estereotipos. Si se diversificaron los estereotipos, pareciera
que todo está cambiando. En este sentido, alertar en relación a eso, sobre todo
por los riesgos del discurso político, y de los efectos de ese discurso. Una de
las cuestiones que a mí me interesa recuperar, tanto a la hora de pensar la
investigación como de pensar mi práctica política, es la idea de la sospecha
feminista como hermenéutica, como mirada a la realidad social. En ese sentido
digo que sospecho sobre la idea de nueva masculinidad, porque lo que veo ahí es
la intención de manifestar como cambio, como transformación algo que tiene
bastante poco de eso, en función de perpetuar determinadas relaciones de
dominación. Ahora, una cosa es salir a dar una discusión política en relación a
eso, y otra es hacer una investigación de campo, donde claramente, si uno parte
de la concepción de que toda práctica tiene que ser situada como transformadora
y emancipatoria o bien como reproductiva, simplemente va a ver a través de esos
lentes, y ponerlo en uno de esos dos polos a esa práctica, sin poder ver las
alteraciones, las agencias que implican modificaciones tal vez mucho más micro
y situadas, fundamentalmente. Así como podemos partir de un preconcepto
naturalizado de qué es lo masculino y qué es lo femenino, también podemos ir al
campo y hacer investigación, con una concepción naturalizada y etnocéntrica y
clasista sobre lo que es transformador y lo que no, y vamos a ver a cada uno de
esos sujetos y categorizar sus prácticas desde esa lógica, dominocéntrica, con
la idea de que es emancipatoria o es reproductiva, y sí me parece interesante
ver justamente cómo, en el marco de las limitaciones que implica, poder ir
leyendo esas transformaciones. Pero alertando sobre el sistema social y las
características que tiene, y en dónde uno lo está situando, porque si uno
tampoco sitúa esas modificaciones y esas prácticas y agencias en el marco de un
sistema de dominación que se autoreproduce y va buscando perpetuarse en una
posición hegemónica, también puede caer en sobredimensionar los efectos
políticos de esas prácticas. En términos epistemológicos, metodológicos e
incluso políticos, me parece que estoy totalmente de acuerdo en poder leer esas
prácticas en el más acá de la hegemonía.
*Incluso
que la emancipación puede darse en términos que nosotros no consideramos
emancipatorios. Una anécdota breve: yo trabajé con la cumbia villera, en el
2001 al 2004. Eso puede pensarse no emancipatorio desde el feminismo, pero las
mujeres que cantaban esas canciones, que incluso estaban representadas en esas
canciones, hablaban de una sexualidad de goce para las mujeres. Entonces,
pensar si eso es reproducción o cuestionamiento al patriarcado solamente,
quedaba encerrado en ese binarismo. Pero después de un tiempo de salir de mi
propia indignación, veía que ahí había mujeres activadas en lo sexual. No es la
emancipación que uno desearía, o sí, no sé, de todas maneras no se estaba dando
en los carriles ideológicamente buscados, pero había. Entonces, para mí esa fue
una enseñanza, corrernos de la pregunta inmediata, de que esto habla de que las
mujeres tienen más libertad para elegir su pareja sexual o no. Tal vez es más
complejo y no se puede solamente con este trabajo responder, pero sí para
correr la pregunta por la hegemonía todo el tiempo.
*En lo
personal, me resultó muy interesante el concepto de Foucault de resistencia. O
en general la idea de resistir, más allá del concepto de Foucault, que va más
allá de la mirada macro, o que no supone hacer en cada una de esas expresiones,
en las cuales uno ve puestas en cuestión de las lógicas dominantes hegemónicas,
no nos implica llegar a un nivel macro, de a partir de eso ver si se está
dando, en términos contrahegemónicos, sino que simplemente son expresiones de
resistencia de cómo esos dispositivos suponen o no hacen actuar. Me parece que
es interesante verlo desde ese lugar, porque entonces ahí, es válido pensar que
cada una de esas expresiones de esos momentos suponen resistencia, y por tanto
cambio.
*Me
pareció interesante que pensar siempre en términos hegemónico – contrahegemónico
nos sitúa siempre –estaba pensando en la cumbia villera o estos ejemplos que
vos mencionás- siempre lo liberador, contrahegemónico parte de un sujeto de
conciencia, y su práctica va a ser liberadora porque fue consciente de eso, y
es como mucho peso a la voluntad me parece; y la hegemonía no es coherente,
entonces la contrahegemonía tampoco lo va a ser.
*La
hegemonía no es coherente y la contrahegemonía tampoco la va a ser. Me parece
que es un buen resumen de este artículo.
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