Conclusiones del grupo de Tertulia de la Universidad de Buenos Aires sobre el texto de Seidler (2000): "La masculinidad"
en La sinrazón masculina. Masculinidad y teoría social,
PUEG-UNAM-Editorial Paidós Mexicana, S. A, México, D. F., (pp. 167-180).
Tertulia Interuniversitaria Internacional
sobre Estudios de Masculinidades
Presentación del texto de Víctor Seidler
El artículo se llama La Sinrazón Masculina ,
y es un capítulo de un libro que se llama La
sinrazón masculina. Masculinidad y teoría social.[1]
Una cosa que me parecía útil era poner en contexto ese
capítulo, en el sentido que tiene el libro. El capítulo en sí tiene dos partes,
y ambas son bastante centrales a los temas que a él le interesa tratar en el
libro. Una es sobre Los hombres, la experiencia
y el feminismo; y la otra sobre El
hombre, el poder y la teoría social. Es un poco reiterativo. Si leyeron el
capítulo, vieron que vuelve sobre los mismos temas de una manera insistente. El
libro en general es así. Tiene algunas ideas fuertes en la cabeza, algunas vinculadas
a obras anteriores de él, y otras que trató en obras posteriores. Es un autor
que produce mucho.
Si bien la traducción es del 2000, el libro es de los
años ’90, y entonces él todavía se ubica dentro de la polémica -de los temas presupuestos
que están en ese contexto- entre modernidad y postmodernidad, sobre todo en un
aspecto, que visto desde el movimiento fue bastante preocupante, que es la
cuestión del sujeto. El debate sobre la existencia o no existencia del sujeto,
en relación con la acción, la capacidad de agencia, con la acción política o
con la praxis. Ése es un tema que desde el marxismo, sobre todo, se discutió
mucho, y él va a ponerse dentro del marco de esta polémica modernidad –
postmodernidad, y también entre el discurso moderno racionalista más liberal, y
el discurso marxista. Esto está dando vueltas dentro del texto.
Otro aspecto que está dando vueltas, es la idea de
masculinidad y teoría social. Se propone discutir qué tipo de teoría social es
la que tenemos que usar cuando analizamos la cuestión de la masculinidad. Sobre
todo va a tomar un debate entre una teoría social que analice al sujeto
individual, sobre todo desde la psicología social, es decir, analizar la
subjetividad y ver qué impacto tienen ciertos imperativos sociales sobre la
construcción subjetiva que un individuo hace sobre su identidad y su
sexualidad; y la otra es pensarlo desde el punto de vista sociológico, desde
una sociología más usual dentro del pensamiento feminista, que es el
constructivismo. Entonces, se trata de ver si este modo de la teoría de género,
que es la teoría social constructivista, es útil para analizar la masculinidad,
así como ha sido útil para analizar la subordinación femenina. Éste es también
un debate entre la psicología social y la sociología constructivista, que va a
estar como contexto participando del capítulo que vamos a ver.
La otra es que él, cuando habla de feminismo, va a
tomar el discurso del feminismo radical, incluso diría, aunque él no lo formule
así, del feminismo lesbiano. Él va a tomar la idea de que hay una violencia
estructural dentro de la masculinidad –yo recuerdo ahora un cartel en el
Encuentro Nacional de Mujeres que decía: “un violador no es un enfermo, es un
hijo sano del patriarcado”-. La idea de que toda masculinidad patriarcal es una
masculinidad violenta, y es una masculinidad que además se apropia violenta y
legítimamente del cuerpo de las mujeres, que toda penetración es violación. Entonces,
una sexualidad heterosexual –algo que él después va a tratar en el capítulo-,
es una sexualidad intrínsecamente violenta. Cuando él está hablando de
feminismo, está hablando de ese feminismo radical que tenemos como contexto en
el capítulo.
Otra cuestión que es un presupuesto: cuando él habla
de cultura, su diálogo, sobre todo porque él trabaja y reside en Inglaterra, es
con Estados Unidos. Después no tanto, porque ya empezó a interactuar con
sociedades africanas. Yo lo conocí en México y ahí ya estaba trabajando con
otras diversidades. Pero en este momento, parte de una sociedad anglosajona,
que es el contexto cultural en el que él va a trabajar, el presupuesto es de
sociedades occidentales y protestantes, con la religión protestante como una
moral impuesta, una moral puritana. Esa moral puritana y protestante, y esa
sociedad occidental, liberal, de habla anglosajona, son el presupuesto de lo
que él llama “cultura” o “la influencia de la cultura”. Esto diría que son
presupuestos que están en el capítulo y que es bueno tener presentes para ver
el sentido que él le está dando a las cosas cuando habla de modernidad, cuando
habla de sociología, cuando habla de feminismo y cuando habla de cultura. Porque
está hablando de esto, es bastante restringido.
Luego, el capítulo comienza con una pregunta, que va a
regir la indagación que va a hacer en todo el capítulo, y por eso me interesó
transcribirla: “¿Por qué han tardado
tanto los hombres en explorar su experiencia de la masculinidad?” (p. 167)
Es una pregunta que él después va a analizar. Es
filósofo Seidler, e incluso si ustedes leen otros textos de él –en este texto
creo que hay una referencia a la ética kantiana, como una ética típicamente
iluminista, es decir, una ética de la modernidad que va a definir como sujeto
solamente al sujeto racional, que va a eliminar cualquier subjetividad que no
se maneje a través de la racionalidad, y va a excluir la emocionalidad como un
obstáculo-, como él se va a referir muchas veces a esta división de un
universal masculino racional y una emocionalidad que no entra dentro de la
definición ni de lo humano, ni de lo masculino. Saber que el modelo que él maneja
es este modelo kantiano, ayuda a pensar en qué racionalidad él está pensando.
En la introducción que él le hace al libro, habla de
las críticas que va a recibir. La ilustración, el iluminismo moderno, también
los ejemplifica con autores. Con Nietzsche, con Wittgenstein. Va a estar
girando entorno a modelos filosóficos de pensamientos, porque es la disciplina
de él.
Entonces “¿Por
qué han tardado tanto los hombres en explorar su experiencia de la
masculinidad?”.
Aquí me parece que hay palabras fuertes: la palabra hombres
y qué significa hombres; la
palabra experiencia que es donde él se va a detener, diciendo que los
varones prefieren que su naturaleza sea descripta de afuera, porque han
delegado en las mujeres esa descripción, o porque prefieren que desde un
sistema externo se les diga cómo son, aún cuando ese sistema externo les diga
que son una porquería, que son violadores, violentos… Pero eso tranquiliza
subjetivamente, porque no los pone en el trabajo de tener que definir, de
acuerdo con sus experiencias, qué cosa es la masculinidad, y masculinidad como
el resultado de algo que después se va a ver, a lo largo del capítulo, que ese
algo que es la masculinidad, debe ser definida no sólo como experiencia
individual.
Por eso la segunda parte tiene que ver con el poder y
la teoría social. Él va a proponer algo que sea involucrarse en un movimiento,
algo que también hizo el feminismo, que empieza con grupos de concienciación,
grupos donde se hablaba de la experiencia, y luego va hacia las formulaciones
teóricas, y finalmente hacia movimientos de activismo, etc.
Entonces, una primera cosa que él va a decir en la
primera parte: Los hombres, la
experiencia y el feminismo, es que los
hombres han dejado en manos de las mujeres la explicitación de sus emociones,
-ya sea como madres, primero, suponiendo que el hecho de que las mujeres tengan
que criar a sus hijos cuando todavía no pueden expresarse, hace que las mujeres
asignan emociones, y tienen el trabajo de cuidado como parte de una sociología
de los roles-. También a las mujeres les quedan estas tareas de cuidado que
incluyen este cuidado del otro, esta preocupación por el otro-, por lo tanto la
empatía es una cualidad alentada en las mujeres, donde los varones descansan en
que son las mujeres las que se ocupan del trabajo emocional. Por lo tanto, qué
emociones tienen los varones es algo que van a decir las mujeres, y los hombres no exploran su propia
emocionalidad, en parte, porque ese trabajo ya está hecho y hay una cierta
comodidad en eso, pero en buena parte, porque explorar la propia emocionalidad
no es de varones, no es de hombres.
Explorar
la emocionalidad es algo femenino. Por lo tanto explorar si
emocionalmente están de acuerdo o no con el modo en el que se los define, sería
hacer una tarea interior. Por eso me parece muy importante el concepto de
experiencia, que está reñida con la definición de masculinidad. La masculinidad
tiene que ser productiva, y no reflexiva sobre lo emocional. Inclusive, él va a
definir después las responsabilidades que la masculinidad tiene hacia otros,
son masculinidades vinculadas con la
productividad: el sostener económicamente al grupo familiar, el defender,
el salir al frente del grupo, pero no una responsabilidad por las propias
acciones que tienen en decisión emocional. Prefiero esto a esto, me gusta más
esto que aquello, hablo de mis preferencias y hablo de mis emociones. Ésa es
una cosa que los varones no hacen, porque culturalmente es un camino que no se
habilita para ellos.
Luego, hay una polémica, donde él dice que el feminismo afirma que todos los hombres
son violadores en potencia. Lo que tenemos aquí, sin embargo, no es el feminismo. Hay un feminismo que
podría definir las cosas de esta manera, pero en general es un feminismo
separatista. ¡Hay muchos discursos feministas! Él se queja de que se ponga a
todos los hombres en una misma bolsa, pero muy sutil con el feminismo no es.
El feminismo, al afirmar que todos los hombres son
violadores en potencia, produce varios efectos: primero menosprecia la
diferencia entre los hombres al generalizar, porque cuando dice todos los hombres no hace diferencia
entre hombres de distinta clase, de distinta orientación sexual, de distinta
etnia, de distinta edad. El todos los hombres abarca un universal
que hace que por su condición de hombres, van a ser indiferenciados.
Segundo, refuerza
la concepción tradicional de la masculinidad como dominada por una naturaleza
animal. Ésta es una idea que él atribuye precisamente al pensamiento
filosófico protestante: decir que un hombre tiene que luchar con sus impulsos,
tiene que luchar con sus instintos, porque en realidad su naturaleza lo
arrastra hacia una sexualidad desbordada. Entonces, la virtud consistiría en
dominar esa tendencia, aparentemente irrefrenable. Esta concepción de que todos
los hombres son violadores en potencia, da una definición que viene a legitimar
justamente esa construcción tradicional de la masculinidad como dominada por
una naturaleza animal.
Tercero, refuerza
en los varones una concepción negativa de la masculinidad, y por lo tanto,
odio y culpa. Es decir, refuerza sentimientos que luego los varones no van a
explorar y que no van a explicitar, porque eso es parte de la dificultad.
Sentir esas emociones, y no legitimar esas emociones, porque sería incorrecto,
ya que son varones, y son varones violentos, expresar esa violencia, porque
justamente, ese odio y esa culpa van a reforzar la propia idea que generan el
odio y la culpa. Entonces, esta idea de concepción negativa.
Cuarto,
refuerza el análisis racionalista totalizador, y obstaculiza la responsabilidad
por las propias emociones. Al decir, todos
los hombres, si un varón acepta esa definición, acepta una definición
universal, y entonces no tiene que revisar si sus sentimientos y sus emociones
particulares son, o no son acordes con esa definición. Acepta que cae bajo esa
definición como cualquier otro varón, y puede ser alguien que pertenece a ese
club de varones, donde todos tienen la misma definición, no van a revisar su
emocionalidad, ni van a hablar con otro varón sobre si acuerdan o no con eso.
Entre varones no se habla de eso, porque están en ese mismo frasco de
caramelos, por lo tanto, nadie le pregunta al otro si es un caramelo. (Les puse
el ejemplo de un frasco de caramelos, no de arañas, o…). Entonces, refuerza
este análisis totalizador y obstaculiza asumir la responsabilidad por las
propias emociones. Si un varón siente un impulso violento, no es una
responsabilidad individual, tiene que ver con la naturaleza de la masculinidad,
y si no lo siente, no se lo va a preguntar ni va a preguntarse por qué no
coincide con esa definición, sino que va a tratar de disimular, de pasar
inadvertido, de caer dentro de lo general, no manifestar su diferencia con esta
visión totalizadora, porque se acepta dentro de esa racionalidad general.
Quinto, los
hombres aceptan este análisis, con lo que vuelven a poner en manos de las
mujeres sus sentimientos. Es decir, al aceptar que sean ellas las que los
definan emocionalmente, vuelven a desligarse de tener que definirse a sí mismos
cada uno individual y personalmente, y vuelven a ponerlo en manos de las
mujeres, esta vez feministas, que no los quieren, feministas que los describen
como sujetos desagradables. Pero la comodidad de poner la definición en manos
de otras, los resguarda de tener que hacer su propia definición.
Habla de la idea de la influencia de la idea cultural de la masculinidad, su construcción
social e histórica, y la propia vivencia de los hombres. (p.169)
Cuando habla de esta influencia cultural, está
hablando de esta influencia de una
sociedad protestante, esta influencia cultural de la que hablamos al
comienzo.
Otra cosa que va a mencionar es la desconexión de las formas de masculinidad heredadas, y la
relación con las propias emociones, sentimientos y deseos. (p. 169). Es
decir, al aceptar este ideal cultural de la masculinidad como una masculinidad
que es puramente racional, que no está ligada a las emociones, que tiene
aspectos instintivos, violentos, apropiadores, etc., no se analiza de qué modo
está desconectado este ideal con lo que los varones pueden sentir, o preferir.
Está desconectado, pero no se manifiesta esta desconexión.
Otra cosa que me parece muy importante, es este recelo que manifiesta el autor con la idea
de que un hombre puede ser feminista, o el hecho de que hombres se planteen
como hombres feministas. (p. 171) Es refinado el análisis que hace y es
interesante. Él se pregunta cuál es la relación correcta de los hombres con el
feminismo, porque el varón que se hace feminista acepta el discurso feminista,
incluso sobre la propia masculinidad, sin revisarla. Hay esta delegación. Dice
que si un varón realmente quisiera ser feminista, lo que tendría que hacer es
revisar por sí mismo, hacer todo el trabajo de experiencia, todo el trabajo de
concienciación, y desde su masculinidad definir cuáles son los objetivos con
los cuales se va a comprometer con el feminismo, objetivos de no subordinación
de las mujeres, pero no meramente adherir al modo en que las mujeres lo
definen.
Otra cosa interesante es poner la cuestión de la
maternidad y la paternidad. (.p. 172).
El pregunta: ¿la paternidad es nada más que el hecho
de hacerse cargo los varones del modo en que fue definido por las mujeres? Él dedicó
mucho tiempo y mucha biografía a definir la paternidad, y trabajó mucho sobre
su propia experiencia de paternidad. Se pregunta si no tienen los varones que
hacer una definición de sus propios modos de conectarse con los hijos, de jugar
con los hijos, de cómo establecer equilibrios de tiempo con sus hijos; ¿todo
eso no tendrían que definir los varones desde su propia experiencia subjetiva?
Y no decir: es verdad, el cuidado no es sólo función
de las mujeres, nosotros también vamos a cuidar, pero lo que vamos a hacer, es
hacer una parte del cuidado tal y cómo las mujeres lo han definido. Así como
hace esa crítica del feminismo, hace también una crítica a los ideales de cuidado, y a la idea de paternidad como una
co-maternidad.
Otra cosa que se va a preguntar es qué relación hay
entre la revisión de la masculinidad, y las cuestiones vinculadas con la
diversidad sexual, con la homosexualidad. Dice que aceptar la visión feminista radicalizada con respecto a la
heterosexualidad, parece poner en juicio toda relación heterosexual. (p.
172-173). Toda relación heterosexual sería, como mencioné al principio,
apropiadora del cuerpo de las mujeres, violenta etc. Por lo cual, ¿es posible
que se pueda revisar desde la masculinidad la heterosexualidad como una
orientación sexual legítima? Esa es una pregunta que se va a hacer. ¿Se puede,
o toda relación heterosexual cae bajo esta denominación de lo violento, y de lo
apropiador? ¿Es posible separar el aspecto de explotación que hay en el vínculo
heterosexual, legitimado por el patriarcado etc., de la orientación sexual
heterosexual, y darle legitimidad a esa orientación? ¿Y cómo se definiría
entonces esta orientación?
Otra cuestión que va a plantear es que el hecho de aceptar ciertas condiciones feministas con respecto a la sexualidad,
hace que se caiga en un moralismo (p. 173-174), por ejemplo con respecto a
la pornografía. Es uno de los ejemplos. Realmente es una de las cosas que están
muy discutidas. Acá apenas lo menciona, -pero es uno de los puntos que están
bastante discutidos, y donde se hace una revisión feminista o queer sobre la
pornografía-, es caer en un moralismo, y ese moralismo es algo afín con la
tradición cultural protestante. Entonces, lo que se está haciendo, bajo el
aspecto de una crítica, es algo sumamente conservador, que es aceptar los
parámetros culturales protestantes sobre los temas que tienen que ver con el
vínculo con la sexualidad.
También se plantea el hecho de que los hombres actúan para complacer a las mujeres (p. 175), que
las relaciones son relaciones conflictivas, que como los hombres aceptan que
hay relaciones de subordinación, aceptan el modo en que las mujeres definen
estas relaciones, tienen un sentimiento de culpa respecto a eso, y aunque
sientan, a veces, ira o enojo, no lo expresan, y no lo expresan porque es
alentar esa visión de que ellos son los violentos, los que tienen dificultades
y problemas, y entonces actúan de manera complaciente con las mujeres. Y actuar
de manera complaciente con las mujeres, es negar sentimientos que pueden ser
definitorios de una incomodidad con el tipo de vínculo. Pero no una incomodidad
como la plantea el feminismo por la subordinación de la mujer, sino otro tipo
de incomodidad, que habrá que explicitar, y que la única manera de explicitar
es explorando las propias emociones.
Habla, también, de la adecuación del comportamiento masculino a reglas y definiciones
externas (p. 176). Es decir, si finalmente, los hombres lo que van a hacer
es adecuarse a un deber ser que ya no es el deber ser del apropiador patriarcal,
sino que es un deber ser políticamente correcto, van a seguir actuando, de
todas maneras, a algo que es externo a su propia subjetividad, y sin definir
comprometidamente cuáles serían los modos de vínculos a los que aspiran.
La segunda parte del artículo es sobre el hombre, el poder y la teoría social, y
allí va a poner más en confrontación la psicología social que es la corriente
que él está alentando en esta definición, en esta descripción de la
masculinidad; la teoría tradicional de roles como algo que en realidad es un
enfoque esquemático, que tampoco permite explorar –porque al ser dos roles
universales, las mujeres tienen los roles de cuidado, los varones tienen los
roles de proveedor-, da un esquema en el cual los hombres también se van a ubicar
en un lugar que no pueden explicar-; y la sociología constructivista (p. 176).
Él encuentra problemas con la sociología
constructivista, que son problemas que tienen relación con la prioridad o no de
los sujetos. Es decir ¿cómo es el constructivismo en relación con la
subjetividad? Es que no hay sujeto ¿y entonces, la sociedad va a amoldar un
sujeto uniforme? O, a diferencia de eso, como propone el liberalismo, hay un
sujeto, que es un sujeto libre, y ese sujeto va construyendo su propia
identidad. Entonces, ya sea porque le da una total libertad al sujeto, una
capacidad como para poder construir y modificar la propia subjetividad. Decir
al sujeto: vos sos un hombre patriarcal, pero si trabajás lo suficiente, y
reflexionás y modificás tu conducta vas a poder ser un hombre no patriarcal o
un hombre feminista, tanto por el poder que se le puede dar al sujeto para
modificar su propia realidad, como la idea de que no hay sujeto y es solamente
la consecuencia de las fuerzas culturales, y por lo tanto no hay ningún poder
en ese sujeto, la cuestión del poder en relación a la subjetividad, es una
cuestión polémica. En este conflicto
entre la teoría de los roles, la teoría de la sociología constructivista y la
psicología social, él parece sugerir que hay que comenzar por una
indagación individual, psicológico, introspectiva, pero al final del capítulo
va a decir otra cosa. Va a criticar la idea de construcción, -algo de esto que
adelanté-, y también va a decir que hay que complejizar el análisis, y no
solamente universalizar lo masculino que pierde de vista la definición de un
sujeto, y dice: “complejizar el análisis,
e incorporar clase, raza, etnia, edad y preferencia sexual” (p. 177).
También dice que hay que indagar las contradicciones entre la experiencia de los
hombres con la masculinidad dominante (p. 178- 179). Si hay un ideal
dominante de masculinidad, hacer un trabajo sobre la propia experiencia,
indagar sobre las propias emociones, y ver si hay contradicciones, y cuáles son
estas contradicciones. Es decir, los hombres no tienen por qué aceptar
pasivamente esa construcción cultural. No hay una aceptación pasiva. No hay ni
omnipotencia al decir que tengo estas influencias culturales, pero me puedo
desprender de mis determinantes de clase, sexo, etnia, ni pensar que hay un
determinismo con respecto a la conformación de la identidad. Qué
contradicciones hay en la experiencia de los hombres con la masculinidad
dominante, ayuda a buscar una posición intermedia, que por un lado se
construye, pero que hay posibilidades de resistencia.
¿Cómo opera el poder en el contexto de las relaciones?
(p. 179)
Él va a decir que el feminismo perdió una perspectiva,
que era la perspectiva de tomar ese slogan de “lo personal es político”, para
analizar, en cada vínculo, cuáles eran las relaciones de poder, y cómo esas
complejas relaciones de poder –si hay una voluntad de tener relaciones no
opresivas- de qué manera se iban estructurando. Dice que al caer el feminismo
en esta definición tan global, perdió la riqueza que le deba ese slogan “lo
personal es político”, y él sugiere que el masculinismo, la revisión de la
identidad masculina, está diciendo que
no acepten como varones el discurso del feminismo, hay que producir un propio
discurso, hay que comenzar por lo individual, por lo subjetivo, por la
introspección; y cuando queremos analizar el vínculo, analizarlo teniendo en
cuenta este slogan de “lo personal es político”, pero donde lo personal es lo
personal de varón.
Acá introduce, al final casi (p. 179- 180), la importancia de –si bien va a hablar de
este camino subjetivo, introspectivo- un
movimiento social por el cambio. Esto me parece que es un avance hacia el
siguiente capítulo, que es un capítulo que tiene que ver más con lo político.
La importancia de un movimiento social para el cambio, es decir, no alcanza con
que los varones hagan esta introspección, la tienen que comunicar. Y parte del
problema es que los varones entre sí no hablan de emociones, y no hablan de
emociones porque ése no es terreno masculino. Si los varones quieren producir
un cambio social, a partir de su conocimiento personal del desajuste entre la
masculinidad impuesta y su propio ideal de masculinidad, una cosa que tienen
que hacer es una praxis social, una práctica común, y para hacer esta práctica
común, hay que trabajar en un movimiento. Entonces, la importancia de un
movimiento social para el cambio. Y finalmente, el hecho de que, para analizar
la cuestión epistemológica, es decir, el hecho de que el feminismo haya
producido una metodología y una epistemología que va a desconfiar de la
universalización, va a desconfiar de un sujeto neutral de conocimiento, va a
desconfiar de las polémicas entre razón y emoción, entre objetividad y
subjetividad. Pero esta crítica, que es una crítica muy fuerte y sustancial que
él hace al feminismo y a la producción científica de conocimiento de la
modernidad, no es la crítica que una construcción de la masculinidad tiene que
tomar para sí. El masculinismo –yo introduzco la palabra masculinismo, él no la
usa, él usa “revisión de la masculinidad”, pero podríamos llamar “masculinismo”
a este movimiento social, así como hay un movimiento feminista, hay un
movimiento masculinista que se propone generar relaciones que no sean
opresivas, revisar la propia identidad, producir un movimiento social
emancipatorio- pero ese movimiento
social, cuando discute, cuando polemiza con la construcción del conocimiento
científico, lo tiene que hacer en sus propios términos. No es la
epistemología feminista el tipo de crítica que tienen que producir, sino que
tienen que producir sus propios problemas metodológicos en el estudio de la
masculinidad. Esto me parece muy provocativo, porque realmente es algo que no
se ha hecho. Me hubiera encantado que estuviera Lucho, porque él está
trabajando justamente con estos temas, con alguno de los temas metodológicos y
epistemológicos que surgen del análisis de otras identidades que no sean lo que
las mujeres hemos producido para revisar, desde el punto de vista feminista, la
producción del conocimiento social.
Esto sería mi introducción al tema, y ahora largamos,
entonces, la discusión.
* A mí, la lectura del artículo me ha generado dos
preguntas. Una es, ¿de qué hombres está hablando? Porque no sé si está hablando
de los hombres académicos, de los hombres movilizados, o de cualquier hombre
caminando por la calle. La otra pregunta es que el texto da por sentado que los
hombres se relacionan con ideas feministas, ya no lo duda. Entonces, mi
pregunta es cómo, jugando a los palotes en su vida cotidiana, se pone en contacto
con los postulados feministas. Yo lo pondría en duda.
* Yo creo que está hablando de varones que se
cuestionan su identidad masculina, varones que están embarcados en cuestionarse
su identidad masculina, y que lo hacen con cierto impacto del movimiento
feminista. Me parece que está muy restringido, efectivamente.
* Igual habla de los
hombres.
* Yo no llegué a leer la segunda parte, si dice lo que
presentaste recién me parece súper interesante, la primera me pareció muy
interesante. Yo sentía que estaba conceptualizado algo que yo vivo y pienso
todo el tiempo sobre mis relaciones afectivas, del vínculo entre mujer y varón.
La propuesta de él de que la reflexión empiece por la propia subjetividad y por
la mirada; la propuesta que hace sobre los varones me parece muy interesante.
Yo no tengo conocimiento sobre lo que son las masculinidades, de los estudios
de masculinidades, y leyendo esto, lo que me surge es darme cuenta que lo poco
que tengo visto, siempre me sonó a una respuesta del feminismo. El pedido que
está haciendo él de una autonomía de pensamiento me parece súper interesante
para los varones, para que lo trabajen. Me parece que la propuesta se hace
desde un lugar de encuentro muy copado. Había cosas que me remitían a un debate
muy actual, que es el que, llevado al activismo, si mujeres y varones tenemos
que estar juntos o no, y si los hombres ocupan los lugares de las mujeres o no.
Esta propuesta que hace él de la autorreflexión, y a partir de ahí un
movimiento propio, y él no sigue avanzando, pero supongo que desde ese
movimiento propio sí podría haber una posibilidad de diálogo, me parece muy
interesante como propuesta. No sé si, después de que escribió esto, hubo gente
que siguió, si se concretó, si se avanzó en esta línea, pero como propuesta
teórica me parece muy atractiva.
* Hay algo que está relacionado con lo que vos
mencionás, y es que, un par de veces él hace alusión, en el texto, al libro de
Carol Gilligan, y a la idea de ella de una ética de lo femenino, una ética del
cuidado. Ese libro de Carol Gilligan, aunque ella misma no es esencialista, es
un libro que en la interpretación que el feminismo hizo, es totalmente
esencialista. Es lo que dio inicio, en parte, a un feminismo de la diferencia.
Entonces, contrastando con ese feminismo de la diferencia, un masculinismo que también
sería muy esencialista, aunque tuviera algunos rasgos más amables en la
relación con lo femenino. Sería un masculinismo consciente de las limitaciones
de la abstracción, es decir, los varones tendrían que emanciparse, a la vez,
del discurso racional teórico y del discurso feminista. De los dos se tendrían
que emancipar, y pensar cómo confrontar con ese universal abstracto que es una
racionalidad depredadora, todo lo que significa la modernidad. Cómo
emanciparse, no a través del discurso de las mujeres, sino a través de un
discurso propio.
* Al inicio del capítulo, en los primeros párrafos, y
referido a esto, a mí me generó bastante inquietud, me resultó descalificador
del discurso feminista la forma en que lo plantea, y muy simplificador, además.
Absolutamente simplificador. El despliegue que hace me genera bastante
inquietud en el sentido que es interesante, pero una cosa es decir que los
hombres que quieran hacer una reflexión, lo puedan hacer de manera autónoma y
desde su propia subjetividad. Esa parte me parece sumamente interesante, pero
al mismo tiempo, no es necesario descalificar el aporte del feminismo, para
poder hacer este proceso, sino que me parece que tendría que ser más en
relación. Me pareció eso a lo largo de todo el texto, me quedé con esta
impresión, y entonces, hasta dónde este despegue no lleva a reforzar una mirada
de la masculinidad que puede reforzar el lugar patriarcal, también. Me quedó
esta sensación.
* Lo que decíamos antes, yo creo que vos justo
llegaste ahí, que, si bien él no lo explicita, está referido específicamente a
un tipo de feminismo. Entonces, yo creo que esto no explicitado hace que
también parezca una descalificación de todo el feminismo. Creo que esta falta
de explicitación no está buena, también en ese sentido, pero si lo acotás,
capaz que alguna crítica al feminismo que él está criticando, le cabe.
* A mí me pasó, igual creo que a todos les provocó
algo, que en este pregunta te provoca una pregunta o algo. Por un lado, y respecto
de la pregunta que hacía él de qué hombre se está hablando, a mí también me
quedó esa duda. En el caso de la paternidad, buscar una forma propia ¿a qué se
refiere con lo propio? Me preguntaba
si no terminaba siendo esencialista. Sin embargo, la pregunta que intenta
hacer, y ahí me tocó muy personalmente, vinculado a lo que investigo, muchas
veces, cuando escucho el relato de los varones que entrevisto, yo tiendo ir a
lo normativo, a ir a buscar ese violador en potencia, o ese violento. Muy pocas
veces escucho lo que me están diciendo, la contradicción respecto de la norma,
sino que intento buscar los enunciados, justamente, donde me están siendo bien
normativos, violadores o violentos. A mí el texto me descolocó en este sentido,
de hacerme esta pregunta personalmente. Me parece que es algo que falta muchas
veces en los estudios de masculinidades. Ahí está siendo provocador, y no sólo,
creo, les habla a los varones que están revisando su identidad, sino que a los
varones que están estudiando masculinidad. También revisan su identidad en
algún punto, pero estudiando sobre varones. Uno muchas veces llega a ese lugar
del feminismo, y a veces quiere no salirse de ese lugar o esa mirada feminista
sobre los varones; esta mirada tal vez, que él menciona acá, sobre los varones.
Yo me hago esta pregunta, si estoy escuchando a esos
varones que están relatando su propia experiencia. Me parece importante la
palabra experiencia que él está usando acá, y me parece que, lo que habla la
palabra experiencia, es justamente que uno transita la norma. Y la transita de
millones de formas, deshaciéndola, reproduciéndola, la va a transitar
justamente, y rescatar esto de la experiencia me parece importante. Ahora, me
quedan dudas, o miro con incomodidad, esta pregunta que hace constantemente
sobre lo propio de los varones, a qué se está refiriendo con lo propio. Si es
algo propio esencial o es algo propio de varón que surge en el marco de una
normativa. De qué habla cuando habla de lo propio, eso es lo que no termino de
encontrar. ¿Qué sería la masculinidad? ¿Hay algo con lo que nacen los varones,
qué es la masculinidad? ¿Puede esto resolverse de modo que no sea patriarcal,
violento, o no está eso? La palabra propio
me genera muchas dudas
* Yo también me quedé con algo que no me gustaba del
texto, y por ahí me lo recordaste, que es esto del feminismo de definir los
hombres como posibles violadores, y también cuando vos preguntaste de qué
varones habla. A mí también me pasó –y me viene pasando en todos los textos que
leemos- que siento que todos aclaran que la masculinidad y los hombres son
variados, atravesados por la clase, la raza etc., pero en todos los ejemplos
que dan no es así. Hay heterosexualidad obligatoria y paternidad para definir
al hombre que se puede cuestionar a sí mismo. No está el hombre soltero o el
hombre homosexual o el hombre que se define como mujer… Es como si fuera la
aclaración, explica que no está siendo así. Si lo aclarás es porque no es… Por
eso también me quedó esta sensación.
* Igual yo creo que, en este caso, no sé si lo logra,
pero me parece que es una apuesta a salirse de esos varones, y eso me pareció
interesante. En realidad, su pregunta inicial y algunos de los textos supuestos
que tiene, supuestos que saca cuando habla de varones, me generó esta pregunta
a mí. Yo también tomo masculinidad hegemónica, lo veo como algo variable que
está en el tiempo, pero a la hora de escuchar hablar a esos varones, escucho
solamente que están siendo estáticos. La masculinidad tradicional, el
imperativo, normativo varón patriarcal, violento. No sé si el autor lo logra,
tal vez termina esencializando a los varones, también, pero de algún modo, su
pregunta y que tome la palabra experiencia o que estime ciertos supuestos sobre
la masculinidad como a priori, me generaron estas preguntas.
* Para mí, no sé cuán importante sería distinguir a
qué tipo de hombres está hablando, porque sugeriría que ya haya hombres
diferentes y hombres que siguen siendo iguales. Se está haciendo trabajos, pero
desde mi punto de vista, todavía no hay estas diferencias. Eso es un peligro
que se tiene, también, cuando se trabaja el tema de la violencia, porque
entonces, quienes lo trabajamos, tenemos el constante peligro de decir que
nosotros ya somos los no- violentos, los buenos, los normales, los políticamente
correctos, pero puede pasar que la violencia, ahora, la juguemos más
sofisticada. Desde luego, hay cosas que no pueden coincidir con la cultura, por
ejemplo, o con otro grupo de hombres, pero para mí no sería trascendente que
distinguiera a qué tipo de hombres les está hablando, sino que es más bien un
llamado general. De estas caracterizaciones que hace, hay cosas que nos tocan,
que nos traspasan, y otras no. Yo pensaría que distinguirlo supondría que ya
hay hombres buenos, y los hombres que siguen siendo hegemónicos. Creo que
todavía no hay esta diferencia.
* Para mí, es válido e interesante lo que planteás,
pero me parece que el texto supone hacernos esta pregunta, en el sentido que es
necesario indagar a qué hombres les está hablando, cuando asume, quizás, cierto
nivel de autocrítica, de culpa y de contexto en el cual los varones están dando
lugar a las posturas del feminismo respecto de nuestras prácticas. Me parece
que están, en un punto, escindidas gran parte de la realidad que viven los varones.
Sería lo ideal, quizás, no estar diferenciando, pero ese varón al que se
dirige, nos lleva inevitablemente a hacernos esta pregunta. No todos los
varones somos así. Y es más, no sólo no todos los hombres no somos así, sino
que no todos los hombres dan lugar a los postulados del feminismo, para ver de
qué manera actuamos. Me parece que es, en este punto, importante considerar que
estas cosas que mencionaron, ciertos arrebatos teóricos que tiene inicialmente,
se van a mantener en el texto; y que, de alguna manera, el querer sentar cierta
base científica de cómo investigar masculinidades, queda bastante desligada de
la perspectiva política con la que va a pensar esto, porque en ningún momento
habla de patriarcado, no menciona ni siquiera la palabra. En ese sentido, me
parece que hay un juego con el postestructuralismo. Un juego peligroso con
estas perspectivas, en el sentido que al apelar a la subjetividad, a la
experiencia, a que los varones podamos definir cuáles son los temas relevantes
para nuestra deconstrucción, no está haciendo lugar a ciertas consideraciones
que son tomadas por el feminismo, y que me parece que es importante que en
algún punto confluyan con el estudio de las masculinidades, que son las
realidades de opresión que se viven en un sistema patriarcal. Ahí hay una línea
política para pensar formas de trabajar la masculinidad. Si no se hace
consideración de eso, no necesariamente pasa eso que vos mencionabas, de que se
trataría de varones pensando relaciones no opresivas. Él puede estar dando
lugar a una teoría que piense las masculinidades, pero que no necesariamente en
el texto deja saldado que no tendrían que ser opresivas. En ningún momento del
texto veo un posicionamiento político explícito respecto a eso.
* Yo sí lo veo.
Yo subrayé algunas cosas, pero no con este criterio de
buscar dónde habla de patriarcado. Un lugar donde habla claramente de
patriarcado es cuando hablaba de cómo se construye la sexualidad, en la página
173: “Un punto de vista construccionista
social nos induce a pensar que en cierto sentido, nuestra sexualidad puede ser
rehecha con actos de voluntad, como si se tratara de una cuestión de elección
política. Esto muestra la profundidad de una tradición racionalista en la
izquierda y en la política sexual en general, que ha producido una enorme
confusión, ya que, por ejemplo, los hombres han llegado a sentir que una
erección tiene que ser una afirmación del poder patriarcal. Aca identifica
heterosexualidad y patriarcado.
“La
única forma aceptable de sexualidad es aquella en la que no hay erección o al
menos no hay penetración. Esto produce y fomenta una forma de moralismo que no
es desconocido en la idea culturalmente arraigada de que los chicos son malos.
Es una idea que tanto los hombres de clase obrera como los de clase media han
escuchado desde que eran muy pequeños.” (Seidler, p. 173. Es decir, va a decir que hay que hacer diferencias de clase, pero en
todas las clases nos han dicho que los varones somos malos y violentos, y que
nuestra sexualidad es una sexualidad represora. Así que, de patriarcado habla.
* Perdoná, pero yo
lo sentí irónico en este punto.
* A mí me interesa la crítica que le hace al
constructivismo social. Esto es lo que vendría después de la consideración que
hace de la psicología social.
* Claro, todo el tiempo va a estar mostrando cuál es
el lugar del sujeto ante los imperativos culturales y los imperativos sociales.
Porque por un lado se nos dice que somos la consecuencia –varones y mujeres,
porque el feminismo también trabaja con el constructivismo social, diciendo que
en realidad una mujer no nace, sino que llega a ser-. ¿Y qué quiere decir que
llega a ser? Que hay una construcción, social, cultural de lo femenino. También
hay una construcción social y cultural de lo masculino. Ahora, por un lado tenemos
estas determinaciones, pero por otro lado, también se nos dice que podemos
luchar contra estas determinaciones y cambiar este destino. Es decir, la
biología no es destino, y la cultura tampoco es destino, sino que la cultura la
vamos conformando socialmente. Por eso me pareció que en el capítulo, cuando él
al final habla de movimiento, es una manera de salir hacia lo político, de algo
que hasta ese momento venía siendo solamente algo individual: entrá en tus
emociones, date el permiso, no estás fuera de lo masculino, revisá tus
sentimientos… Es algo que podés hacer y que te ayuda a construir una
masculinidad más genuina, en el sentido de que podés saber qué no te gusta del
patriarcado, pero también podés saber que no sos eso que el feminismo dice que sos.
Tus conflictos con el patriarcado no van a ser los conflictos de las mujeres
con el patriarcado. Va a haber con conflictos, porque ese hombre que no quiere
relaciones de opresión de género, -él se lo está planteando desde ese hombre
políticamente correcto que revisa su masculinidad y que no quiere relaciones de
opresión de género-, se va a encontrar en un lugar de disgusto con el
patriarcado, pero no desde el lugar donde una mujer se encuentra a disgusto con
el patriarcado. Eso me parece que es el movimiento que él trata de hacer, y me
parece algo interesante. Él no está diciendo: venite al encuentro de mujeres y
soy una de ustedes; o no voy a establecer relaciones de depredación con
ustedes; o voy a considerar que cualquier vínculo heterosexual como violento,
entonces la homosexualidad masculina va a ser una manera de escaparle a la
opresión patriarcal, que también hay todo un movimiento así, como también hay
todo un movimiento lésbico que escapa a la opresión masculina con el
separatismo lésbico.
Me parece que él lo está pensando desde alguien que no
quiere relaciones de opresión, pero en un espacio que piensa esto, vinculado a
la propia experiencia de lo masculino. ¿Existe esta propia experiencia de lo
masculino? Es una hipótesis, no sabemos si existe. Por eso, cuando él se
refiere a estos escritos, -como los de Carol Gilligan que habla de una
experiencia de lo femenino bastante universal, es parte de la crítica que tiene
ella y que tiene en general el feminismo de la diferencia- cuando él se embarca
en eso y sugiere que podría haber, si todos exploraran su subjetividad, sus
emociones, sus sentimientos, y luego se juntaran y hablaran de eso, y luego
hicieran un movimiento en el cual trataran de hacer un cambio social a través
de ese movimiento, un cambio no opresivo, habría un descubrimiento de qué cosa
es esto de la masculinidad.
* Me quedé en lo que vos decías antes de lo propio. Me
parece que hay un momento donde él dice que no puede construirse todo, entonces
da a entender que él cree que habría algo como más esencial, pero no lo termina
de definir. Tira una puntito, y no sé si en el resto del libro lo desarrolla,
pero acá está medio tácito.
* A mí me parece que, lo que puede estar como
hipótesis, es que existe la experiencia, más allá de si después es compartida
por todos los varones o no lo es. Lo que él sí dice es que hay posibilidades de
una experiencia, y esa experiencia es tanto subjetiva, como grupal y política.
Ésa es la hipótesis, me parece, que si se transita esa experiencia, algo va a
salir de ahí, que tal vez no es lo que hoy se toma como la cuestión de la
subjetividad masculina, ni desde lo patriarcal, no desde una lectura propia del
feminismo. Además, más allá de que uno no acepte la esencia, la cultura también
hace que la experiencia de los varones del feminismo no sea igual que la de las
mujeres. Por más que sea una experiencia cultural, no es la misma. La
sensibilidad, desde la experiencia corporal hasta la experiencia de la
construcción subjetiva de lo que ese feminismo nos está diciendo. No es lo
mismo. Me parece que lo que está bueno, es pensar que esa experiencia es
posible, y a partir de esta posibilidad de la experiencia, también los varones
podrían construir otro tipo de conocimiento, de teoría, de subjetividad, tanto
individual como grupal. Me parece que eso está bueno como propuesta, que es un
poco lo que vos decías, cuando sale a la cuestión política, es esa posibilidad.
No es ni tomar el feminismo como propio, a caja cerrada, ni la masculinidad
patriarcal como tradicionalmente se la define.
* A mí me sigue generando conflicto esta pregunta. Si
el feminismo como pensamiento y práctica está tratando de deconstruir las
relaciones patriarcales, ¿es necesario construir otro sistema de pensamiento y
de práctica que se aleje del feminismo para poder… qué?
Es decir ¿cuál sería el objetivo? Por eso a mí también
me pareció débil la forma en que se refiere al patriarcado, incluso en ese
párrafo mismo que vos mencionabas, que lo leí, me sonó hasta irónico. Ellos
dicen que tal cosa es el poder patriarcal. Me pareció que el poder patriarcal,
en términos de cómo lo están leyendo desde determinados lugares, no afirmando
que el poder patriarcal es esto. No sé si se entiende, pero mi impresión es
que, si estamos pensando en la deconstrucción de las opresiones de género, no
sé cuál es el espacio para una reflexión tan distante y tan autónoma, y que,
insisto, me parece que remite al feminismo, a un aspecto del feminismo que es
bastante bizarro, y que lo está deslegitimando a través de esa simplificación.
Pensando en movimientos sociales, en la última página, en la propuesta
política, incluso porque parte del debate que hasta las feministas hemos dado,
es que el pensamiento y la práctica feminista pueden ejercerse desde distintos
cuerpos. Entonces, ¿ahora vamos a decir no, que estos cuerpos hagan su
experiencia, y después hablamos?
* Me parece que igual hacen su experiencia.
* Sí, pero a lo que voy es cuál es el objetivo. Si el
objetivo es la deconstrucción de las relaciones patriarcales, no sé si esto ayuda,
o simplemente es una toma de distancia de la crítica del patriarcado, y de sus
relaciones de opresión, que en realidad creo que es un aporte mayor del
feminismo al conjunto de relaciones, que la mirada simplificada que se plantea
sobre esta experiencia.
* Yo tengo una pregunta específica, queriendo aclarar
un poco lo que decías. Me parece que la dimensión de la experiencia y de la
subjetividad, de dar lugar a que desde los varones podamos empezar a generar
espacios, darle lugar a las experiencias que nos atraviesan, es fundamental. Lo
que quizás me hacía ruido, en este sentido, es la consideración que se hace del
feminismo, por un hecho básico de hacer lugar a lo que es la lucha histórica
contra la violencia de género, por el lugar de las mujeres, de los avances de
la teoría feminista en la epistemología... En este sentido me parece que habría
que sentar un punto de confluencia, pensar que las masculinidades supongan un
desafío subjetivo y particular hacia los varones, pero al mismo tiempo, haga
consideraciones de cierta base, al menos teniendo una reconstrucción de aquel
feminismo, con el cual podrían confluir las posturas de una masculinidad
emancipatorias, no con las radicalizadas que lo niegan desde el vamos. Me
parece que es en ese sentido sería importante, a la hora de escribir algo, dar
lugar a eso. En relación a esto hago una pregunta: en la página 173 habla del
feminismo como reforzando formas de moralismo, y esto de los varones pro-
feministas… Creo que es algo muy interesante, porque sucede mucho, esta cosa de
que los principios, a veces, suponen un lugar cómodo. Empiezo a hablar como
varón deconstruido, a partir de una serie de principios políticos, y mi vida
personal y mi situación están totalmente escindidas. Acá dice: “Pero esto de suyo muestra lo poco que hemos
entendido el método feminista, pues no se trata de algo que se pueda decidir
sólo con la razón. Para empezar, debemos reconocer las tensiones y las
contradicciones que hay en la experiencia de los hombres, aun cuando un
movimiento de derechos de los hombres se vea en oposición a las
reivindicaciones, y a los avances aun endebles que ha realizado el feminismo en
los últimos veinte años.” (Seidler, p. 173- 174)
¿Qué está queriendo decir en esta parte? Quizás podría
haber avances desde el movimiento… Sigue diciendo: “También podría significar reconocer los peligros de una reacción
contra el feminismo que cuestiona la existencia misma de la masculinidad en vez
de formas particulares dominantes de masculinidad.” (Seidler, p. 174)
Está aludiendo a ese eje.
* Me
quedé pensando en lo que decías de los cuerpos, que ya lo había marcado antes.
También habla todo el tiempo de masculinidad como varones, y de feminismo como
mujeres, y pareciera definir feminismo como mujeres contra varones. Si los
varones tienen un espacio propio para discutir y para encontrarse, disputarían
ese espacio, o tiene que ser ajeno. Eso me parece súper esencialista. Yo no
creo para nada que el feminismo es eso, y tampoco que la masculinidad tiene
este fin. Reconocimos todos que del texto estaba bueno que los hombres se
pudieran pensar a sí mismos, pero no de esta forma. Estuve releyendo la parte
que vos decías, y definir el feminismo como “lucha
endeble de veinte años”, no me gusta un carajo. Y después otras partes, por
ejemplo dice: “Sería una tendencia mal
recibida en la política sexual, si el feminismo simplemente apoyara la idea de
‘que las mujeres siempre tienen razón’, porque tienen la clara visión de estar
subordinadas y oprimidas, y que ‘los hombres siempre están equivocados’. Esto
sería simplemente invertir la estructura tradicional, en vez de ponerla en
duda. En las relaciones se puede dar curso a esta posición, y opacar el poder
que el feminismo ha dado a algunas mujeres durante los últimos veinte años. Los
hombres ahora se pueden quedar con la idea de que no son lo ‘suficientemente
buenos, de que no tienen la ‘suficiente intimidad’, que no son ‘lo bastante
sensibles y atentos’, de manera que si hay dificultades de relación, los
hombres les corresponde aceptar que ellos son los responsables y parte del
problema, no la solución.” (Seidler, p. 174). A mí me parece re cuadrado.
*
Su lectura del feminismo lo vimos como principal problema, ya desde el
principio, cuando Diana empezó a hablar. Me parece que ése es el tema que encontramos
la mayoría con el texto. Primero, porque parte de una visión casi
estigmatizante del feminismo, que concuerda muchas veces con las miradas
hegemónicas sobre el feminismo. Es eso, esa mirada simple, que no aclara nunca
que está hablando de un tipo de feminismo, un grupo incluso pequeño dentro del
feminismo, y eso me parece un problema. Mi primera lectura fue casi de enojo, y
después se me pasó eso y me quedé con las otras preguntas, y me propuse que
cada vez que decía feminismo, voy a pensar en un tipo de feminismo, se está
peleando con un grupo que él conoce de feministas, y lo saldé de ese modo,
porque si no, me parece que uno queda prendido de eso. Me parece bien que uno
discuta eso, porque eso no tiene nada que ver con el feminismo, el anti- varón,
o estas miradas de generar una nueva moralidad. No creo que todas las
feministas quieran crear una nueva moral, y más una moral opresiva, con esta
ética casi no sexual, cuando niega una erección… No creo que esto sea
feminismo.
* Pero
hay textos feministas así. Por eso aclaré que él está escribiendo esto en los
noventa. Había textos vinculados con la violencia, que hablaban de toda
relación heterosexual como una relación violenta, de la penetración como
violación... Había textos de este tipo, por eso él está dialogando con un
cierto tipo de feminismo anglosajón, radicalizado. El problema es que llame a
eso feminismo.
El
capítulo anterior habla sobre feminismo, o sea que él va a hacer una definición
de dónde está ubicado, no es que arranca esto presuponiendo, porque es un
libro, y estamos en el décimo capítulo. O sea, él habló de muchas cosas hasta
el momento, y justo el capítulo nueve es sobre feminismo.
Me
parece que, en este párrafo que leyeron recién, también está refiriéndose a
algo que era una apropiación que hace el feminismo en ese momento, en los
noventa, de las teorías de la opresión. La teoría de legitimar la conciencia
del oprimido. El oprimido tiene una conciencia genuina, mientras que el opresor
no, y entonces, como las mujeres somos oprimidas, nuestra experiencia es una
experiencia que puede ser autolegitimada. Hay mucho trabajo sobre las
experiencias de las mujeres, usando la idea de la conciencia del oprimido como
una idea de conciencia legítima o incluso como una conciencia superior. La mujer,
por estar oprimida, tiene que manejar el lenguaje del opresor, pero también
maneja su propia visión como oprimida en cuanto a relaciones con otras mujeres.
Se habla de esto como una superioridad epistémica, un privilegio epistémico que
es manejar el lenguaje del opresor porque tengo que sobrevivir y me tengo que
manejar dialogando con el opresor, pedirle plata y todas estas cosas, y también
manejo el lenguaje del oprimido, al que opresor no accede. El opresor no
necesita saber mi lenguaje o mi visión del mundo, porque él tiene el poder. Yo,
en cambio, necesito conocer su visión del mundo, para que no me elimine. Tengo
que poder dialogar con ese poder, pero a su vez tengo mi visión del mundo como
oprimido, y eso da ese doble registro, da un privilegio epistémico, y una
legitimación de la propia experiencia de oprimido.
El
capítulo está en diálogo con cosas que estaban en ese momento, y casi veinte
años atrás es mucho tiempo en el pensamiento feminista…
*
Quería retomar lo que habían planteado Claudia y Melina. Por un lado, lo que
decía Claudia en relación a si tenía sentido o no, la revisión de la
experiencia desde la masculinidad, y por otro lado, Melina, cuando decías que
parecía que hablara de un tipo de mujeres y de un tipo de varones. Yo me di
cuenta que entré por otro lado al texto y no me quedé con la cuestión crítica
al feminismo. Escucho lo que están diciendo y me parece que es cierto, pero yo
entré más bien por el lado de la crítica que él les está haciendo a los varones
en relación a los estudios de género y los varones mismos. Pensaba, por lo que
vos habías dicho, que cuando vino toda la teoría queer en los noventa, si fue
un paso más allá de lo que había planteado el feminismo, y me parece que fue un
aporte teórico enorme. En ese sentido me parece que otros sujetos de los que
estamos compartiendo, entre en una exploración o en una autoexploración,
indudablemente va a ser un aporte. No tengo dudas de que no va a ser para
atrás.
Por
otra parte, yo iría más allá de lo que plantea él, y me parece que la dimensión
de exploración se tiene que plantear para todos los sujetos. Esto de la
diversidad que él lo deja medio así, habla de diversos tipos de hombres. Si
llevás la experiencia al límite, empiezan las diversidades a multiplicarse
enormemente, y no se puede simplificar ni al feminismo. Él está en los noventa
y no habla del movimiento queer, que estaba recién apareciendo. Hay para seguir
ampliando…
* En el
’94 no estaba todavía muy presente el movimiento queer. Sí el movimiento gay,
con una fuerte disputa, porque quien primero empieza a revisar la masculinidad,
es el movimiento gay. ¿Qué tipo de masculinidad? Sigo siendo un varón, pero no
con la masculinidad tradicional. Es el primer quiebre con la masculinidad, el
primer quiebre reflexivo, y es del movimiento gay. Por eso él se pregunta, como
heterosexual, si puede, a la vez, recuperar la crítica y quedarme con la
heterosexualidad como deseo. Es una pregunta que es legítima.
*
Diana, vos que evidentemente conocés bien al autor, ¿sabés cuál fue su trabajo
de campo? ¿Qué grupo investigó? En el libro no queda tan claro esto.
* No
conozco tan bien al autor, pero él tiene muchos libros publicados. En algunos
trabajó con adolescentes escolares, en otro trabajó con comunidades diversas,
étnicas. Tiene mucho trabajo de campo hecho, no es solamente un pensamiento
especulativo. Es una persona con mucha inquietud, un intelectual decente. Es
alguien que escucha con atención y puede llegar a cambiar de posición, lo vi
discutir, y esto me pareció una cualidad interesante.
* Me
había quedado enganchada con lo que decías vos, en dos momentos diferentes.
Creo que encontré un párrafo que por ahí no responda, pero va en la línea de lo
que vos planteabas, y que creo que es la preocupación de este autor: “A una construcción racionalista de la
masculinidad, mediante la cual los hombres se ven en la posición de tener que
probar su masculinidad constantemente frente a una especie de ideal, se le da
nueva forma, cuando los hombres tratan de ajustarse para caber en un nuevo
molde –aunque éste sea el propuesto por el feminismo- de ‘cómo ha de ser un
hombre’.” (Seidler, p. 174)
Me parece que la preocupación sería ésta, la idea de molde. No soy lo
que dice el patriarcado, pero tampoco lo que dicen las feministas. Creo que él
está intentando que los mismos hombres digan qué son ellos. Esto del
encasillamiento es lo que le preocupa.
* Sí, y en el mismo párrafo señala esta cuestión de por qué dice que hay
un aspecto moralista en esto. La idea de que los hombres no son aceptables así
como son, tienen que cambiar. Esta idea moralista, de tipo religioso, así como
sos, no sos aceptable, tenés que forzarte por cambiar, es la misma idea que le
va a proponer el feminismo.
Pero quería decir algo sobre lo que decía Sandra, que en todo sujeto
puede ser valiosa la propia exploración, el propio contacto con las emociones,
y el comprender cómo estamos ubicados en el mundo, en nuestra subjetividad y en
las relaciones interpersonales, vos decías como varones o como mujeres. A mí me
parece que ahí hay un problema, y es cómo se pasa de establecer el contacto con
la propia emocionalidad, a constituir un grupo de pertenencia, un universal que
comparta las condiciones a las cuales hace referencia esa subjetividad. Parte
de lo que pasa con los estudios queer, es la desagregación en subgrupos, que
tienen que ver con establecer subnormativas. Hay una normativa masculina, no
nos sentimos acordes con esa normativa, porque no somos varones heterosexuales
o porque somos varones homosexuales. Entonces, como varones gay vamos a oponer
nuestra propia normativa. Pero somos varones gays que queremos hacer modificaciones
en nuestros cuerpos, queremos ser varones transgénero. Entonces, hacemos
nuestra propia normativa de los cuerpos travestis, y no somos varones, ni
tampoco mujeres, somos travestis. Entonces, hacemos una normativa de cuerpos
vinculados con otras subjetividades. Bueno, yo soy travesti pero en realidad
quiero hacer un tránsito hacia lo femenino, pero estoy en un pasaje, porque no
logré más que ponerme las lolas, cuando yo pueda hacer mi cambio, quiero ser
transexual. Entonces, hacemos otra normativa para la transexualidad. Yo exploro
mi subjetividad, y lo que voy a encontrar es algo absolutamente singular en
cada subjetividad. Exploro mi emocionalidad, y eso siempre es provechoso, el
punto es cómo me inserto luego en un lugar de agencia que tenga que ver con las
relaciones de poder pasadas en mi género. Porque ese lugar de agencia tiene que
ver con establecer un grupo, con poder actuar en función de algo, en función de
qué soy. ¿En función de qué actúo? Yo, en lo personal, me involucro en
movimientos en los que mi cuerpo no me involucra, porque acá tampoco define.
Presupone lo que es un varón y lo que es una mujer, pero no están pensadas las
muchas maneras de lo femenino y las muchas maneras de lo masculino, que se van
despegando de los cuerpos. Ése es un pensamiento más contemporáneo, que podamos
decir: voy a explorar la masculinidad, pero la voy a explorar desde un cuerpo
de mujer, que se dice masculina. Esto es algo absolutamente contemporáneo. En
ese momento, me parece que no daba la reflexión para tanto, pero sí me parece
que es un problema persistente el de, a la vez, poder definir, -no sólo
singularmente, sino en estos subgrupos identitarios que se están abriendo- en
una identidad que nos hace ser lo que somos, y luego poder actuar en general
dentro de un movimiento emancipatorio, por ejemplo el movimiento por la
diversidad sexual, o cualquier otro movimiento que tenga que ver con el género.
* Pero ¿la observación de las diferencias impide la acción conjunta, o
se llega a acuerdos por objetivos más comunes?
* Pasan las dos cosas. “Yo con vos no me junto, porque no tenés
implantes mamarios y yo sí”. Recuerdo una discusión muy fuerte, una vez que me
llamaron para ser jurado para la reina del orgullo travesti, a Patricia Walsh y
a mí. Entonces, fuimos con varias organizaciones, creo que fue en el año 2000.
Es toda una historia, porque por supuesto era en un lugar clausurado, con
menores de edad que estaban desnudas, caminando por ahí… todo lo que uno puede
imaginar del mundo travesti-. En ese momento se hace la elección de la reina,
una especie de desfile, y gana el concurso una travesti de 17 años, que no se
había hecho implantes mamarios. Entonces hubo todo un debate durísimo acerca de
si se podía o no considerar travesti. No había nadie que hubiera explicitado
que para ser travesti había que tener lolas, pero en el momento en que sale
como reina del orgullo una adolescente que era toda menudita, que estaba con
una cosa de plumas y unas alitas… Era divina, pero no se había hecho implantes
mamarios. Nadie había explicitado qué era la condición para ser travesti. Ahí
se empezó a poner de manifiesto que no alcanzaba con decir: tengo identidad
travesti. No alcanzaba con vestirse como mujer y mantener la genitalidad, sino
que había un requisito más, que nunca se había dicho, porque todas lo
compartían: todas se habían hechos sus implantes, menos ella. Justo sale de
reina, entonces se pone en el foco de la atención si ella podía o no integrarse
dentro del grupo de las travestis. Para mí fue muy revelador eso. Fue revelador
de cómo se van conformando normativas, ante ser excluidas de ciertas
identidades, se configura una nueva normativa, pero esta normativa también
excluye. Es decir, esa adolescente travesti que no se había puesto sus
implantes mamarios, ¿qué era?
Las travestis no la aceptaban, los gays no la aceptaban, las
transexuales no la aceptaban…
¡Pero era la reina! ¿Pero la reina de qué? ¿De qué clase de orgullo?
Es muy interesante el hecho de que, por un lado, el travestismo
reclamara que querían definir su propia identidad, y yo acompañé mucho ese
proceso desde hace mucho tiempo. Decir: quiero definir mi propia identidad, no
quiero ni que me pongan en el casillero de varones, ni en el casillero de
mujeres. Quiero definir mi propia identidad, quiero tener esa autonomía.
Exploro mi identidad y no me encuentro a gusto en ningún lado. Mi cuerpo lo
construyo como un cuerpo identitario que va a interpelar la dicotomía de los
cuerpos, porque yo quiero mantener mi genitalidad y quiero expresarme como
mujer, -en caso de que sean travestis de varón a mujer-.
Entonces, era muy interesante ver todo ese trabajo, y a la vez la
expulsión cuando de golpe apareció un rasgo que produjo este debate: ¿la vamos
a aceptar o no la vamos a aceptar? Y si no la aceptamos, queda en un no- lugar
un sujeto que no tenía todavía nombre su identidad. La identidad de quien
mantiene su genitalidad, no se pone implantes mamarios, pero expresa un género
distinto al de la genitalidad. Es decir, cada uno va a explicitar una serie de
notas, y en una de esas notas va a quedar muy discordante, y aparece el germen
de una nueva, en términos de nueva definición identitaria. Siempre va a haber
sujetos fuera de norma. Siempre. Por eso el tema de la disidencia, no de la
diferencia.
* A mí, lo que me hizo un poco de ruido en el texto, es cuando habla de
lo propio de los hombres, y de definir la propia subjetividad de los hombres,
siento como si enfrentara la cuestión del feminismo con una mirada desde los
hombres. Me parece que no hay por qué ambas posiciones, y que se puede hacer
una definición conjunta. Es más, en un momento habla sobre que el feminismo
pide a los hombres que revisen su responsabilidad respecto a la violencia, y
que a los hombres puede interesarles esto, pero de otra manera. Me parece que,
al fin y al cabo, el objetivo primordial sería eliminar las opresiones de
género, y eso incluye hombres y mujeres, y que no hay por qué enfrentar estas
dos posiciones. Se puede redefinir, o definir conjuntamente las prácticas de
todos los géneros.
* A partir de la consideración que había hecho Sandra, de quizás no
entrar necesariamente por el eje de la crítica al feminismo y la concepción del
feminismo, me parece que esto, que tiene que ver con el proceso de
individuación, de autodefinición y de reconsiderar la experiencia personal,
quizás también podría estar un poco mejor explicitado. En determinado pasaje
hace alusión de cómo la psicoterapia posibilita estos procesos, pero asumiendo
que los varones históricamente hemos estado alejados de todo el proceso de
empatía, y que entonces no se puede dar por hecho que empecemos a hacerlo. Lo
que vos preguntabas hoy en un momento, da por hecho que esto es posible, y por
ahí propone detenernos, ver el cómo. Él hace mucho eje en qué es lo que hay que
hacer, pero en el cómo no tanto. Me pregunto si está en algún momento, o si hay
que pensarlo un poco más de cómo hacemos los varones para involucrarnos con
nuestros sentimientos, de los cuales estamos tan lejos para entendernos.
Plantea alguna meta, pero no sé si profundiza en el cómo.
* A riesgo de ser molesta e insistir, pero a ver… La polémica con un
grupo de feministas no justificar descalificar a los elementos sustanciales de
la teoría. De la misma manera de decir que la polémica con un grupo de
marxistas y su práctica, no nos tendría que hacer obviar el análisis de las
relaciones de explotación. Acá, creo que el aporte en términos teóricos -que es
lo que yo siento que está descalificado- es la caracterización de las
relaciones de opresión. También digo que, a mi entender, no fueron superadas
esas miradas del feminismo en cuanto a la opresión de género, ni siquiera por
la mirada queer. Sí creo que se multiplican las políticas de identidad, la
posibilidad de interpretar las identidades desde distintos sujetos, así como
una mirada anticolonial desde distintas expresiones identitarias. Pero eso no
nos quita la posibilidad de pensar el colonialismo como un sistema de opresión,
y que han sido determinados pensamientos que aportaron en ese sentido.
Entonces, si yo discuto –para dar un ejemplo en ese sentido- con Quijano,
porque no consideró, tal vez, la mirada de las mujeres dentro de las prácticas
coloniales, no quito el aporte básico que ha hecho Quijano a una lectura del
colonialismo en América. Yo creo que lo que se está perdiendo en el debate con
un grupo, es lo conceptual. No estoy cuestionando si es legítimo o no dar estos
debates, porque hacia dentro del feminismo hemos dado y seguiremos dando miles
de debates contra esencialismos, contra distintas cosas. A mí me parece que
teóricamente se pierde, pero también políticamente, en la posibilidad de un
movimiento emancipatorio de mayor potencia. La mirada de la experiencia desde
el cuerpo y desde la vivencia de los hombres, yo creo que puede ser un
importantísimo aporte, en la medida en que se parta desde lo que ya tenemos
trabajado en deconstrucción de relaciones patriarcales. Yo insisto en eso,
porque me parece que hace a una forma que dice: ahora vamos a trabajar las
relaciones de identidad, como decías vos, de tal o cual grupo o colectivo, o
tal otra identidad, y es como empezar de nuevo y perder de vista… Las
lesbianas, las travestis, los travestis y las trans, no estaría bueno que pierdan,
o que perdamos la mirada general sobre el patriarcado como fundante de las
relaciones de opresión. En ese sentido digo que el movimiento masculino –y
tampoco creo que existe así hoy, todavía, y eso está escrito hace veinte años,
pero tampoco ahora, a pesar de que ha habido un recorrido, existe con esa
potencia- en la búsqueda del alejamiento, cuando ni siquiera existe esta
potencia, y pregunto: ¿emanciparse de qué los hombres? ¿De las relaciones de
opresión de quién? Es en relación a la masculinidad hegemónica. Yo entiendo que
va por ahí, está claro. Pero eso es muy importante marcarlo, y el lugar de la
masculinidad en el sistema patriarcal. Entonces, eso demarca el campo de
alianzas, también. Digo eso, porque me parece que es lo que se empieza a diluir
en el debate con un grupo, que puede ser legítimo. Yo entiendo esa parte que
está discutiendo, incluso separa lo que es el debate en Inglaterra y en Estados
Unidos. Pero conceptualmente y en general, me parece que muchas veces nos pasa
eso, en la discusión con un grupo de feministas de acá o allá, con la
radicalidad… Incluso, el feminismo radical, ¿qué es? ¿A quién nos referimos con
eso? ¿Al hembrismo? Porque creo que en parte se está asociando a eso. Por eso
insisto, me parece que estamos perdiendo lo conceptual de ese aporte.
* Primero quiero pedir disculpas porque llegué tarde, muy tarde. Lo que
yo sentí es que el contexto nuestro es tan distinto al contexto en que fue
hecho este texto y desde donde habla, que siento que la mayoría de las críticas
se basan en eso. Acá al final dice: “Estas
pautas no son exclusivas de los hombres y han de ser especificadas claramente
en relación con la clase, la raza, la etnia, la edad y la preferencia sexual.”
(Seidler, p. 177. Pero en realidad está hablando de hombres estadounidenses
blancos y protestantes. Me pregunto de qué manera podemos pensar el texto,
siendo que nuestro contexto es tan distinto y siendo que estos hombres que la
pasan mal por los aportes feministas y su relación con el feminismo acá no
existen, o serán muy pocos.
* Siento que estamos en contextos tan distintos que es
difícil incluso pensar de qué manera el texto nos habla, de qué manera nos
interroga. Estaba escuchando, y todo el mundo tenía un punto que criticarle al
texto, y siento que es por eso. Sentía que es tan lejano que todo el mundo
tenía sus críticas, y es bastante distinto a los demás, que habla de cosas más
generales y no critican tanto un cierto feminismo, o un cierto hombre en sí.
Como eran más amplios, tal vez los pudimos trabajar mejor.
* Iba a proponer que viéramos cachitos que nos hubieran llamado la
atención del texto, porque no estamos respetando mucho la consigna de
referirnos al texto con nuestras intervenciones. Yo iba a tomar algo en
relación a la psicoterapia: “Parte de lo
que es necesario cuestionar es la presión que sienten los hombres de tener que
adecuar su comportamiento a reglas y definiciones externas. Algunos tipos de
psicoterapia pueden contribuir a abrir la posibilidad de que se realice este
tipo de investigación mediante la validación de una exploración de las
necesidades emocionales, los valores y los deseos. Estas formas de psicoterapia
reconocen hasta qué punto la cultura racionalista se interpone en el camino de
la individuación y de la autodefinición de los hombres; dicha cultura ha
fomentado sus propias formas de eliminación cuando el hombre ha sentido la
necesidad de definirse usando criterios externos para evitar que se ponga en
duda su propia masculinidad. Parte de la herencia tradicional es que los
hombres nunca pueden dar por sentada su masculinidad, la cual siempre tiene que
probarse o defenderse.” (Seidler, p.176)
Es decir, los hombres nacen con un yo idealista, al lado de
masculinidad, y todo el tiempo tienen que estar justificando que ellos son
hombres, y cómo se atienen a los rasgos de esa masculinidad predominante. La
psicoterapia apela justamente a las cosas que esta misma cultura patriarcal no
alienta en los varones: los valores, los deseos y las emociones. La
psicoterapia puede resolver en un varón individual su angustia por su propia
definición personal, y evitar lo que sería una falsa conciencia, -aunque él
nunca habla de falsa conciencia, pero sería una falsa conciencia- que es decir:
yo no me voy a atener a la definición que el patriarcado hace de mí, pero ya
que están estas chicas feministas que dicen que soy esto, voy a quedar bien con
ellas. Es el otro aspecto que menciona en la página anterior:
“La lógica moral de esta posición se puede reforzar
con la idea de que el hombre es el causante de la subordinación de la mujer, y
de su desdicha y opresión. Este es un
asunto complejo, porque en una cultura de moral liberal que ha sido influida
profundamente por el feminismo es fácil que algunos hombres adopten esta
concepción de sí mismos, después de haber sido educados para sentir que son
‘malos’.” Sociedad liberal, anglosajona, protestante, etc.
“O sea
que existe la tendencia por parte de los hombres a hacer cosas para complacer o
aplacar a sus compañeras, a sentirse en cierto sentido responsables de que sean
menos desdichadas. (…) Aunque no cabe duda de que es verdad que los hombres
suelen presionar a sus compañeras con la misma atmósfera que difunden, es
importante reconocer la pobreza de nuestro aprendizaje como hombres, cuando se
trata de establecer contacto y comunicación con otros. Aprendemos a aceptar el
aislamiento y la soledad como si esto fuera prueba de nuestra dignidad y
nuestra autoestima como hombres” (Seidler, p. 175)
Por eso va a pensar en la psicoterapia, porque él
piensa que un hombre individualmente no va a ser capaz de hacer este camino
como las mujeres sí. ¿Por qué las mujeres pudimos hacer en el feminismo, lo que
los hombres no pueden hacer con la masculinidad? Porque nosotras estamos
entrenadas para hablar de nuestras emociones, para ser responsables de ellas,
para explorar nuestros deseos, para comunicarlos. Por lo tanto, lo difícil fue
encontrar el espacio de encuentro con otras mujeres, porque cada una estaba
encerrada en su casa, entonces fue difícil encontrar estos grupos que nos
permitían salir y juntarnos. Pero una vez que nos empezamos a juntar,
espontáneamente empezamos a hablar de nuestras emociones, de nuestros deseos, y
encontrar factores comunes. Se pasó de la conciencia individual a la conciencia
colectiva fácilmente, porque nosotras comunicamos nuestras emociones. Los
varones, no basta con que hagan esta introspección, aún cuando pudieron
conectarse con su emoción, cuando se encuentran con otro varón, no le van a
decir nada de que están reflexionando, porque se angustian… Van a tratar de
probar que ellos son tan varones como el otro, porque si no, va a quedar en
duda su masculinidad. Por lo tanto, aunque tengan espacios en que comparten,
van a hablar de fútbol, política. Van a hablar de otras cosas, no van a hablar
de sus emociones. Por lo tanto, constituir un colectivo para los varones no es
como fue para nosotras en los ’60 constituir un colectivo del feminismo. La vía
que él encuentra es volver sobre la conciencia individual, la psicoterapia.
Ahora, la psicoterapia es usar a un tercero, para conectarme con mi propia
conciencia, con mis propios deseos. Como no puedo solo hacer la reflexión, un
tercero me ayuda a llegar, por una vía indirecta, a reconocer mis emociones, y
una vez que las reconocí, tendría que aprender a expresarlas. Y una vez que
aprendí a expresarlas, tendría que poder hacerlo sin poner en riesgo mi
masculinidad, en un grupo de varones que están en la misma búsqueda. Una vez
que esto ocurrió, tendríamos que acordar que además, queremos hacer esto dentro
de un movimiento emancipatorio no patriarcal, o antipatriarcal.
* A mí personalmente no me gustó el lugar en el que
pone la psicoterapia. No le da la misma fuerza, la misma validación que a otro
tipo de trabajo, en unirse a otros, en hacer un movimiento, trabajar sobre
algunas cuestiones sociales. Aparte dice “algunos tipos de terapia”. Me quedó
también la duda, porque está suponiendo que no todas.
* Y no, una terapia conductista por ejemplo, no te va
a hacer reflexionar sobre tus emociones.
* Me quedé pensando, a partir de lo que leíste y lo
que ella había dicho de la dificultad de los varones para organizarse, que
además de entrar en crisis su propia masculinidad, mostrarse vulnerables y
demás asociado a la emoción, me hizo acordar al primer texto que leímos, de
Connel. Ella hablaba de que los hombres ocupamos una posición de poder, entonces
es más difícil ponerte en crisis, cuando vos estás gozando de ese poder. Creo
que no es solamente el tema de la vulnerabilidad, sino también la pregunta de
por qué te vas a movilizar, si estás gozando privilegios.
* Yo estaba pensando, cuando ella hablaba, ¿para qué
lo van a hacer? Porque lo único que dice el autor es: “para que tu compañera no
te diga cómo es el feminismo, para que la compañera no te diga cómo tenés que cuidar
a los pibes”. O sea, solamente para tener criterios propios, como si de verdad
fuéramos las mujeres las que marcamos como son las cosas. Yo me preguntaba
¿para qué?
* Si volvíamos al texto de Connel o al que le siguió,
hacían una relación entre poder y dolor, que era lo que suponía la necesidad de
una emancipación. Paso el chivo, ya que estamos a 16 años después, hoy, desde
el Colectivo de Varones Antipatriarcales, una práctica que es colectiva, y que
supone, quizá, una interpelación en una instancia grupal, son lógicas más de la
pedagogía del oprimido –cuán oprimidos somos, no sé, es la pregunta también- o
de psicodrama. Lo que hacemos es una instancia de trabajo colectivo, en la que
buscamos tratar de ir generando poder volcar sensaciones, sentimientos y
deseos, pero colectivamente. Entonces, son experiencias interesantes que salen
de la idea de la instancia de terapia como algo meramente individual.
* En el mismo párrafo que mencionaba recién Diana,
también decía esta afirmación: “en una
cultura de moral liberal que ha sido influida profundamente por el feminismo”
(Seidler, p. 175)
¡Me sorprende la mirada! Es decir, creo que la cultura
liberal realmente lo que ha hecho es reforzar todos los aspectos de opresión, y
que no ha sido influida profundamente por el feminismo, y no es una cultura
emancipatoria. Nada de esto, entonces me re sorprendí cuando leí esto. Fue como
una buena noticia, pero no le creí, para nada.
* Yo quería preguntar sobre un párrafo que no
comprendí: “Pero esto sirve también como
una advertencia contra el pensamiento de que las ‘tesis especulativas’ de la
teoría feminista se pueden contrastar de algún modo con las tesis causales que
parecen plantear, por ejemplo, en el caso de los efectos de la pornografía en
los valores y en la conducta de los hombres. Esto implicaría que los estudios
del hombre adoptaran una metodología positivista refinada pensando que es
neutral y que brinda una base segura desde la que se pueden evaluar las tesis
feministas.” (Seidler, p. 180)
* Él todo el tiempo está discutiendo con el
racionalismo universalista de la modernidad. Entonces, lo que dice es que, en
cierto modo, la teoría feminista –y toma justo el tema de la pornografía como
uno de los temas en los que el feminismo se vuelve conservador-. Es una de las
crisis que recibió el feminismo de los noventa. Buena parte del feminismo de
los ’90 empezó a coincidir, en la lucha contra la prostitución, la pornografía,
contra cierta forma de la sexualidad, con las posturas conservadoras, y esto
genera una tensión. Entonces, si el feminismo teórico presenta consecuencias
que permitirían ver una relación causal, es decir, una relación donde yo
observo la causa y observo el efecto. Por ejemplo, en las teorías con respecto
a la pornografía, decir que los varones consumen pornografía, y tienen unas
prácticas sexuales depredadoras del cuerpo de las mujeres. Establezco
teóricamente una relación causal entre esto: es porque consumen pornografía que
establecen este tipo de vínculo depredador con los cuerpos de las mujeres que
se muestra en la pornografía, pero también se demuestra después en la conducta
sexual de los varones. Yo puedo suponer, -dice él- haciéndome cargo de esta
relación causal, que estoy involucrado en una práctica que puedo observar de
una manera neutral. Es decir, se dice que acá está esta causa, acá ese efecto,
y desde ninguna parte se está diciendo esto, sino que es meramente observable.
Observo como los varones consumen pornografía, observo cuáles son sus conductas
sexuales, observo qué pasa cuánto más pornografía consumen, qué tipo de
pornografía consumen, qué tipo de prácticas tienen los que no consumen
pornografía… Entonces parece que yo estoy haciendo una observación científica
neutral desde ninguna teoría, desde ninguna parte. Él va a decir que esto es
una ilusión, que en realidad siempre, aún el pensamiento feminista, está
impregnando de interpretación aquello que escribe, aquello que observa y aún
aquello que presenta como dato para poder corroborar su propia teoría.
Está dentro de la crítica general que él hace, de
muchas maneras vuelve a hacer este tipo de crítica, en todo el libro. La
crítica a la neutralidad valorativa que pueda tener una mirada científica, una
mirada racional, una mirada neutral, una mirada universal, una mirada
omnisciente, con un sujeto que no tiene ningún tipo de orientación en su
descripción del mundo, etc. Lo que va a decir es que no es que el feminismo se
va a salir de esta mirada neutral del racionalismo, para ir a una verdad, sino,
para ir a otra mirada, que es la mirada del feminismo. Por lo tanto, como
varones no tenemos por qué hacernos cargo, habría que construir la propia
mirada, salir del patriarcado por otra vía.
[1] Victor Seidler, "La Masculinidad ",
cap 10 de La sinrazón masculina.
Masculinidad y teoría social, Paidós/UNAM, México 2000 (original Londres 1994)
No hay comentarios:
Publicar un comentario