Conclusiones de grupo de tertulia de la Universidad de Buenos Aires sobre el texto de Michael Kaufman (1997): "Los hombres, el feminismo y las experiencias contradictorias del poder"
en Masculinidad/es. Poder y crisis,
Eds.: Teresa Valdés y José Olavarría, Isis Internacional, Santiago de Chile, (pp. 63-81.).
Tertulia Interuniversitaria Internacional
sobre Estudios de Masculinidades
Presentación del texto de Michael Kaufman
Yo voy a presentar el texto de hoy que se llama “Los hombres, el feminismo y las
experiencias contradictorias del poder entre los hombres” y el autor es
Michael Kaufman.
Para empezar, a mí me parece que el enfoque de este
autor es original, porque cuando se estudian las relaciones de poder, siempre
se estudia al grupo dominado o al que ejerce el poder. En cambio Kaufman lo que
está haciendo es ver: quiénes ocupan lugares de poder, en este caso los
varones, porque son culturales patriarcales, es ver qué les pasa a ellos en ese
ejercicio. Además, al igual que la autora la semana pasada, ponen énfasis en
las diferentes masculinidades, es decir, en las subdivisiones dentro del grupo
de los varones.
Les hablaba de culturas patriarcales; él define en la
página 4: el patriarcado como un sistema
de poder que no es ejercido del hombre hacia la mujer, sino también entre
hombres. Hacia el final del texto, esta definición va a tener mucha
importancia, porque lo que intenta hacer con una propuesta -que después vamos a
ver-, es cómo los hombres deberían empezar a cuestionarse la cultura
patriarcal.
Ya en las páginas 6 y 7, él habla de la socialización del poder, es decir, cómo
se transmite este poder en los primeros años de vida, es decir, en los primeros
cinco años que son clave para la construcción de la subjetividad de las
personas, y el espacio donde se da esa transmisión es en los núcleos familiares
patriarcales. En estos espacios se transmiten estos valores, pero lo
interesante, ya en la página 7, es que él desarrolla un primer concepto que es la noción de trabajo de género. Esto
quiere decir que las personas no reciben lo que se les transmite como sujetos
pasivos, sino que hay un proceso activo
que crea y recrea el género que es transmitido. Esto quiere decir que no es
algo estático, sino que va cambiando en el tiempo, y que además, el género es
una variable importante a la hora de pensar cómo las personas se relacionan con
las estructuras sociales más amplias.
En la página 8, él habla del costo o el precio que tiene ser varón en las culturas patriarcales,
siguiendo un modelo de masculinidad hegemónica que, como vimos la semana pasada
también, son pocos los que cumplen el 100% de los rasgos. Siguiendo con esos
modelos, los hombres tienen que suprimir toda una gama de sensaciones, de
necesidades y posibilidades, y eso se transforma en una fuente de dolor que tienen que reprimir. Las sensaciones las
tienen, pero lo que tienen que hacer los hombres es dejarlas latentes, y
conviven todo el tiempo con el temor de estar cercanos a la feminidad. Una
forma de alejarse de este temor de estar cerca de lo femenino, son las
prácticas homofóbicas.
En la página 10, habla de que los hombres en las
culturas patriarcales viven un proceso de alienación. Si lo tomamos en términos
marxistas, la alienación sería algo así como que hay fuerzas externas que
determinan cómo debe vivirse la masculinidad, pero que los sujetos están sin
poder tener conciencia sobre ello. Ésta es toda una primer parte. Después toma
aportes del psicoanálisis feminista, ya en la segunda parte -para cumplir con
los cinco minutos que me corresponden-, esto es en la página 13, él empieza a
indagar la relación que existe entre los hombres y el feminismo, y se pregunta
por qué cada vez más hombres están cercanos al movimiento feminista o a las
causas de las mujeres. Es decir, por qué un dominante, un supuesto dominante,
que es ser hombre, se está acercando a un dominado, e indica que tal vez es la
primera vez en la historia que esto pasa. Él da dos posibles respuestas: por un
lado, que en los últimos 25 años –el texto fue escrito en el 1994, la primera
versión- el feminismo había logrado tener un impacto masivo. Pero en segundo
lugar, él cree que una de las fortalezas del feminismo fue combatir prácticas o
nociones vinculadas al poder. Entonces, lo que estaba pasando es que hay más
hombres cercanos a las causas de las mujeres, porque hay un desbalance entre el
poder y el dolor. Es decir, cada vez gozan menos del poder que antes les daba
estar cerca de la masculinidad hegemónica, y sin embargo la fuente de dolor que
les causaba el reprimir o mantener latente lo emocional, eso sigue estando,
pero se crean más espacios para canalizar ese dolor.
En un momento dice que uno de los problemas es que en
general, los hombres no están fuertemente organizados, pero distingue dos
movimientos de hombres, que tienen diferentes posiciones, y a partir del
estudio de estos dos, él va a plantear su propuesta. El primer movimiento es el
movimiento mítico- poético (creo que estamos en la página 14). Este movimiento
va a poner énfasis en el dolor, es decir, en lo doloroso que puede ser, ser
hombre en culturas patriarcales; y el segundo movimiento es un movimiento a
favor de la causa feminista y va a poner énfasis en el poder (página 16). Los
primeros ponen énfasis en el dolor, y los segundos en el poder.
Lo que él plantea, es que en realidad hay que poner en
relación el dolor y el poder, es decir, que no pueden verse como cosas
distintas. Entonces su propuesta es (página 17) reconocer la centralidad del
poder, y que la construcción social y personal de este poder es lo que está
causando malestar y alienación en los hombres, y que esto se cristaliza en
homofobia.
Ahí aparece otro concepto importante (p. 18) que es la
noción de experiencias contradictorias
de poder, que es una herramienta analítica que el autor nos da, y lo que
intenta hacer es integrar a la problemática de género otras variables que
tienen que ver con la raza, la clase y la etnia. Los comportamientos de los
hombres deben entenderse como un juego de tensiones, porque el varón está
inserto en varias jerarquías de poder al mismo tiempo. Entonces no hay que
estudiar solamente el género, sino también estas otras tres dimensiones.
La propuesta que desarrolla es de carácter
antisexista, antipatriarcal y antimasculinista, y lo que él observa es un poco
lo que decía antes: el poder ya está dando pocas recompensas, esas recompensas
son menores que el dolor que los sujetos experimentan, y eso podría ayudarnos a
entender por qué habría más hombres cercanos a las demandas históricas de las
mujeres.
Debate
* A mí me resultó sumamente interesante, y traté de
darle una vuelta de tuerca para centrarlo –si bien comparto el interés que se
planteó el otro día- en lo que a mí más interesaba, que es el aspecto de
educación, como el gran desafío. De ahí extraje, de la lectura y de la
reflexión, que el desafío en educación va a ser entrar a generar un cambio en
la manera de construcción de subjetividades, como lo que fue hasta ahora, lo
cual es un gran desafío. Nosotros como clase profesional docente, yo considero
que no estamos lo suficientemente preparados, más allá de una cuestión personal
e individual, porque uno se interesa por la cuestión, porque uno ha vivido una
serie de cosas desde su historia personal.
La otra cuestión que quiero plantear –y no tengo
respuesta- es la necesidad de tener que introducir nuevos contenidos en la
enseñanza, sobre todo a nivel secundario y universitario. Me parece que también
en la universidad respecto de eso hay grandes agujeros. En la primaria, lo
conecté un poco con la educación sexual, no con la “educación sexual” que se
pretende dar, sino que tendría que ver con esto: invertir en educación sería
poder mostrar otros referentes afectivos y sociales, esto de qué es vincularse
entre hombres, entre mujeres, entre hombre y mujer. Eso me parece un desafío
tremendo.
* Quería comentar algo de lo que dice el final del texto,
porque en parte está en relación con lo que acabas de decir. Kaufman propone
una manera de trabajar al final del texto, y propone una manera de trabajar
desde la masculinidad. El ejemplo que da es una campaña que él mismo inició -y
que es una campaña buenísima-, que es la campaña del lazo blanco, que es una
campaña de varones que se comprometen contra la violencia hacia las mujeres, y
el hecho de trabajar entre varones otro tipo de diferencias intragenéricas. Él
dice que no se puede trabajar desde una masculinidad fragmentada y homofóbica o
clasista en el sentido discriminatorio de clase, o por etnia. Así que me parece
que él da pistas acerca de cómo trabajar, en esta parte final del texto.
* También habla del desarrollo de políticas públicas,
cita a Suecia como un ejemplo paradigmático para reducir estas desigualdades.
Es más, habla de construir conformaciones familiares más sanas que
replantearían cómo se ejercen las maternidades y paternidades.
* A mí, una de las cosas que me parecen interesantes de
este texto, tiene que ver con esta caracterización que hace de dos movimientos,
o dos tendencias, que de todos modos está bastante simplificada en este texto.
Después vamos a ver algunos otros autores en los posteriores encuentros, que
profundizan un poco más en esta caracterización.
Me interesa señalar, él cuando habla del movimiento
mítico- poético, que ahí está Robert Bly como uno de los referentes de ese
movimiento. Esto está situado en los ochenta pero tiene sus antecedentes en la
década anterior. Esta cuestión del énfasis en el dolor, me parece que es
interesante, porque da cuenta de algo que también conversábamos cuando
planteábamos las diferentes tendencias a la hora de la investigación, y tiene
que ver con una tendencia muy presente del activismo. Acá en el movimiento
mítico poético aparece muy en evidencia, porque no solamente tiene que ver con
el énfasis en el dolor, sino con el énfasis en el dolor en función de no pensar
la masculinidad en términos relacionales, y poder enfocar sólo en los placeres
y malestares del hombre, invisibilizando el carácter generalizador de las
relaciones de poder. No es que los privilegios no están presentes por una
cuestión metodológica, sino que el énfasis en los costos de la masculinidad
tiene fundamentalmente que ver con una perspectiva ideológica, donde
explícitamente estos movimientos buscan reafirmar una posición de poder de los
varones en la sociedad. Al menos el movimiento mítico- poético tiene eso como
característica, no sólo el énfasis en el dolor, sino que tiene un sentido
político ese énfasis en el dolor, y que es justamente el invisibilizar la
posición de asimetría, y fundamentalmente una búsqueda por reforzarla, porque
de hecho son movimientos que aparecen en reacción a la democratización del
orden de género de la que nos hablaba Connel en el texto que vimos la vez
anterior. Son movimientos que surgen en un contexto donde se empiezan a
democratizar las relaciones de género con un fin de resistir a esa
democratización. La forma de hacerlo es poner el énfasis en el dolor que sufren
los varones, e invisibilizar, justamente, lo efectos que tiene esta
masculinidad en las relaciones de género, fundamentalmente sobre las mujeres.
Me parece interesante la forma en la que él plantea combinarlo, porque a mí me
parece que lo acá hay que poder rescatar, sobre todo de este texto, y que
también es un enfoque a la hora de cómo trabajar –él habla de este mensaje de
compasión- el involucramiento de los varones en estos temas. Me parece
interesante porque cuando uno ve la relación entre dolor y poder, lo que se
puede observar ahí es que la represión de las emociones por parte de los
varones, en realidad es la garantía de poder mantenerse en una posición de
poder. No es simplemente que los varones, aparte de ejercer el poder, sufrimos,
y no nos damos cuenta de eso y no nos podemos hacer preguntas. El no asumir la
vulnerabilidad por parte de los varones es lo que garantiza el no poner en
cuestionamiento su lugar de poder. Si ser varón, como él plantea en un momento,
si algo se puede decir de la masculinidad, es que implica una relación de
poder, entonces el asumirse vulnerable… plantea que somos sordos al diálogo de
dudas que nos surgen en la vida cotidiana. Esa sordera tiene que ver con no
escuchar algo que pueda hacer temblar nuestra posición de dominación. Entonces,
en este sentido es poder contextualizar que la represión no es simplemente un
efecto colateral de la masculinidad, sino la función de su reproducción.
Podemos reproducir nuestro lugar de poder, porque no escuchamos todo lo que nos
pasa cotidianamente, y que lo pone en cuestión. Él plantea en algún momento que
cada vez, a lo mejor es más fuerte, o más intenso ese dolor como para no
escucharlo, y eso hace que se empiece a observar de otra manera, y asumir
cierta postura flexible que permite acercarse a los planteos que hace el
movimiento feminista, etc.
Digo porque eso fácil encontrarse con la polarización
de grupos que, no planteando los derechos de los varones ante el avance de las
mujeres ni mucho menos, sino que con un discurso pro género incluso, o pro
igualdad, hacen su énfasis en los aspectos emocionales y dolorosos de la
masculinidad, e invisibilizan los aspectos relacionales, vinculados a los
ejercicios asiméticos del poder. Por otro lado, también nos encontramos, y a
veces nos pasa -al menos a todos los que estamos organizados como colectivo de
varones- decir que la tendencia contraria de un discurso muy de reproche, de
culpabilización de las prácticas de dominación por parte de los varones, a
veces subestimando el carácter de los mandatos y todos los costos que tiene la
masculinidad. Me parece interesante pensar esta vinculación, esta articulación
entre poder y dolor, siempre y cuando, como plantea el autor, tengamos en
cuenta que ahí hay un balance necesario, un equilibrio a mantener, y que el no
hacerlo, en términos de equilibrio, por un lado, cuando se inclina hacia el
énfasis del dolor, tiene una intencionalidad política, y por otro lado, si el
énfasis se hace en la responsabilización en términos de culpabilización y de
acusación, no es efectivo. No es efectivo en términos de poder involucrar a los
varones en estos temas, como es el propósito del autor, y de hecho es lo que
leemos.
* Es un comentario en relación a esto que venían
diciendo cuando él hacía la presentación y ahora en relación a lo que dice
Lucho. Yo pensaba en un pasaje del texto donde habla de lo que es la cualidad
del poder y del modo en que es concebido este poder en esta sociedad, en el que
se trata del dominio de unos sobre otros, y de unos sobre los objetos. Me
parece que el texto es interesante para leerlo, porque nos va interpelando en
nuestras prácticas cotidianas como varones. Entonces, es como leer cosas que
uno transita y ha transitado a lo largo de su vida. En ese sentido, yo pensaba
que el aferrarse, como decía Lucho, a ese lugar y obviar una serie de aspectos
vitales, es la forma también en la que se resignifican las prácticas de la
masculinidad hegemónica. En ese sentido es que pensar alternativas de
resistencias a eso, también implica pensar de qué manera se pueden generar
estructuras o espacios en los que estas alternativas y esta resistencia tengan
sustento, porque es la negación a la empatía, la negación al sentimiento, a la
emoción. La masculinidad hegemónica y ese dolor que muchas veces es
contraproducente, porque hace que los varones tendamos a fortalecer aún más
nuestra posición de superioridad, me pareció interesante pensar la
imposibilidad de que cambie en la medida en que no haya espacios y dinámicas,
relaciones, ámbitos que pongan en cuestión estas formas. Es así como en la
sociedad, en las instituciones –en ciertos pasajes habla de las instituciones
como elementos fundamentales de las lógicas patriarcales- entonces, a partir de
esas estructuras que se configuran, esas relaciones, y sin pensar esas
estructuras no se puede pensar un cambio, o al menos no se puede pensar en un
cambio de rivales patriarcales.
* La parte que más impactó es el aislamiento. En la página 11 dice: “En un sentido
paradójico, este aislamiento es la clave para conservar el patriarcado: en
mayor o menor grado incrementa la posibilidad de que todos los hombres terminen
en colusión con éste –en todos sus diversos mitos y realidades–, puesto que sus
propias dudas y sentido de confusión quedan enterrados.”
Por ahí eso también aportar a formar estructuras distintas. Lo que pasa
es que yo también me quedé pensando en una frase, que por ahí la saqué de
contexto, en la página 15: “(…) persiste una brecha entre las
ideas aceptadas por los hombres y su comportamiento.” Y yo pensaba si en el género, o
en las relaciones de género, se pueden cambiar a partir de la toma de
conciencia. Es algo muy discutido también por el marxismo, para enfrentar la
explotación; si por ser consciente de eso, se puede modificar. A partir de ahí,
pensaba que entonces la identidad tendría que ser como hombres para organizarse
como hombres, para pensarse como hombres, cuestionando también al movimiento
feminista en el ser mujer, en unirse como mujeres, si desde ahí plantear el
cambio ¿o cómo? ¿Desde qué identidad? ¿La de hombres, la de lo masculino? No
sé.
* Pero qué identidad colectiva,
porque lo que estás planteando no es un problema individual. Es cómo
transformar ese cambio individual en organización de varones asociados a un pro
feminismo.
* Sí, yo lo decía desde ahí. La identidad, el identificarse como hombres
como mucha parte del movimiento feminista como mujeres. Si es desde ahí, o si
eso de pronto reproduce el binarismo. Tiene también sus consecuencias.
* Yo creo que también trata de decir sobre todo las dudas patriarcales,
pero en realidad se enfoca en el sistema de EE.UU. y Canadá, o solamente en
Canadá en este caso. Yo siento que muchas veces escuchamos a un montón de
hombres decir que son súper feministas, y después ves cómo funcionan y decís:
¡No! ¿Dónde está tu feminismo? ¿De qué manera se expresa? Creo que habla un
poco de eso, de un discurso que sostiene la igualdad con las mujeres etc., pero
que en la práctica no se involucran totalmente. A mí igual me llamó un poco la
atención –bueno, el texto es del ’94 y eso clarifica bastante- que habla de
interseccionalidad, pero no se enfocaliza mucho. Hay interseccionalidad, pero
medio que no. Me parecieron muy extraños los ejemplos que da cuando habla de la
interseccionalidad. Me hizo mucho ruido en la página 19 cuando habla sobre la
nación del Islam. Yo me preguntaba de qué está hablando. “Aunque algunas de estas formas
de resistencia incluyen una reafirmación de algunos de los peores rasgos de la
cultura patriarcal (pensemos en el sexismo, homofobia y antisemitismo de la Nación del Islam, la
brutalidad reflejada y reafirmada por grupos de rap, o el machismo de la cultura deportiva dominante en cuyo
pináculo se encuentran actualmente atletas negros)”
* Son ejemplos muy diferentes los que da, porque tiene distintas
interseccionalidades que una puede ser religiosa, otra puede ser racial, porque
habla también de los negros.
* En los tres casos está hablando de los negros en diferentes
posiciones. Siempre habla del grupo de los hombres negros, ejemplificando cómo
incluso el ser negro, dependiendo de los roles que se analice, aparece en
distintas formas como un posicionarse desde el patriarcado, aunque sea un grupo
subalterno dentro de los varones, y como las propias culturas modernas lo reciclan.
* Igual, perdón, yo también tuve la misma sensación un poco que vos.
Dice que va a hacer intersección, que va a entrecruzar, y después en muchas
partes me preguntaba: ¿de qué hombre está hablando? No sé si está tan logrado
eso.
* Yo sentía cierta confusión en la lectura, porque de pronto se estaba
hablando de patriarcado, y cuando se habla de grupos subalternos dentro de las
masculinidades, se hace referencia a variables de raza o de clase. Entonces,
aún en los grupos subalternos masculinos no se hacía un énfasis también en cómo
es la relación patriarcal con la relación de género. Ahí me parece que había un
punto de relativización al mirar sólo dentro de –y entiendo que tiene una
búsqueda, que es interesante, que es cómo acercar a los hombres al feminismo,
parece dirigido a eso-. Sentía que había algunas de las dimensiones y de las
categorías que fluctuaban demasiado y que no se caracterizaba más claramente el
poder patriarcal, y en qué está sustentado entonces.
* Quisiera volver un poco a lo que yo entiendo cuando me refiero a
educación. Siento, salvo acá tal vez, todavía no lo hemos experimentado.
Considerando el nivel primario, siempre ha sido una cuestión de disciplinar, de
lo que era aceptado y lo que no era aceptado. Si uno tuviera la oportunidad de
hacer una reunión testimonial, donde gente pueda comentar desde su vivencia,
desde su pasaje por la educación familiar y la educación escolar, qué cosas le
han quedado marcadas. De alguna manera lleva después a esto, a generar un
patrón heterosexual y hegemónico. Tal vez desde ahí podría ser otra posibilidad
para generar mínimamente un cambio.
* En relación a lo que decías, lo había relacionado con algo que se
habló en el primer texto, que era –me parece que el intento ahí es- indagar en
las relaciones entre las masculinidades, pero asumiendo desde el feminismo una
posición que es que, acá lo decía en la página 6: “Existe sin embargo un factor
común a estas sociedades: todas son dominadas por hombres. La equiparación de
la masculinidad con el poder es un concepto que ha evolucionado a través de los
siglos, y ha conformado y ha justificado a su vez la dominación de los hombres
sobre las mujeres en la vida real y su mayor valoración sobre éstas.”
* Lo da por hecho, y después, cuando ejemplifica vuelve a ejemplo que a
mí me parecían que bueno, “el hombre negro en tal lugar”, “el hombre negro, el
obrero”…
Es decir, cuando habla de masculinidades subalternas, al pensar que es
subalterno al interior de las masculinidades, lo cruza para mí muy estrictamente
por relaciones de clase o de raza, y no estrictamente de género. Salvo, ahí sí
hace una diferenciación, con los homosexuales, cuando habla de masculinidad
subalterna, pero fuera de esto, el resto está más referido a estas otras
relaciones.
* A mí me parece interesante cómo plantea la centralidad de pensar la
homofobia como ese temor máximo, y de qué manera hay que meter el tema de la
homofobia en distintos grupos de varones y trabajarlo, porque él lo menciona
como si fuese la puerta de entrada a todo tipo de misoginias. Yo ya había
escuchado hablar de la relación intrínseca entre homofobia y temor de los
varones hacia los bi, y por qué eso forma masculinidad, por qué genera
masculinidad de alguna manera. Me parece interesante cómo lo pone como algo esencial
trabajar este tema para generar otro tipo de masculinidades, y otro tipo de
relaciones interpersonales.
* Yo creo que no es el temor al gay. Es el temor a estar vinculado con
lo femenino, y que el gay es como un chivo expiatorio. Expresar la homofobia es
una forma de reconfirmar su masculinidad hegemónica, pero no es temor al gay,
según lo que yo interpreto.
* Claro, no ser lo suficientemente masculino.
* Pero los términos que usa, en la página 19, que es un párrafo que ya
estuvimos viendo por el tema de los ejemplos, él hace allí –así como divide dos
movimientos en reacción ante la masculinidad hegemónica, también va a mostrar
distintas reacciones cuando se sale de esa masculinidad hegemónica, distintas
subalternidades y los resultados que dan esas subalternidades-. Pero cuando
habla de los gays, habla de temor, aversión y fanatismo. Dice: “Algunos grupos de
hombres saben y comprenden esta problemática. Tal es el caso de los gays y bisexuales, quienes han
desarrollado una nueva autoconciencia e instituciones culturales, y se han
organizado como hombres...”
Es lo que él pide, esta organización colectiva como hombres, de esta
sensación de reaccionar frente a la masculinidad hegemónica, que no sea
individual, sino colectiva.
“…pese
a la aversión, temor y fanatismo que ellos reciben…”
Reciben, no sólo de la
masculinidad hegemónica, o sea, no sólo de muchos hombres, sino que también de
otras mujeres, porque en realidad es una reacción ideológica; y diferenciando
esto, esta vía de dolor que vos mencionabas, conscientes del dolor que les
provoca la sociedad actual de estos otros movimientos de la negritud, que son
reafirmatorios de algunos aspectos de la masculinidad hegemónica, como la
violencia por ejemplo. Pero sí, usa términos fuertes, como aversión, temor y
fanatismo. Es algo más que el temor a vivir un aspecto femenino de la propia
subjetividad.
* Sí. Estoy buscando en el
texto porque en la página 8, también habla de homofobia: “Por una parte, todos seguimos experimentando una gama de necesidades y
sentimientos considerados inconsistentes con el concepto de masculinidad, los
cuales se convierten en fuente de enorme temor. En nuestra sociedad, este temor
se experimenta como homofobia o, para expresarlo de otra manera, la homofobia
es el vehículo que simultáneamente transmite y apacigua ese temor.”
* A mí lo que me pareció muy
copado de este texto es –yo el lunes pasado me encontraba en una búsqueda de
definición de la masculinidad- y este texto, lo que yo anoté acá, no sé, capaz
que lo entendí mal, pero que plantea la masculinidad como
“un
nexo, un eslabón (pegamento?) que
me une al mundo patriarcal, hace que ese mundo sea el mío y que sea más o menos
cómodo para habitarlo.”(p.
7-8) Habla de mi capacidad de asumir mi rol masculino, aferrarse a este poder
social es parte del desarrollo individual del ser, de mí, de todos. Tiene que
ver un poco con lo que se decía antes, que la familia es ese eslabón clave que
ya desde que nacés sos hombre y tenés que dominar y guardarte tus emociones. Me
gusta este concepto de masculinidades visto como esto: la careta que te une al
discurso hegemónico que ya tu familia te puso desde que naciste, y la sociedad,
no sólo la familia, como producto de la sociedad patriarcal. Me clarificó mucho
más este texto de dónde viene, me pareció muy bueno en ese sentido. Y lo otro
también, el precio del que habla, que vos también lo decías. Lo del precio,
escuchando lo que se decía tiene que ver mucho con esto que también lo dice,
los símbolos son ilusiones infantiles de omnipotencia, lo que intentás
reproducir, y no sos eso. Este precio es un poco el espacio de contradicción
para llevar con todo alienado, poder profundizar al máximo lo que es esa
contradicción que es la alienación. Entonces lo veo como toda estructura. ¿Cómo
hacer caer una estructura? Evidentemente es algo muy difícil, siento yo, de
crear o de poder definir; pero sí creo que es ése el debate al que se tiene que
llegar, un poco lo que decías vos, a nivel educativo, tiene que ver con romper
las grandes estructuras. Jamás, creo yo, hoy en día la escuela puede llegar a
romper la gran estructura familia, no es el espacio, siento. Si bien es segunda
familia la institución escolar, puede funcionar por ese lado. No leí el final
del texto, por eso me anoté acá las propuestas, la Campaña del Lazo Blanco
que tiene, pero lo veo como el camino hacia la contradicción de poder
profundizar en el dolor de la individualidad que se genera desde que nacés,
porque somos individuos de lo particular a lo general; entonces poder
profundizar en esa individualidad sin que caiga en, como decía, no es que haya
una relación dialéctica entre el poder y el dolor, porque es muy bueno también
esta parte del texto donde muestra el dolor como un lugar de estancamiento o de
víctima que nunca profundiza en lo que verdaderamente está haciendo funcionar
ese dolor.
* Una cosita para vincular con
lo que yo señalaba, con tu aporte. Mientras leía el trabajo, me acordaba de lo
que había sido mi experiencia como alumno y docente. Yo me acuerdo de mi pasaje
por la escuela primaria, donde tenía figuras muy fuertes masculinas y
femeninas, había varones también. Después, cuando yo empecé a ejercer la
función, los hombres prácticamente fueron desaparecidos del sistema, por
distintas razones, sobre todo lo económico, porque a una persona que tenía que
mantener un grupo familiar, se le hacía bastante difícil. Hoy en día,
prácticamente no hay, entonces una manera de buscar una solución a esto, tal
vez desde una política más coherente de estado, sería volver a integrar aquello
que es necesario que esté, y que por diversas razones se han corrido.
* Para mí fue bastante
clarificante también, porque nunca había leído nada respecto de la distinción
entre sexo y género. Dota el concepto de género de una dinámica posible de ser
transformada, con una construcción social e histórica. Para mí, esta forma en
la que articula estas dos ideas y plantea las diferencias es muy interesante.
De esa manera, posibilita ver en la masculinidad una construcción social ligada
a valores, ligada a relaciones, ligada a instituciones, y nada que tenga que
ver con aspectos naturales, biológicos.
* En realidad hay un fundamento
biológico, y es el hecho de la maduración humana más tardía que en cualquier
otro animal, y entonces la dependencia, en los primeros años, es casi absoluta.
Cualquier ser humano está, durante los primeros dos años, prácticamente en
manos de su familia. El lugar de la familia –de hecho cita a Freud y cita a
algunas psicoanalistas feministas que van a modificar la idea del vínculo
primario, la relación de objeto etc. desde un punto de vista feminista- este
desvalimiento inicial es un rasgo biológico que va a determinar que
necesariamente el género va a ser un trabajo de género construido
familiarmente, socialmente, ésa sería la base. No es una base determinista, a
lo mejor es eso lo que quisiste decir. No estamos determinados biológicamente a
desarrollar un modelo de género, pero hay una condición biológica de base, que
es este desvalimiento y esta necesidad para nuestra maduración, de un contexto
social que nos sostenga, porque de otra manera, un ser humano no sobrevive. Es
decir, a la vez es algo necesario, sobre lo cual después vas a tener que hacer
un trabajo de autonomía personal, si es que querés hacer modificaciones, porque
es una marca inicial muy fuerte. Le dedica unos cuántos párrafos a esta
cuestión, sobre todo cuando define el trabajo de género en la página 6 y 7: “El desarrollo individual de una
personalidad masculina normal es
un proceso social dentro de las relaciones familiares patriarcales.”
Hay una dialéctica entre lo
individual y lo social, porque la familia va cambiando lentamente. ¿Cuáles van
a ser los productos individuales de transformaciones familiares como las que
vamos teniendo, por ejemplo, con el matrimonio igualitario? Obviamente estas
relaciones de identificación van a transformar ese primer vínculo con esas
criaturas que ya algunas de ellas pueden ser analizadas, porque ya son grandes.
La primera pareja de lesbianas con la que colaboré como defensora del pueblo,
tiene ahora el hijo 11 años, o sea que no es que recién empieza la cuestión de
las co-maternidades y co- paternidades, etc.
* Ya se están generando
materiales desde la propia experiencia de las familias, sobre todo de las
Lesmadres y estos grupos, donde se trabaja esta cuestión desde la experiencia
subjetiva, para hacerle el aporte a las instituciones educativas. También hay
un camino en lo que él señala, de lo que es el camino social de lo que se
genera a partir de las experiencias, y de poder trabajar las subjetividades. Me
parece que eso también es interesante en el texto, un aporte sobre esta idea de
una acción, una puesta en movimiento desde los varones. Me parece que también
es interesante lo que plantea, y también para discutir, esto de que no es
solamente apoyar las ideas del feminismo, sino que si se habla de las
relaciones de género, hay cuestiones que hasta son propias reivindicaciones y
la discusión entre esas masculinidades, entre la hegemónica y las subalternas o
entre el mismo sistema patriarcal. En la página 20 dice: “debemos redefinir el trabajo de la paternidad y el mundo del trabajo”.
Esto no es solamente desde el punto de vista de las reivindicaciones de las
mujeres, sino que las propias que surgen de las masculinidades
antipatriarcales. Me parece que eso es muy interesante y muy desafiante,
también, para el movimiento social de la masculinidad.
Otra cuestión que quería
plantear tiene que ver con mi propia profesión. Para trabajar estos temas desde
la comunicación ¿qué utilidad tiene estos grandes movimientos de opinión,
-aunque él dice que no todo esto se manifiesta en las conductas cotidianas, lo
que en otros textos aparece como micromachismos? El hecho que se fortalezcan o
que aparezcan estos grandes movimientos de opinión permite instalar también
otras formas de ver los vínculos entre varones y mujeres, y dentro de los
varones también. Me parece que ahí no es una contradicción pensar que sigan
existiendo situaciones de discriminación o relaciones de género que están en
constante movimiento, pero que empieza a haber corrientes de opinión que
favorecen estas discusiones, que por ahí hace 15 ó 20 años eran imposibiles de
ser pensadas. Aún con el feminismo actuando, este tipo de cuestiones no eran de
la agenda, ni había interlocutores para conversarlas entre los géneros.
* Este texto está escrito en el
’94, así que tal vez la distinción entre sexo y género… En la página 3 dice que
el sexo biológico es casi un absoluto, de hecho creo que dice que es un
absoluto. Me parece interesante, porque más allá de que Judith Butler haya
escrito inclusive antes, a fines de los ‘80, principio de los ’90, siento que
si este texto fuese escrito ahora, la definición sería distinta, porque ya no
pensamos el sexo como un absoluto, que hay un montón de construcciones sociales
en lo que es el sexo biológico. Esta distinción entre género como todo lo
construido y sexo como lo que no es construido, sino que absoluto, ya está como
más tambaleada. Pero bueno, no le vamos a pedir a Michael Kaufman que en el ’94
haya trabajado eso. Pero quería comentar que hoy en día hay muchas más ideas
sobre cuán construido está el sexo biológico, como que está más variado.
* En parte hay una progresión
en estos textos, hay una progresión histórica, así que vamos de los primeros
hacia los que son más contemporáneos, que van a ser un poquito más complejos en
las variables que van a integrar.
* No sé si tiene tanto que ver,
pero a mí me gustó la nota al pie 3, que dice: “Aunque pueda ser incómodo para las mujeres que lean esto, a menudo me
refiero a los hombres en primera persona plural –nosotros, nos, nuestro– para
reconocer mi posición dentro del objeto de análisis.”
Me pareció que estaba bueno,
porque no es tan habitual, y menos en el ámbito académico, que quien escribe se
incluya en el análisis. Es como una tensión siempre escribir en plural, pero
siendo una.
* Y menos habitual es que quien
hace un plural masculino, lo considere parcial, y no lo considera representante
del universal.
* Primero lo marqué porque
pensé: está aclarando que escribe en masculino siendo varón, cuando siempre se
aclara lo contrario, y después pensé que aparte lo está aclarando para mostrar
que formar parte, que es en plural porque forma parte.
* Vuelvo a aclarar mi mucha
ignorancia en todos estos temas, pero lo que ustedes están aclarando sobre
género y sexo, yo anoté acá una definición de género que me parece que no lo
plantea como un igual. Dice que: “el
género es la categoría organizadora central de nuestra psique, el eje alrededor
del cual organizamos nuestra personalidad; además, a partir de él se desarrolla
un ego distintivo.” (p.4).
Esta aclaración sobre el ego distintivo me pareció muy buena.
“lo
clave del concepto de género radica en que éste describe las verdaderas
relaciones de poder entre hombres y mujeres y la interiorización de tales
relaciones” (p.4)
Obviamente está recontra
relacionado, pero a mí me sirvió mucho porque, al encontrar la definición de
masculinidad, esta definición de género también me ayudó mucho… Obviamente el
sexo es parte del género, pero es un conjunto el género, más allá del sexo, por
lo que dice acá. Me aclara mucho también lo que vos dijiste, de cómo el ser
humano nace y es un ser social obligadamente, desde su nacimiento; y esta
familia y estas relaciones sociales que tenga en su primer desarrollo, es lo
que define el género y es lo que lo define, sin ninguna duda, y encima el marco
es la sociedad patriarcal. Tal vez lo clave del concepto es poder ver las
relaciones que trae entre el hombre y la mujer. Todavía no lo tengo tan claro,
pero esto es lo que anoté de género, y me pareció distinto. No sé si me querés
aclarar.
* Las definiciones que usa son
basadas en el psicoanálisis, terreno que desconozco, y de hecho hay maneras de
abordaje distintos, teorías y puntos de vista. Por ejemplo yo, cuando leí el
texto, como no sé de psicoanálisis casi nada, y menos de los aportes feministas
al psicoanálisis freudiano, no es que yo sepa mucho… O sea, obviamente lo puedo
entender, pero realmente no soy una experta en psicoanálisis feminista. Es algo
que se puede complejizar más de lo que lo puedo profundizar yo.
* Yo no soy experta en
psicoanálisis feminista, pero un poco puedo contar. Algo que sea útil por lo
menos para entender esta dinámica inicial, que es interesante. Freud hablaba de
la organización psicológica y sexual de un sujeto desde que era bebé, que va
desde la dependencia y la indefinición con el entorno, a la autonomía. La
autonomía era el grado de maduración, el estar aislado y separado del otro. Esa
separación tenía que ver con establecer un vínculo. El primer vínculo que se
establece es con la madre, pero en algún momento, hacia los 8 meses, el bebé
puede separar lo que es la madre, como otro, como un objeto, de sí mismo.
Mientras tanto está indiferenciado. Cuando se produce esta primera
diferenciación en que una cosa soy yo, y otra cosa es el otro, eso lo que llama
Freud “la primera relación de objeto” permite separarse, y esta separación es
lo que da la posibilidad de establecer después relaciones de conocimiento. No
puede haber relación entre sujeto y objeto, si yo estoy indiferenciada de mi
entorno. Si esto no se produce, hay psicosis para Freud. La psicosis sería la
imposibilidad de establecer esta separación entre la propia subjetividad y el
otro como otro diferente. Ahora, como ese otro es la madre, la idea de Freud es
explicar esto como, el otro es otro distinto, y mi yo se separa, madurando
hacia la autonomía. Es decir, la separación y la autonomía serían los rasgos de
una subjetividad madura. En el caso de las mujeres, para Freud, como no
terminan de separarse de la madre, porque sigue habiendo un vínculo que él no
llega a poder explicar, dice que las mujeres nunca maduran, nunca tienen una
capacidad para la autonomía, porque no tienen la capacidad para establecer un super-
yo. O sea, una norma que ya no le viene como una orden externa, sino que logran
internalizarla, y comprenderla como una norma para su conducta. Entonces ya
puedo ser autónomo porque autos – uno mismo-, y nomos –norma-, me doy mi propia
norma. La tengo introyectada, la tengo dentro, en el mejor de los sentidos.
(risas)
Entonces, lo que van a decir
las psicoanalistas feministas -Chodorow
particularmente,
que tiene un libro que se llama “La
reproducción de la maternidad”-, tiene que ver con diferenciar cuando esta
relación de objeto es con una niña, y cuando es con un varón. Dice que cuando
es un varón se va a diferenciar como otro distinto, pero cuando es una niña, va
a establecer un vínculo de empatía, va a ser una otra como yo. Entonces, no es
lo mismo ser una otra, mientras que yo soy un varón diferente, sino que va a
quedar como un vínculo de relación, que después va a incidir en el modo en el
que las mujeres se vinculan con su medio. Se van a establecer relaciones de
conocimiento, de un conocimiento involucrado, emocional, empático, contra algo
que separe sujeto y objeto, que sea neutral emocionalmente etc. Esto incide,
también, en la ética.
Cuando Carol Gilligan
desarrolla toda su ética del cuidado, se va a basar también en este tipo de
psicoanálisis feminista, diciendo que no es que las mujeres no tengan capacidad
moral, porque no puedan comprender normas universales y las tengan
introyectadas como súper- yo, como un mandato interno, sino que hay una ética
diferente, que tiene que ver con el cuidado del otro, precisamente, con una
ética del cuidado, con una empatía, un involucramiento emocional, una
obligación, no de hacer lo justo en abstracto, sino de mejorar las condiciones
de quienes están involucrados en todas estas situaciones.
Entonces, la diferencia del
psicoanálisis feminista es no pensar que hay un patrón universal que va a
definir al ser humano como separado, y entonces las mujeres son una especie de
deficiencia de ese ser humano universal que es la explicación masculina, y la
mujer como diferencia y como inferioridad; sino que va a dar visiones
diferentes acerca de un modelo de distanciamiento y de separación, y de un
modelo vincular. Esto tiene que ver con que el primer sujeto de cuidado es la
mujer, porque si estableciéramos otro tipo de estructuras familiares, donde
varones y mujeres se involucraran en la crianza, y entonces cada infante
tuviera una conexión y una diferencia con quienes sean sus cuidadores, en
realidad podrían desarrollar una subjetividad mucho más compleja, más amplia,
no necesariamente sesgada sexualmente, o dicotómica sexualmente. La propuesta
de pensarlo como conexión o como separación da otras herramientas.
Hace poco tuvimos acá un
seminario de Almudena Hernando. Se llamaba “Una sociedad de iguales es una
sociedad sin géneros”. Ella es antropóloga y etnóloga y trabaja en sociedades
sin escritura, trabaja en prehistoria, pero también en sociedades
contemporáneas que no tienen escritura, buscando los modelos de género en esas
sociedades. Lo que va a decir, es que estos modelos de género no tienen que ver
con la sexualidad. No tienen nada que ver con la sexualidad, sino que tiene que
ver con estos modos, por un lado, de aislamiento, individuación, y por otro
lado de vinculación, interrelación, que son modelos totalmente diferentes. Así
que no tienen que ver, entonces, con los cuerpos o con las hormonas, sino que
tienen que ver con los modos en los que cada sujeto se ubica dentro de ese
contexto, el modo en el que se va a integrar en estos contextos familiares por
un lado, pero sobre todo sociales, porque los modos de socialización que se dan
en la familia, también son los modos de integración y socialización en el resto
de la sociedad.
Acá cita, justamente, las obras
de las que hablábamos antes: (nota 14) Véanse Nancy Chodorow, The Reproduction of Mothering,
Berkeley,Universidad de California, 1978; Dorothy Dinnerstein, The Mermaid and the Minotaur, Nueva
York, Harper Colophon, 1977;”
En realidad son reacciones. El
feminismo primero rechaza todo el psicoanálisis, y luego reformula el
psicoanálisis. Hacia finales de la década del ’70 aparecen reformulaciones
feministas del psicoanálisis, que son las que está tomando Kaufman acá en este
texto. Las francesas vienen después, estas son anteriores, son de los ’70.
* Un poco lo que señala Diana
me da pie para ver que el cambio pasa un poco por el paradigma con el que hemos
sido educados. Es una visión muy dualista, lo blanco o negro, bueno o malo,
hombre o mujer. Me parece que una alternativa, que por lo menos yo estoy viendo
en distintos grupos en los que participo, donde hay una cosa de malestar, de
incomodidad, a pesar de los logros que uno puede haber obtenido en esta
cultura, hay ciertas cosas que no. Lo que uno trata de bucear, con un trabajo
personal, no aislado, sino compartido, es recuperar aquellos aspectos que por
ahí son más deficitarios, o que necesitan nutrirse más, ser más visibles para
uno y para los demás. Me parece que es una cosa interesante.
* Uno de los disparadores que
me surgió al leer el texto, parte básicamente de la comprensión de las
sociedades patriarcales, en tanto sociedades antiorgánicas que son
contraproducentes a nuestros procesos habituales, que imposibilitan toda
posibilidad de trascendencia tanto espiritual, como ideológica y política.
Desde ese lugar, cuando hablamos de las sociedades patriarcales en cuanto al
rol del hombre en la sociedad, el cumplimiento a su deber ser. Cuando el autor
anuncia la posibilidad de cuestionar el rol del hombre en base a la paternidad,
me llevó a Casilda Rodrigáñez. Es una mujer que hace un estudio muy minucioso
sobre el desarrollo de las sociedades patriarcales, partiendo básicamente de
los procesos filo- genéticos y autopoiéticos del individuo a lo largo de la
vida, y a lo largo de la humanidad. Una de las cosas que pone en vigencia esta
persona, es que el rol de la paternidad es un rol contrapuesto al rol de la
maternidad, en tanto se inserta en la relación madre- hijo, e imposibilita un
desarrollo propio vital en relación al niño y su desarrollo más que nada
físico, vital, armonioso; la posibilidad de generar libertad a partir del
crecimiento natural del niño, que nace. Por ejemplo, la exclusión de la mujer
del conocimiento y de la experiencia, del desarrollo de las ciencias –Freud por
ejemplo era una persona perteneciente a una sociedad totalmente patriarcal, y
sus pensamientos también estaban, de alguna manera, posicionados en la
concepción de la mujer y su rol masculino-, con la exclusión de la mujer, al
comprender un mecanismo de la sociedad, nos lleva directamente a establecer
paradigmas y patrones que imposibilitan todo tipo de crecimiento. Esto se ve
claramente en diversos mecanismos institucionales, de patrones tanto
religiosos, como educacionales, en todos aquellos que están presentes en la
vida consietudinaria.
* Yo no entendí cómo se inserta
el rol del padre…
* Ella toma distintas
sociedades prepatriarcales, antecedentes al imperio griego. Se trata de
sociedades matrifocales, en las cuales las mujeres desarrollaban formas de
organización relacionadas a las madres. La madre, al tener un hijo y al tener
una relación vital con su cuerpo muy pura, muy diferente a la que el hombre
construye a lo largo de la vida, logran desarrollar niveles de organización en
relación al hijo. El vínculo que hace la madre con el hijo no es el mismo que
hace el padre, por una cuestión biológica básicamente. Nuestro rol de padres es
una construcción social también. La paternidad es una construcción que responde
a mecanismos religiosos y políticos. Antes, la mujer era el reflejo de la institución
familiar.
La mujer, en el imperio griego
por ejemplo, no era considerada una persona, era solamente aquella que debía
organizar políticamente su hogar. El hombre era el que organizaba políticamente
la sociedad, todo relacionado a la organización social y estatal. Las mujeres
organizaban sociedades no patriarcales, organizaban otro tipo de instituciones,
dentro de lo que era el hogar, y que ya venían desde antes de la construcción
de las sociedades patriarcales propias del imperio griego. La construcción de
la figura paternal incide en esa relación madre- hijo, para imponerse como una
figura de poder. En ese sentido, llegó un momento en la sociedad donde el tener
más hijos, significaba tener más poder, más dominio. El hombre que tenía más
hijos, tenía más posibilidades económicas, más posibilidades de crecimiento. De
hecho el niño se transforma en un modo de intercambio económico, se
transformaba en la posibilidad de tener más descendientes, herencias. El hijo
significaba todo eso, la posibilidad de darle continuidad a un dominio, a un
poder. Las mujeres solamente eran para producir hijos, dicho de esta manera
fuerte. El hombre incide en esta relación para tener dominio, poder, excluyendo
a la mujer de la relación madre- hijo.
* Por los debates en nuestros
colectivos en relación al feminismo, vimos que es preferible denominarse
“antipatriarcales” para no atravesar esta discusión que presenta más obstáculos
que posibilidades y cierra puertas a la articulación con otros sujetos que
tienen ya más naturalizada esta concepción de que feminismo es la política de
las mujeres, entonces, a lo mejor, como hoy no es prioridad… Podemos discutir
si los hombres son feministas o no, y en todo caso demostrar en la práctica si
nos podemos acercar a ese conjunto de ideas y acciones, no pone la definición
de feminismo por delante. Yo lo que considero es que hay una cuestión de etapas
-y eso es parte de las discusiones que nos damos más cotidianamente-. En algún
momento va a ser necesario que nos juntemos como varones a discutir de nosotros
en función de este proceso de problematización de nuestras subjetividades,
nuestras prácticas, y superada esta etapa, recién podemos trabajar con otras
identidades de género. Digo porque son cosas que nos atraviesan muchas veces a
la hora de pensar las instancias de encuentro que generamos, y a veces son
instancias intergéneros y a veces son instancias propias de varones. Hay
compañeros que dicen, no, hasta que no tenga elaboradas ciertas cosas, prefiero
no abrir el espacio hacia otras identidades. No tiene que ver tanto con
procesos políticos eso, sino en todo caso con no poner sus vulnerabilidades y
contradicciones delante de otras identidades que pueden juzgarlo de otra forma
que sus propios compañeros de club. Sí me parece que lo que hay que discutir,
-y discutir en los espacio donde esto sea posible y no sea un obstáculo-, si hay un cuerpo que pueda encarnar el
proyecto feminista, y los otros seríamos un poco la cola de eso, o si en
realidad de lo que estamos hablando es de una política de transformación social
que hacíamos otras perspectivas emancipatorias de plantearnos la liberación de
todos los sujetos, más allá de que hay sujetos más dinámicos para encarnar esas
prácticas, en función de cómo viven esa opresión concreta en determinado
contexto. Ahí sí, nos encontramos muchas veces con esta discusión, incluso con
divisiones hacia dentro del movimiento de mujeres en función de esta
definición. El último encuentro feminista en Porto Alegre estuvo atravesado por
esta discusión, en un principio, si participaban o no mujeres trans, y este
años si participábamos o no varones. Se aceptó en su momento que participen
mujeres trans, lo cual implicaba un descentramiento del sujeto mujer, pero se
sigue considerando que los varones no podemos participar de esos espacios.
Claro, no son espacios convocados como el Encuentro de Mujeres, sino que son
espacios convocados como espacios feministas. Entonces, ahí sigue habiendo una
ligazón entre una definición política y un cuerpo sexuado que muchas de las
mismas feministas empiezan a cuestionar.
* Hacia ahí apuntaba yo cuando
hablaba, si esto de salir del aislamiento y encontrarse colectivamente era
asumir una identidad como varones, que es una pregunta que me hago igual cuando
es el encuentro de mujeres que siempre está latente.
* A mí pareció interesante en
el texto que varias veces aparece varones, pero también, no sé si “prácticas
masculinas”, que no necesariamente están practicadas por varones. Esa sensación
me daba a veces.
* No vi esto de prácticas
masculinas, que no tuvieran como soporte un cuerpo de varones. No lo vi en este
texto. Me parece un poco pronto en la historia de la masculinidad, como para
producir esta diferencia.
* Con qué dimensiones pensamos
la integración de los varones a un movimiento antipatriarcal, feminista, más
allá si hay alguien que deja, otros que no… Más allá de la situación hoy de
coyuntura, que también se fue modificando, porque hace unos años era imposible
pensar transgéneros y travestis dentro del feminismo. Más allá de eso,
entonces, cuál sería la aspiración de cómo construir esta propuesta.
* A mí me parece que ahí, en
todo caso hay que pensar si el movimiento feminista lo pensamos como un espacio
conformado, al que habría que integrarse, o si nos pensamos como parte de este
movimiento en su formación. Es en este sentido en que planteo que si estamos
hablando de actores en lucha contra el patriarcado, las formas de integración
las estamos ensayando cuando nos definimos como tales, y practicamos esta
militancia. En todo caso, lo que habría que pensar, -y esta pregunta sí que no
pasa tanto por nuestra imaginación, sino por las posibilidades de encuentro de
todas estas identidades-, es si podemos pensar en la posibilidad de construir actores
colectivos antipatriarcales, más allá de las identidades de género de sus
componentes. Hoy nos encontramos ensayando articulaciones momentáneas,
coyunturales, de articulaciones de espacios con reivindicaciones muchas veces
puntuales, como puede ser el aborto o en contra de las violencias contra las
mujeres, o como pueden ser articulaciones con organizaciones políticas que
están compuestas por diversas identidades de género, y con las cuales se
construye una agenda de trabajo en común en estos términos, pero pensar en
términos de norte de articulación. Si no puedo pensar en la escisión entre
capitalismo y patriarcado, me parece que en todo caso voy a pensar en actores
que encarnen estas políticas, mucho más allá de cuáles sean las identidades de
sus componentes, y no sólo en términos de género.
* Sobre todo porque,
compartiendo un poco lo que dice el compañero, el movimiento feminista tiene
nacimiento esencialmente de resistencia. Hay diferentes surgimientos en
relación a este proceso de lucha. En este caso, desde nuestro lugar de pertenencientes
a una sociedad patriarcal, los procesos de organización son inherentes a los
procesos de conciencia. Quizás estos modos de encuentro es un primer paso para
pensar posibles organizaciones, pero también en la posibilidad de pensar un
cambio de paradigma en relación a cómo los varones nos organizamos para llevar
a cabo prácticas de liberación del opresor. Es mi opinión individual. Es un
poco la pedagogía del oprimido, una pedagogía de Paulo Freire que consistiría
básicamente en la liberación tanto del opresor como del oprimido, en un sentido
básicamente pedagógico. Estos encuentros, de alguna manera, si lo pensamos en
términos educacionales, llevados a lugares de marginalidad social, también
significarían modos de cuestionamiento, modos de aprendizaje que pongan en tela
de juicio las conductas propias de una sociedad patriarcal que se reproducen en
el día a día. Pero a su vez, es un terreno inexplorado esto de la organización
antipatriarcal del lado de los varones. Más allá de los postulados y los horizontes
teóricos que haya sobre la mesa, nuestra realidad latinoamericana también está
atravesada por un montón de situaciones propias de un pueblo sometido, también
por una sociedad patriarcal. Porque en Latinoamérica, las relaciones de poder
eran distintas, las relaciones de poder, en relación a las mujeres y los
hombres, eran diferentes. De hecho, las mujeres tenían mucho más poder que los
hombres en las sociedades precolombinas, y nosotros fuimos sometidos por una
sociedad conservadora, una sociedad patriarcal. Creo que si uno se orienta
también en un estudio antropológico sobre la masculinidad en tanto subterfugio
latinoamericano, podemos hallar diversas cosas y disparadores para pensar una
posible unificación de proyectos, que puedan empujar nuevos paradigmas en
relación a lo masculino. Pero esto ya es una forma de organización para mí,
esto ya es un primer paso, e independientemente de todas las actividades que se
pueden hacer dentro del marco político. Sobre todo porque los procesos de lucha
son inherentes a los procesos de conciencia, y creo que cada día, mientras una
corriente se enciende, otra se potencia.
Formo parte, junto con mi amigo
Agustín de una agrupación que se llama Roberto Santoro, y estamos llevando a
cabo una lucha por el cambio de los planes de estudio de la carrera de
actuación que tenemos en el IUNA, y es increíble cómo adentro de los planes
institucionales, no hay ninguna perspectiva de género, ninguna materia teórica.
Desde ningún enfoque ni teórico ni práctico hay algún planteo de estos
cuestionamientos, siendo que es un tema candente, siendo que es un tema del
presente que nos atraviesa como sociedad, no se plantea de ningún tipo. Esta
lucha es algo que viene ya desde algún tiempo, casi dos años, luchando para no
acreditar a la CONEAU ,
para que no nos sigan acortando presupuesto, y todos los planes de estudio que
nos ponen están totalmente descontemplados de las realidades que tenemos. Tal
vez un plan de lucha sería ver de qué manera se pone en discusión el poner
adentro de las carreras universitarias cátedras que tengan estos contenidos
teóricos, porque se nos abre una perspectiva crítica de una manera increíble.
Cuando leemos los mitos, cuando leemos las revoluciones es increíble cómo se
reproduce el conocimiento de una manera estúpida.
* Siguiendo un poco con lo que
vos estás diciendo, es algo que a mí siempre me perturbó mucho. El hecho de que
por ejemplo, en las clases las mismas profesoras hablan del hombre como
sinónimo de ser humano, o dicen que en la revolución francesa se conquistaron
derechos para todos, o dicen que se logró el voto universal que fue sólo para
los hombres, y me parece que es importante, no sólo crear cátedras o materias
de estudio de mujeres, sino que es algo que atraviesa todo. No tiene por qué
ser un campo separado, sino que justamente es una sociedad donde estamos
integradas, y no hace falta ser feminista para decir que la ley Sáenz Peña no
implicaba el voto para las mujeres también.
* Igual me parece súper
importante que haya un departamento o un instituto interdisciplinario o pueden
haber como carreras interdisciplinarias en las que sí se trabajen, y profesores
y profesoras de distintas áreas puedan dar cátedras o materias específicas
sobre cualquier tema, que tenga fuertemente marcada la perspectiva de género,
que sea gran parte de lo que va a ser el programa y lo que va a ser la materia,
y eso sí por ahí es una gran diferencia.
* Yo también estoy de acuerdo
con lo que vos decís, pero me parece que cuando hay materias específicas de
estudios de mujeres, en general suelen ser materias optativas a las que asiste
gente que le interesa el tema y que ya está involucrada, ya está imbuida en
eso. En cambio, si tenés una materia básica de cualquier área que tenga estos
mínimos detalles, ya abre las perspectivas al gran conjunto, no sólo a quien ya
le interesa.
* Pido que me ayuden. El
término compasión, que aparece al comienzo y hacia el final del texto, ¿cómo lo
están leyendo? Me pregunto cuál será la mirada política del término.
* Me parece que está vinculado
un poco con lo que yo señalaba antes, es decir esa necesidad de, para generar
un nuevo paradigma, un nuevo ser, una nueva convivencia más integrada. Sería
unir a lo intelectual, a lo racional todo aquello que viene de lo emocional. Es
decir, el acercamiento de varones con varones y varones con mujeres, desde ese
lugar, del lugar de compartir vivencias, de hacerse cargo de las emociones, de
los dolores, de las reparaciones. Yo entiendo esto. Por ahí es una postura muy
personal, porque yo, por situación de vida, más allá de lo que me ha dado la
profesión como conocimiento, estoy buscando otras cosas, porque lo que me dio
la facultad, me genera también algo de insatisfacción. Yo estoy tratando de
mejorarme desde otro lugar, a lo mejor el espiritual. Lo estoy planteando así,
porque a lo mejor puede haber mucha gente que no lo comparte. Respeto esa
posición, pero a mí me hace sentir mucho mejor conmigo mismo, y tiene que ver
con eso, y darse cuenta, tomar conciencia de las macanas que uno cometió, de
los errores, de los abusos e intentar un poco repararse. Ser más auténtico con
uno mismo y con los demás.
* Nos vamos acercando hacia el
final del encuentro, así que quiero hacer algunas reflexiones, algunas
cuestiones que me parecen un poco preocupantes de cómo estamos interviniendo, y
por ahí sería interesante poder acordar algunos criterios para los próximos
encuentros.
En relación a esto puntual,
poder remitirnos al texto, cosa que es un poco el acuerdo metodológico.
En la página 23-24 dice: “En todo esto, en nuestro trabajo público, en
nuestro combate al sexismo y a la homofobia, al racismo y a la intolerancia en
nuestra vida diaria, no debemos temer asumir una política de compasión. Esto significa tener siempre presente
el impacto negativo del patriarcado contemporáneo sobre los propios hombres,
aunque nuestro sistema tenga como centro la opresión de las mujeres. Ello
significa considerar el impacto negativo de la homofobia en todos los hombres,
evitar el lenguaje de culpa y reproche y substituirlo por el de la responsabilidad
para el cambio.”
Un poco relacionado a lo que
veníamos hablando al principio de quienes ponen el énfasis en el dolor y
quienes ponen el énfasis en el poder. Me parece que, más allá de la
denominación “compasión” que nos puede resultar poco simpática, a mí por lo
menos me resulta como una cosa así como: ‘pobre, el está oprimido, entonces por
eso ejerce violencia’…
* A mí me parece que es un
término político, por eso preguntaba, porque el término es político.
* Por eso digo, después no dice
eso. Una cosa es lo que a mí me genera el término que compasión, que de todos
modos no es el término original, habría que ver cuál es la palabra que usa en
inglés, probablemente sea simpathetic, que no significa eso. Habría que verlo.
Me parece que de todos modos, más allá del término que usa y qué interpretación
hace cada uno de eso, lo que desarrolla es otra cosa. No deja de mencionar,
tanto acá como en un principio esto que caracteriza como núcleo de las
relaciones patriarcales y de la opresión sobre las mujeres; y de hecho en un
principio hace la aclaración de que esto no implica homologar la opresión de
los varones con la de las mujeres, hace una diferenciación en la magnitud y en
lo que presupone como característica en las relaciones patriarcales. Lo que
alienta en términos de estrategia de involucramiento de los varones es algo que
nosotros también nos planteamos, que es: convocamos a los varones a darse
latigazos en función de asumir todas las prácticas que reproducen, que hacen al
patriarcado y al sexismo, o convocamos de forma tal que podemos visibilizar
estas prácticas en el marco de la complejidad que implica el patriarcado que
también es visibilizar los mandatos de los cuales nos apropiamos, y que
vulneran nuestra autonomía y nuestra posibilidad de relación con el otro y con
la otra; y en función de evitar ese lenguaje que habla de culpa y de reproche.
En ese sentido me parece que podemos pensar la compasión como política, de cuál
es el discurso desde el cual se llama al agrupamiento de los varones, estemos
de acuerdo o no.
* Me parece que él está
diferenciando una posición individual frente al patriarcado de una posición
colectiva frente al patriarcado. La compasión sería la posibilidad de no verse
quien está en contra del patriarcado, en contra de la forma de dominación del
patriarcado como alguien que no se corresponde sencillamente con la hegemonía
masculina o con el paradigma masculino, e incluso caer en este tipo de
posiciones de desvalorización o lo que
fuera; y no ver a los otros meramente en relación a este paradigma, sino verse
colectivamente como resistentes al paradigma patriarcal. Me parece que la
compasión tiene que ver con esta capacidad colectiva de resistir un paradigma y
verse como antagónicos a este paradigma, y no medirse como deficientes respecto
a la masculinidad dominante. Creo que es eso.
* Yo preguntaba un poco cuál
era la interpretación, porque la sensación que tengo de todo el artículo, ya
después de hacer todas estas preguntas, -hay una posibilidad de que una
interprete, también desde una mirada subjetiva y muy prejuiciosa, incluso-
sentía como una cierta despolitización en la propuesta en algunos aspectos. En
términos como el de compasión por ejemplo. Si bien, más allá de la traducción
estricta o de la forma en la que se desarrolla después la propuesta; a partir
del comienzo siento que hay una mirada sobre las masculinidades que cuando
diferencia las subalternas y las hegemónicas no me queda claro que sea una
mirada estrictamente de análisis de la dimensión de género dentro de las
masculinidades. Me parece que la caracterización del poder a veces se diluye, o
sea, qué funcionalidad hay entre las distintas opresiones, el patriarcado, el
capitalismo, las distintas formas de dominación. Si bien está explicado en
algunas partes, alguien dijo también que por ahí está muy referido a la
sociedad norteamericana y canadiense, eso puede ser un ruido en la
interpretación. Pero al llegar a la propuesta y sentir la palabra compasión,
que me sonaba muy fuerte, y con esta perspectiva de que los ejemplos –pueden
ser buenos o malos- están muy acotados en cuánto al nivel de confrontación con
el patriarcado. Desde ese lugar me daba cierta inquietud en cuánto a los
alcances de la propuesta antipatriarcal; que están muy referidos algunos
términos a la autocomplacencia incluso, en el interior de los debates de las
masculinidades, como para ganar un consenso muy general y muy amplio, pero no
sé si necesariamente yendo muy a fondo en la crítica. Es más una sensación, una
inquietud en cuánto a la propuesta general del artículo, y no sé si no tiene
que ver, también, con el año en que se hizo, el ’95. Yo creo que hubo bastante
caminata posterior, y también el lugar desde el cual se hizo. Yo sentí la
propuesta bastante limitada, en este sentido.
* A mí, desde mi interpretación
personal y habiendo leído otros textos, y no sólo textos sino también
corrientes organizativas en relación a estos temas, está bastante menos
despolitizado que otras…
* Sí, además habla de “política
de la compasión”, no habla solamente de compasión.
* Al final de la página 23,
principio de la página 24, hay una cuestión que hay que tener como espejo, y
más que nada lo plantea en término explícitos, pero creo que tiene que ver con
que algunos de los discursos de organizaciones feministas hacia los varones y a
qué se los convoca cuando se problematiza el lugar de los varones en el
patriarcado. Me parece que esto está en algún punto presente, es decir, si vos
me estás planteando tu discurso en tanto persona a la que culpar y reprochar, cuál
es mi posibilidad de encontrar en el feminismo un paraguas desde el cual
organizarme. Más allá de que ese no es el discurso feminista per se, pero sí
sabemos que hay discursos que plantean el varón desde ese lugar. Me parece que
ahí hay una referencia implícita a con quién está debatiendo, qué se dice a los
varones para interpelarlos desde el feminismo.
Si uno ve, en el segundo
párrafo de la página 24, cuando cierra, está planteando en algún punto esta
discusión, porque cuando plantea la política de compasión, después lo que
plantea es cómo convocar a los varones, cómo involucrarlos. Dice: “si partimos de la premisa de que los
problemas son de género –y que el género se refiere a las relaciones
particulares de poder estructuradas socialmente y encarnadas individualmente–
entonces podemos ser a la vez críticos del poder colectivo de los hombres, de
su comportamiento y actitudes de manera individual y de ser afirmativos como hombres, diciendo que la destrucción
del patriarcado mejorará nuestra vida, que con el cambio todos ganan, pero se
requiere que los hombres abandonen formas de privilegio, poder y control.”
Esta cuestión de “con el cambio
todos ganan”, tiene que ver básicamente con una perspectiva de marketing, a la
hora de cómo plantear el involucramiento de los varones. Ahora, en general nos
encontramos con muchas organizaciones y también con quienes escriben estos
textos, que se quedan con el “todos ganan” y ya. Lo que está diciendo Kaufman
acá, es que todos ganan, pero se requiere que los hombres abandonen privilegio,
poder y control. En ese sentido, si solamente estuviera diciendo que todos
ganan, estaría reproduciendo esto que planteábamos al principio, poner el
énfasis en el dolor. Entonces, como los hombres reproducimos también los
mandatos y esto nos vulnera en nuestras emociones, nuestro afectos etc., ahí lo
que diríamos es destruir el patriarcado, porque todos vamos a ganar. Ahora,
cuando eso está combinado con la visibilización del ejercicio de poder, y
planteando que para ganar hay que perder el privilegio, el control y el poder,
claramente está politizando esta discusión con una estrategia, quizás, de
involucramiento, que nos hace ruido en la forma en la cual está planteada en
ciertos conceptos.
Pero cuando uno ve lo realmente
existente en términos de grupos organizados, asociaciones que trabajan los
temas de masculinidades, -y que en Argentina casi no hay, pero lo puede haber
en el estado español, o en algunos otros lugares-, el foco principal casi está
puesto en la cuestión de la emocionalidad, y en este discurso de que los
hombres ganamos si no existe más el patriarcado y las desigualdades entre
géneros. Es un discurso mucho más orientado a una idea de armonía y de
equilibrio, invisibilizando el conflicto, e invisibilizando que el conflicto está
dado por las prerrogativas de poder que tenemos los varones en esas relaciones
sociales. En este caso, me parece que logra un equilibrio, más allá de que la
constante referencia al dolor y esta compasión, pueda generar…
* Es un poco autocomplaciente…
* Yo creo... Por ejemplo, yendo
a un punto concreto. En La Plata
somos cinco compañeros militando en el colectivo, y por momentos esto de la
autocomplacencia suena a algo negativo, pero en muchas situaciones nos
encontramos en contradicciones con nuestras prácticas. Realmente, si se tratara
de una organicidad rígida donde no se puede colectivamente discutir y tratar de
trabajarlo, seríamos menos. Me parece que también hay que equilibrar esta idea,
el sentido político y la autocomplacencia. A mí me viene pasando en este
proceso de militar en el colectivo, que me encuentro en constantes
contradicciones, y a veces estas contradicciones… O sea, seria estratégicamente
equívoco que los compañeros, ante esas contradicciones, dejaran de militar como
varones antipatriarcales. Entonces, hay que ir logrando equilibrar esto
estratégicamente.
* Bueno, una cosa es el
discurso político, y ahí entiendo que se puede hacer una búsqueda desde el
feminismo. Desde el feminismo, cuál es el discurso político que construimos
para hacer conciencia, también, sobre cómo afecta el patriarcado a las
masculinidades.
Hay una parte que es el
discurso político, que el feminismo puede elaborar, y estoy de acuerdo en estas
búsquedas de también ver los límites que tiene el feminismo en todas sus
variantes, y otra cosa es análisis académico del tema. Me parece que ahí se
pueden hacer menos mediaciones políticas, se puede ir con más profundidad a no
buscar el término que tranquilice, o que sea más autocomplaciente, sino que
profundice la contradicción en términos de lucha antipatriarcal. En ese sentido
lo decía. En la búsqueda de qué puede ser tomado por sectores más amplios de
los varones del feminismo, como que hay una cierta autocomplacencia en cuánto a
rebajar el discurso antipatriarcal y cómo afecta incluso a los hombres. Ahí
sentía muchas mediaciones en eso. Seguramente, comparados con otros es la
revolución misma, pero no estaba comparando, estaba diciendo que en un grupo de
estudio, o un grupo de investigación o un grupo de análisis, no necesariamente
tenemos que poner todas las mediaciones políticas para llegar a sectores más
amplios. Luego podemos decir que esto, hoy, realmente es tan fuerte, la
dominación en nuestra subjetividad, que no da ni siquiera decir las cosas como
son. Pero otra cosa es decir que tengamos que trabajar desde el discurso de la
compasión, yo no lo trabajaría así.
* A mí, no me parece, primero,
un texto académico, me parece que claramente el cierre del texto da cuenta de
un texto con una característica de discurso político. Sí, claramente, no me
siento identificado con caracterizar la estrategia de involucramiento de los
varones tiene que pasar por una política de compasión. En todo caso, me parece
que a la hora de pensar cómo interpela uno, sí tiene que considerar que no se
puede solamente interpelar marcando la falta, marcando las prácticas que te
ponen en un lugar de poder, básicamente porque no estamos interpelando ni
organizándonos entre sujetos, porque solamente estemos en una posición de
poder. Cuando uno empieza a caracterizar en qué lugares concretos estamos
interviniendo, cuáles son nuestras prácticas sexuales, cuáles son nuestras
opciones ideológicas, con qué actores colectivos dentro de los campos de
relaciones antagónicas nos organizamos, y demás, en la mayoría de los casos nos
vamos a encontrar en una posición de subalternidad, al menos a alguien que
ocupa ese lugar hegemónico. Si no podemos visibilizar también esas
contradicciones… A nosotros nos ha pasado que este proceso de reflexión al que
hacía alusión Liso, muchos compañeros vienen de organizaciones anticapitalistas
y demás. Ahora, hacer el proceso de pasar de una organización en la que siempre
estuviste en una posición de oprimido, a reflexionar y verte parado en una
posición de opresión, es un proceso traumático. Lo interesante de eso es poder
ver la complejidad que tiene el ubicarte en una sociedad en término de varón,
porque muchas veces, lo que ha sucedido es que te ponés como víctima o como
victimario. Ver esta complejidad de estas relaciones hace que muchas veces
puedas leer prácticas en las que estás ejerciendo un lugar de poder, y
prácticas en las que te encontrás en un lugar de subordinación, en general
respecto de otros varones. Me parece que esa lectura, en general, está muy
desbalanceada en los discursos que existen desde el feminismo y desde los
estudios de género, con intención de interpelar a los varones. O se van para un
extremo, o se van para el otro.
A mí me parece que lo que busca
este autor es mostrar la necesidad de tener en cuenta ambas esferas a la hora
de construir un discurso de interpelación a los varones. Si lo logra más o
menos, ya va a ser opinión de cada cual, pero me parece que en ese sentido hay
una búsqueda que por comodidad o por complicidad, en muchos otros discursos directamente
no se animan a explorar. A mí me parece válido.
* Me parece que, por lo menos
de lo que yo vivencio, a lo mejor, lo que se ha producido es esto, la
posibilidad de aceptar las diferencias. Yo cuando vi y me encontré con este
concepto dentro de este texto, -yo confesé la vez pasada que no tengo tanta
práctica política de participar de estas cuestiones- se me despertó el interés,
no solamente de hacer algo para mejorar el estado de las cosas, sino que
también una manera de mejorarme yo. Siento que, desde lo que voy encarando
desde una mirada más espiritual que no tambalea para nada todo lo anterior. Vos
hablaste de una palabra Luciano, identificarse, y sí, yo me sentí totalmente
identificado, porque lo vivo. Perdonen que hable de mí, pero es el único
referente que tengo, esta cosa de aceptarme como soy.
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